❅ › Sαint Christopher's Mαgic Orphαnαge.

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╰9 de Noviembre de 1999╯

Un grito de dolor resonó entre las paredes de aquella habitación en San Mungo, conocida como el paritorio, lugar en el que los bebés nacidos de brujas vienen al mundo. A los segundos, otro fuerte grito y, finalmente, un llanto.

La medibruja que atendía aquel parto se llevó a la niña para limpiarla y ponerle ropita. No tardó nada cuando volvió a aparecer con la bebé en brazos, vestida con un body de invierno color blanco como la nieve, que iba a conjunto con el gorrito que cubría su delicada cabeza. El preparar a la niña le dio tiempo a la primeriza madre a recuperarse. Cuando esta, todavía con el rostro brillante del sudor que le había provocado el esfuerzo de dar a luz a un bebé, vio que la medimaga le acercaba el pequeño cuerpo de su hija, esta lo rechazó.

— Quita a ese monstruo de mi vista. — Fue lo único que dijo antes de girar la cara. La medibruja no sabía muy bien qué hacer. Durante su tiempo como bruja que atiende los partos, se había encontrado con muchas situaciones de ese tipo, pero nunca nadie había llamado monstruo a un bebé. La bruja se llevó al bebé a la habitación de las cunas, la etiquetó y se fue a ver a la madre.

— Su hija es preciosa, se encuentra en la sala de las cunas, ¿quiere ir a verla? — preguntó amablemente, a lo que la rubia le contestó que esa no era su hija, nunca lo sería. Según ella, el amor de su vida le había dejado al enterarse de su embarazo porque no quería ser padre tan pronto, ellos tenían 20 años. Decidió seguir adelante porque así no estaría sola, pero durante el último mes de embarazo, estuvo leyendo artículos sobre el cuidado de los bebés y leyó cosas que no le gustaban nada, comentarios negativos de mujeres de su edad que ya habían sido madres. "Te arruinan la vida, ya no puedes ser tú libremente, siempre tienes que estar con ellos". Aquel comentario le marcó y decidió tener al bebé, ya que no había marcha atrás, pero ella no lo quería, los del hospital sabrían qué hacer con él.

La rubia de ojos claros se fue de San Mungo y nunca más nadie supo nada de ella. Mientras tanto, cuando la semana finalizó y como siempre hacían, cogieron a los niños sin padres que habían nacido esa semana y los llevaron a un orfanato mágico llamado Saint Christopher. La bebé tenía apenas cinco días de vida cuando eso ocurrió.

Al llegar al orfanato, la niña pasó de estar bajo el poder de la medibruja a estar bajo el de Madame Mikela, la mujer que había estado a cargo de los niños de aquel orfanato desde que

se fundó.

Hay una leyenda que dice que la mujer utiliza cantidades industriales de pociones embellecedoras para mantenerse joven, pero en el fondo sigue siendo una bruja, y no solamente por poseer magia. Madame Mikela mandó a Nancy, la elfina doméstica que la servía involuntariamente, a coger el bol de los papelitos y preparar todo para comenzar con el ritual de los nombres. Mientras tanto, ella subiría a la planta de las habitaciones para colocar a las dos nuevas huérfanas en sus respectivas cunas. Al rato, llegó Nancy.

— Primero comenzaremos con la que nació antes, la del ocho de Noviembre. — Acto seguido

metió la mano en un bol y sacó un papel, en él estaba escrito el nombre de "Maddie". Se guardó el papel y con un movimiento de muñeca, con su varita grabó ese nombre en la cuna de la recién bautizada y también en la puerta. Repitió el mismo proceso para nuestra protagonista, metió la mano en el bol y sacó un papel en el que ponía "Lucy". Gravó el nombre en la cuna y en la puerta.

Los dos seres abandonaron la habitación, dejando tanto a Lucy como a Maddie dormidas plácidamente en sus respectivas cunas. En la de Maddie habían estrellas, mientras que en la de Lucy habían copos de nieve, de ahí a que en un futuro no muy lejano se apodaran entre ellas "Estrellita" y "Copito".

Lucy; The Ice QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora