Capítulo 33.

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Elizabeth.



Han pasado varias semanas desde el mal entendido de la noticia, Francisco vino y aclaró el asunto diciendo que él sabía lo que sucedió ya que cuando fue al palacio de Leinov escuchó a Alexis planear todo. A pesar de eso no he entablado conversación con mi madre, ni con mi abuela y menos con Anthony. Todos estos días he estado esquivando los desayunos, almuerzos y cenas y agradezco a mis doncellas quienes cada día traen mi alimento a mi habitación pues, no tengo ganas de ver el rostro de aquellos que no creyeron en mí. Edward ha vuelto al poder y eso me da gusto ya que al fin estará tranquilo. Por una parte estoy agradecida con Francisco ya que si no fuera por él, el reino aun seguiría acusándome de traidora y eso en realidad me atormentaba.

Cada noche batallo para no recordar las palabras de mi madre, sé que actuó de esa forma debido a que la ira la cegó pero no era motivo para que no me permitiera aclarar las cosas. Mi orgullo se ve herido en tan solo pensar en ir con ella y disculparme, quiero creer que yo no soy culpable de todo lo que está ocurriendo, ciertamente me siento insegura de mí misma en ocasiones pero creo que ha llegado el momento de ver las cosas de otra manera, de dejar el miedo atrás y borrar todo lo que me atemoriza.

Estoy cansada de vivir con miedo, con el temor de que en algún momento mi vida se convertirá en un infierno, estoy cansada de que no tomen en cuenta mis ideas y opiniones y que todos decidan por mí, que no crean que soy capaz de hacer algo por mí misma cuando en realidad no han dejado que al menos lo intente. Tal vez ya sea hora de tomar las riendas de mi vida y empezar a dejar atrás mi vulnerabilidad.

—Alteza—llama Edith entrando a mi habitación, luego hace una señorial reverencia—, solicitan su presencia en la sala de juntas— corrige su postura y junta sus manos hacia adelante.

—¿Estás segura? Lo pregunto porque me parece extraño tener que estar presente en una junta—indago no muy convencida de querer ir.

—Su madre lo ha solicitado, su alteza.

Asiento y me pongo de pie para salir de mi habitación e ir al lugar.

Los guardias me permiten la entrada y nerviosamente entro, observo a mi madre y mi abuela atentas a unos documentos, mi hermano Anthony me mira por unos segundos y después clava su mirada en unos papeles frente a él, el consejo real está reunido y en una de las sillas observo a Edward quién, está atento a una carpeta la cual toma entre sus manos, a su lado se encuentra el rey Lorian quien parece no interesarle nada a su alrededor.

—Majestades—expreso formando una notable reverencia.

—Bienvenida, su alteza, tome asiento por favor— ordena un consejero amablemente.

«Claro, ahora fingen respeto luego de haberme juzgado. Bola de hipócritas.»

Obedezco y tomo lugar al lado de mi hermano ya que es la única silla disponible, frente a mí se encuentra Edward quién, al percatarse de que estoy observándolo levanta su mirada y desvío la mía rápidamente.

Mi madre golpea un pequeño maso de madera sobre la mesa.

—Bien—la reina se aclara la garganta—, el motivo de esta junta tiene que ver acerca de los movimientos que se están dando en Aramintonk y Crinstetmonf, ya atacaron a Aramintonk y no podemos confiarnos ya que en algún momento podríamos estar bajo ataque.

Un consejero levanta la mano y mi abuela pone atención en él.

—Si me permite su Majestad, sabemos que la princesa Elizabeth a quien agradecemos su presencia—dirige su mirada hacia mí y luego continúa—, ya ha cumplido la mayoría de edad y está en la edad perfecta para contraer nupcias.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora