Hospitalizada

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Venecia.

Por más que mi papá parece querer matar a Phoenix no dejare que se mueva.
Por fin encontré una forma de que me dejara de doler la espalada y es estar apoyada en el torso de mi Phoenix.
Cuando llegaron mis padres intento levantarse pero no lo deje, quiero estar así con él.
Además, de esta forma no tengo porque verlo a los ojos, solo sentir su corazón palpitar bastaba, no quiero ver esa mirada preocupada que tanto intente evitarle.
Sostenía con la poca fuerza que tenía su mano con la mía. Me molestaban todos los cables y tubos a los que estaba conectada, siempre me han parecido muy dramáticos a la vista.
Justo ahora no me siento capaz de hacer mucho, me duele todo el torso y siento que peso toneladas, respirar tampoco es fácil, intento fingir que es más normal de lo que realmente es, puedo preocuparlos si me escuchan respirar tan rápido.
Cada que llega la enfermera con los medicamentos es como ver a un ángel del cielo, me cambiaban cada tantas horas el tubo de oxígeno de la nariz por un nebulizador, me gusta más el primero, es menos ruidoso y hace cosquillas en la nariz.
La bandeja con mis medicamentos esta algo llena, pastillas, jeringas, bolsas de suero para cambiarla, gotas, algodones etc.

-¡Llego el menú del día!- la enfermera era bastante joven y agradable, si no me equivoco es practicante pero lo hace muy bien- veo que tienes mucha visita, querido, ¿me puedes dar un espacio? ocupo ponerle las medicinas- hizo que Phoenix se quitara, no me gusto pero no había de otra- bien, primero las inyecciones, dame la mano- sabía que iba a meter el medicamento por el catéter de mi mano, quito el tubo del suero conectado a este para conectar la jeringa sin la aguja, detestaba esto, no solo porque siempre sentía el ligero movimiento de la aguja dentro de mi mano moverse cuando se tenía que hacer fuerza para girar la jeringa y que quedara bien conectada, si no la sensación del medicamento entrando por mi brazo, lo hacía despacio y podía sentir el frio recorrer todo mi brazo entrando a mi torrente sanguíneo, la medicina era tan fuerte que me hacía sudar y tener nauseas, no pasaron ni diez segundos cuando tuvieron que pasarme el bote de basura para vomitar, no había comido mucho tampoco, no tenía hambre en la mañana, igual todo quedo fuera de mí.
¿Tienen que verme todos en la sala? Phoenix como no quites esa cara te entierro una de las agujas.

-Bien, ahora la otra- ¡mátenme! ¿porque doble dosis? no tengo nada más que vomitar, esa horrible sensación de nuevo- bien, lo peor paso, ahora, te tomas las pastillas en una hora más o menos mientras comes- cambio la bolsa de suero y la conecto a mi mano- ¿cómo te sientes? - ¿cómo cree señorita? mi familia, amigos y novio me vieron vomitar, estoy de maravilla.

-Mejor.

-Bueno, los dejo, volveré en dos horas para poner el nebulizador, si necesitas algo no dudes en llamar- la enfermera se fue.

- ¿Estás bien querida? te ves pálida ¿quieres comer algo?

- ¡No! es lo que menos quiero- todos se rieron por mi cara de miedo, me daba nauseas pensar solo en comida- no tienen porque verme así, estoy bien, ven.

-Te creemos, quien no está bien es Phoenix, míralo, se ve peor que tu- y si, parecía mareado, pálido y enfermo ¿acaso nunca viste a alguien vomitar querido?

-Disculpen, soy algo sensible a esas cosas, ¿cómo una inyección te pudo hacer una reacción así?

-Es uno de los tantos efectos adversos.

- ¿Y no pueden darte algo menos...adverso?

-Es muy bueno para mi enfermedad, puedo batallar con la debilidad muscular, articular, mareo etc., no te preocupes por eso.
¿Puedo ir al baño? no soporto esta sensación en la boca.

- ¿Como vas a ir? - Terry pregunto.

-Siendo una princesa- papá me sonrió sabiendo a lo que me refería, se acercó a mí, desconecto los cables de mi cuerpo y me levanto en brazos- ¡chao chao! - la cara de pánico de Phoenix me daba risa, parecía no saber que hacer, si detenerme, decirme algo u otra opción, yo estaba de lo más acostumbrada a este proceso.

El Tiempo Lo Cura Todo...¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora