celoso y posesivo

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Phoenix.

- He, Gael despierta, debes ir a la escuela.

-No quiero mamá, tengo sueño.

-Vamos hijo, recuerda que después va a venir tu amiga a jugar.

-Mmm, está bien ¿pero cuando va a venir?

-Después, primero tienes que ir a la escuela, ve a bañarte, yo estaré en la cocina- me dio un beso en la frente y se fue, me fui al baño para ducharme, antes que nada me intento mirar en el espejo, no llegó porque apenas y soy un niño así tengo que ponerme de puntillas, al final no lo logró y uso el banquito de plástico para alcanzarlo, al verme en el espejo estoy muy borroso, apenas y veo mi silueta pero el resto de la habitación es normal.
Hay unos lentes en el lavabo, lo cual es raro ya que yo no uso lentes, talvez papá se los dejo. Me los pongo sólo por probar, pero al mirar la habitación se difumina y la imagen del espejo se aclara ligeramente, no soy un niño, no estoy parado en el banquito de plástico, mis manos son mucho más grandes al igual que mi cuerpo, mi cabello ya no es tan rizado, pero sigue siendo rebelde, tengo algunas cicatrices en mi torso, y en especial mis ojos son diferentes, ¿quién es la persona del espejo? No puedo ser yo, yo tengo ocho años.
Entonces recuerdo, una terrible escena que pasa demasiado rápido frente a mis ojos, pero lo suficientemente lento como para asustarme, salgo corriendo en busca de mi madre, este cuerpo no me responde muy bien por lo que me tambaleo y todo da vueltas en la habitación, al pasar la puerta de mi cuarto aparezco dentro de un auto, mis padres están discutiendo, no entiendo lo que dicen, la lluvia calla sus voces, solo logro distinguir a medias que gritan el nombre de una mujer que no conozco.
Todo se oscurece y estoy en un torbellino cuesta abajo, los vidrios de las puertas se rompen al igual que estas, el techo se va acercando más al suelo.
Fondo negro de nuevo y estoy afuera en un barranco, el auto ahora está en el fondo totalmente destruido, veo un languidecido brazo salir de un lado de el con el esmalte de uñas verde que yo había usado para pintar las manos de mi mama.
Aparte de la torrencial lluvia nada suena, nada se mueve, veo mi cuerpo tirado entre maleza, barro y vidrio, la puerta rota también está cerca, intento moverme en su dirección, pero me resbaló y caigo en la oscuridad.
Al abrir mis ojos hay una niña frente a mi llorando.
Al mirarme con esos alargados y grandes ojos corrió a abrazarme, era tan pequeña en comparación a mí, segundos después me empezó a golpear con sus pequeños puños

- ¡Gael tonto, tonto, no te quiero volver a ver!

-Pero Venecia, ¿por qué?

- ¡No te quiero, vete de aquí, me molestas mucho! - Salió corriendo en dirección opuesta, llegó hasta donde una pareja, ellos eran mis padres, la tomaron en brazos y se fueron sin mirarme.
Yo no podía moverme, ni hablar, quería gritarles, pero mi voz no salía, sólo miraba fijamente como se alejaban de mi...

Por fin me desperté de esa horrorosa pesadilla, estoy sudando frio y mi respiración es muy agitada, incluso estoy llorando. Detesto esta pesadilla, jamás me podré acostumbrar a ella no importa cuantas veces la vea.
Tomo mis gruesos lentes de la mesa de noche, enfocó ligeramente la mirada y me voy al baño de mi solitario cuarto, al verme en el espejo me causa el mismo rechazo de siempre, el simple hecho de verme a los ojos me recuerda a diario toda mi vida, finjo que no le prestó atención a ese detalle como todas las mañanas, me quito la camisa, veo las cicatrices de mi pasado, una en mi hombro derecho que termina en mi espalda, otra en el costado derecho bajo mi brazo que parece un raspón, la piel es más clara en esa parte por la cicatrización de mi piel estirada, tenía otra en el brazo izquierdo mucho más pequeña y otra en mi antebrazo.
En mis piernas no tenía muchas más, sólo otro raspón cicatrizado bastante grande en mi pierna derecha.
Puedo decir que mi parte derecha es la más afectada.
Es un suplicio tener que verme todos los días al espejo, es peor que tener un tatuaje del cual te arrepientes haberte hecho.
Me duche y arregle para luego tirarme en mi cama, hoy ya era sábado, había terminado ayer de preparar las cosas que pidió mi mamá y me regrese muerto del cansancio a mi habitación en el internado. No tenía muchas ganas de quedarme en casa esa noche.
Mamá quería que la ayudará a alistar todo para su gran comida, alguien muy importante seguramente iba a ir. Usualmente no hace tanto alboroto por una visita, le dije que llegaría a eso de las once y aún era algo temprano.
Después de terminar de ayudarla podría irme, no creo que me necesite para su "celebración".
llame a Venecia, talvez tenga la tarde libre y pueda estar con ella un rato, ayer me quería ver, pero no pude así que me siento en deuda.

El Tiempo Lo Cura Todo...¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora