Capítulo 26.

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El rey Aarón sonríe, tiene puesto su corona y entre su brazo sostiene su capa gruesa capa. Verlo así, irradia poder y sobre todo peligro. Me siento incomoda al saber que tengo frente a mí al asesino de la reina Esther.

—Su alteza, que gusto verla— dice dibujando una gran sonrisa hipócrita en sus labios—. Por si no me conoce yo soy el rey Aarón de Leinov— añade extendiendo su mano la cual estrecho no muy segura, solo lo hago por educación.

—Sí, sé quién es, ya lo había visto— respondo intentando ocultar mi temor, cosa que tal vez no pasa desapercibido.

—¡Oh eso es realmente espléndido!— exclama orgulloso— Mi hijo Alexis no para de hablar maravillas sobre ti.

Asiento—No deseo ser grosera pero si me disculpa debo ir con...

—¿Con Edward?— me interrumpe.

—Eh en realidad...

No deja que termine—Está bien querida, pero ten en cuenta que cuando seas reina no podrás volver a cruzar palabra con él— confiesa seriamente.

Lo miro confundida y entrecierro mis ojos—No... no entiendo.

Él suspira y mira disimuladamente hacia su alrededor—Serás la próxima reina de Leinov, mi hijo tomará la corona y créeme que no dudará en hacerte su esposa— informa como si de un secreto se tratase.

—Lo siento pero yo...

—Créeme Elizabeth— me interrumpe de nuevo—, debes saber que cuando mi hijo le interesa algo hace hasta lo imposible por lograr tenerlo y más cuando lo quiere en verdad. Aunque tú no quieras deberás aceptar ya sabes... para evitar una catástrofe, será por las buenas o por las malas, tú decidirás ya que además al final de todo el resultado será lo mismo— dice para después marcharse mientras ríe como si ya hubiese ganado la victoria.

Me deja con una gran confusión y un gran temor, pero por ningún motivo voy a ceder a sus órdenes, todo esto me abruma y me lleva hasta un lugar en donde estoy a punto de caer al vacío, en donde no tengo salida y las decisiones de ser fuerte es cuando más tengo que poner en claro.

—Hey, creí que ya te habías ido— la voz de Dereck irrumpe mis pensamientos.

Lo miro sin poder disimular mi preocupación, pero él al parecer no lo nota—Ah... no, no aún no— respondo sin ánimos.

—¡Pues qué bueno!— sonríe y yo hago lo mismo aunque no de la misma gana— Ven sígueme.

Camino a su lado hasta que llegamos a un establo.

—Sé que no es un lugar para una persona como tú pero quería que vieras a mi hermosa yegua— expresa con orgullo mientras acaricia la cabeza del animal. El pelaje de la yegua es totalmente blanco y su melena es bastante lacia que fácilmente podrían hacerles muchas trenzas si así quisieran—. Se llama luna ya que nació una noche de luna llena.

—Es muy bonita— confieso tocando la melena de la yegua.

—Bueno... háblame sobre ti— pide él sin dejar de mirar a su yegua.

Lo miro sin saber qué decir—En realidad no hay mucho que hablar sobre mí—revelo desviando mi mirada.

—Creo que sí, tú eres la prometida de Edward y de ti hablan hasta en los últimos rincones de los reinos—añade él, sonriendo.

Lo observo sorprendida y me encojo de hombros—Pero yo no quiero ser reconocida por Edward, quiero que hablen de mí por lo que soy, no por ser la prometida del heredero de Aramintonk— Lo miro a los ojos—. El compromiso fue arreglado por nuestras familias.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora