"Cicatrices sin importancia"

20 2 7
                                    

Venecia.

- ¿Phoenix?

- ¿Sí?

- ¿Me das tus galletas?

-Ya te comiste las palomitas y tus galletas.
Y luego te quejas de que yo soy el que te da mucha comida- me paso el plato de galletas.

- ¡Gracia, mi vida!

-Si como no- sonríe sabiendo que lo estoy molestando y se inclinó para darme un beso en la mejilla- bien Venecia, cinco libras a que el asesino es el hermano del profesor.

- ¿Que? ¡pero si es claro que es la señora del piso setenta y tres! El hermano es demasiado nervioso y preocupado como para ser el asesino.

-El disfraz perfecto querrás decir, entonces, ¿aceptas la apuesta?

-bien, pero yo voy por la señora- le di la mano.
Estábamos viendo películas en su computadora en su casa, específicamente en su habitación.
Yo estaba acostada en las piernas de Phoenix mientras que él estaba recargado en las almohadas apoyado en la pared, jugueteaba con mi cabello mientras hacíamos conspiraciones de la película.

Apenas y habían pasado unas semanas desde que nos habíamos formalizado, todo era bastante parecido a como siempre habíamos sido, sólo habíamos "desbloqueado nuevas funciones de relación", o así es como le decíamos para divertirnos.
Hace también unos días habíamos pedido el permiso a nuestros padres, el cual resultó más fácil de lo que pensaba.
Phoenix se había esforzado bastante en su discurso, incluso lo practicaba frente a mí, pero ni siquiera pudo terminarlo ya que mi papá se puso a reír, nos dio el permiso y se fue de la habitación riéndose, me pareció escucharlo decirle a mi mamá "¿Acaso no eran ya novios?" los dos casi morimos de vergüenza.

Con los Williams fue más tranquilo, al decirles la señora Williams (que ahora me pide que el día Johanna) me dio un gran abrazo como respuesta.
Ya con todo eso resuelto no hubieron muchos más problemas, Phoenix se seguía desapareciendo talvez tres veces a la semana en la hora del almuerzo quien sabe dónde, por más que el pregunté me dice que es un secreto y que algún día me lo dirá.

- ¡Mira, si era la señora del setenta y tres! me debes.

-Te recuerdo que también me debías cinco libras de la carrera de gotas de agua, la deuda de cancela.

-Me conformo con eso.

-Phoenix ¿puedes bajar un momento? - el señor Williams lo llamaba.

-Ya voy papá, vuelvo en un segundo ok, ni se te ocurra seguir viendo la película sin mí- se levantó, me dio un beso rápido y salió de la habitación, me gustaba esta nueva forma de pasar el tiempo con Phoenix, era muy parecido a lo de siempre pero ahora podía estar más cerca de él sin sentirme una acosadora, además disfruto mucho de molestarlo cuando a propósito hago algo.
El simple hecho de un día trazar líneas imaginarias sobre su camisa lo pone nervioso.
Básicamente me gusta verlo reaccionar de forma de adorable.

-Vene, tengo que acompañar a mi papá a sacar unos paquetes de mi mamá ¿no te molesta que te deje sola un rato?

- ¿Como que sola? - la voz de Johanna apareció- yo le hare compañía, Venecia, ¿podrías acompañarme a dar un paseo mientras los hombres hacen su trabajo? El clima es perfecto.

-Con gusto, nos vemos después Phoenix.

-No te preocupes que yo la cuido bien, sólo te la voy a robar unos minutos- la señora tenía razón, hoy el clima se está portando bien para mí nariz.
Durante el camino llegamos a un pequeño parque en el vecindario- Bien Venecia, quiero que me cuentes como te va con mi hijo, considérame una chismosa y todo, pero no puedo negar mi curiosidad.

El Tiempo Lo Cura Todo...¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora