Capítulo 14.

653 47 15
                                    

Después de haber desayunado en la habitación, he pedido que me dejaran sola, no tengo ánimos de estar acompañada por alguien en estos momentos. Solo quiero estar un instante a solas, sin reglas las cuales tengo que acatar diariamente. Siento que no estoy haciendo las cosas bien y que no he avanzado en nada, eso me decepciona un poco y aunque intente mejorar cada día no puedo porque me resulta algo complicado y el estrés en el que estoy sometida me consume cada noche y me hace temerosa a mi futuro.

Mi soledad se ve interrumpida por las doncellas quienes entran apresuradas a mi habitación, Edith tiene un periódico en sus manos y me lo extiende.

—¿Qué sucede? —pregunto al ver su rostro de preocupación.

—Véalo usted misma, de seguro no le gustará —responde temerosa.

Obedezco y llevo mi vista al periódico, hay una nota que habla de Edward y yo.

"¡Una alianza que promete una nueva dinastía, una nueva generación de reyes para el futuro: Aramintonk y Crinstetmonf!

Elizabeth y Edward: los futuros herederos a la corona de Aramintonk. Ellos son la esperanza del reino. ¿Habrá un romance entre ellos? la reina Elena asegura que sí."

Termino de leer y miro a mis doncellas, ellas desvían la mirada. Nada de lo que dice esta noticia es real, ni siquiera estamos de acuerdo con el compromiso y se han encargado de inventar algo tonto.

Bajo las escaleras para reunirme con mi madre, sé que ella podrá explicarme todo esto, claramente tiene que darme una explicación, quiero creer que me la merezco y juro que estoy tratando de entenderla, pero no puedo hacerlo si ella insiste en seguir con este circo sin sentido.

—¿Qué significa esto? —inquiero poniendo el diario sobre la mesa.

—¡Ah, ya leíste! —responde sonriendo, como si no le importara mi descontento.

—¿Es de verdad? ¡sabes muy bien que todo es mentira! —reprendo.

—¡Por favor, Elizabeth! ¿crees que esto es un juego?

—Ni siquiera Edward y yo estamos de acuerdo con esto, fueron ustedes quienes eligieron este trato.

—No son ustedes los que deciden —responde dando un sorbo a su taza de café—. La noticia era necesaria, de alguna u otra forma el compromiso se tenía que hacer público, es por tu bien.

La miro con extrañes y entrecierro los ojos—¿Por mi bien? nada de lo que estás haciendo es por mi bien, te has encargado de decidir por mí y ni siquiera me preguntaste si estaba de acuerdo con esto, solo decidiste que era lo mejor para ti, no para mí —respondo y salgo del comedor dejando a mi buena madre con la palabra en la boca.

Una lluvia de sentimientos se alborota dentro de mí, ya nada es fácil y soy consciente de que estoy comportándome como una niña pequeña al hacer tanto drama, pero no puedo tolerar que sigan haciendo cosas a mis espaldas, planeando mi vida sin importar nada de lo que yo piense y quiera y tratándome como si de un objeto al que pueden intercambiar se tratase, simplemente no puedo tolerarlo.

Me siento en el sillón que está cerca a la ventana y abrazo mis piernas esperando alguna justicia divina proveniente del cielo, aunque dudo que con mi comportamiento alguien celestial pueda escucharme, pero es que no puedo actuar pacíficamente y hacer como si nada malo estuviera pasando.

—Eli, ¿puedo pasar? —pregunta, Anthony asomando su cabeza por la puerta de mi habitación.

—Sí.

Él se acerca y se sienta frente a mí—Eli, creo que te comportaste muy inmadura hace un momento, tu actitud hace que mamá se sienta mal —dice mirándome.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora