Normal entre comillas

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Venecia.

Cuando ya por fin calme mis pensamientos y me cambié de ropa baje a cenar. Phoenix seguía discutiendo las jugadas con mi papá, enfrascados en el televisor.
Casi se ponen a llorar cuando mi mamá les apago la pantalla para que fueran al comedor.
Todo transcurrió con mucha normalidad.
Jean nos hablaba de sus días de trabajo en la librería, mamá decía sus deseos de unirse a un club botánico y papá hablaba de deportes con Phoenix
En general muy agradable, Phoenix también se miraba cómodo.
Cuando terminamos de cenar mi papá empezó a contar anécdotas de cuando era joven, cada una más loca e increíble que la siguiente, claramente dudo que haya luchado con un tiburón en su vida, pero conociéndolo no negaría del todo.

- ¡Y así logre sobrevivir!

-Muy buena historia profesor Grimaldi, disculpe, pero creo que se me hace tarde y no falta mucho para que cierren las puertas del internado, espero me disculpen, pero debo irme.

-No te preocupes, entendemos, ya es tarde para todos, Vene llévalo a la entrada.

-Ma, yo también tengo que regresar al internado.

- ¿No te ibas a quedar?

-Es preferible que regresé, las reglas del internado son bastante estrictas en ese sentido, sólo pedí el permiso de salida y regreso, no para quedarme fuera, además de que tengo aun las clases de la mañana.

- ¿Entonces vas a regresar con Phoenix?

-No lo quiero molestar, talvez papá me puede llevar.

-Aún no le entregan el auto provisional.

- ¿Molestarme? Para nada, yo te acompaño, no se preocupe señora Grimaldi yo la llevaré sana y salva.

-Gracias querido, cuanto contigo- nos despedimos de todos y salimos a la acera, hacia bastante frío, pero al menos no habían muchas corrientes de aire así que era soportable.

-Gracias por esta noche, siempre me la paso bien con tu familia.
Noto que estas temblando de frío, segura que no te prefieres quedar.

-Estaré bien, puedo aguantar el camino.

- ¿Eres muy susceptible al frío no? toma mi chaqueta para el camino.

-No te preocupes, tú también debes cubrirte.

-Tomalá o le diré a tus amigas que babeas cuando duermes.

- ¿Qué clase de amenaza es esa? Te recuerdo que vivo con ellas, todas babeamos.

-Bueno, entonces- se quitó la chaqueta y me la puso sobre mi suéter cerrando el zipper hasta el cuello- a la fuerza ¡oh, pero que adorable palillo chino!

-Palillo chino gordo.

-Ya vámonos, nos van a cerrar las puertas- caminamos lo más rápido que pudimos de nuevo a la estación del autobús, aun no podía creer que pasara uno a esa hora de la noche.

-Siento que tu respiración es más lenta.

- ¿Como lo sabes?

-Estas caminando tan cerca que puedo sentirlo con facilidad, intentaré no ir muy rápido.

-Estoy bien, ya casi llegamos- a lo lejos se podía ver el autobús estacionado esperando los últimos pasajeros, logramos tomarlo por poco, aparte de nosotros iba una señora con un bebé, un hombre con un abrigo gigante y una joven pareja.
El clima aquí dentro no esta tan mal como pensé, pero me empiezo a sentir algo somnolienta.

- ¿Te puedo usar de almohada humana? - con su consentimiento dado sentí aún más sueño, como si se me permitiera caer dormida-gracias- me recosté en su regazo viendo hacia el frente, el me daba palmaditas en el hombro de forma que en si me estaba quedando dormida.

El Tiempo Lo Cura Todo...¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora