❅ › ¡Nos αtαcαn!

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Este nuevo año para los trolls residentes en el Valle de la Roca Viviente había comenzado siendo tranquilo, como ellos esperaban. Sus tareas eran sencillas: por la mañana se encargaban de organizar los cristales con poderes y por la noche solamente tenían que convertirse en roca y absorber las sales minerales de la madre tierra para así poder coger energía y repetir lo mismo al día siguiente.

Aquel primer día de Febrero los grados habían caído en picado y hacía muchísimo más frío de lo normal. Sin embargo, las rocosas criaturas no le dieron importancia, pues era algo habitual en la zona de Noruega en la que se encontraban. Además, a ellas no les afectaba en absoluto debido al material del que estaban formadas. Por lo que, como cada día hacían, comenzaron con sus tareas.

Continuaron de aquella forma hasta el mediodía, cuando oscuras nubes acapararon el gris del cielo. Aquello sí les extrañó, pero no por el hecho de que el cielo se cubriera de nubes, sino por la rapidez con la que lo hicieron. Fue entonces cuando rodando todo lo rápido que pudo, Gran Pabbie apareció entre los demás trolls, observando con detenimiento lo que ocurría. Él era el más poderoso de los trolls, conocía todo tipo de magia y sentía que la magia oscura se iba acercando.

— Esconded todos los cristales y proteged, sobre todo, los elementales. Preparaos para luchar. —Aquellas palabras fueron suficientes para que el resto de trolls se pusieran en marcha. Unos cuantos se encargaron de guardar a buen recaudo los cristales con poderes, otros de organizar las filas de combate y otros decidieron formar con ellos mismos una cúpula de rocas para proteger así el lugar en el que descansaban, inactivos, los cristales elementales.

La capacidad de percibir la magia que el patriarca de los trolls poseía les ayudaba a prevenir situaciones como aquellas, a prepararse y a combatir con éxito todos los males que se les acercaban. Desde que aquellas criaturas tienen vida propia, han ido adquiriendo un gran poder, por lo que se podría considerar el Valle como el lugar más poderoso de todo el mundo mágico. Y, como muchos magos y brujas anteriores, alguien se acercaba para arrebatarles todo ese poder. Nunca nadie lo había conseguido y estaban convencidos de que ahora tampoco lo conseguirían.

Pero algo extraño estaba sucediendo. Normalmente el peligro no tardaba en llegar y ahora se hacía demasiado de rogar. El Valle se sumió en el más absoluto silencio, no se escuchaba nada, ni siquiera el piar de las aves residentes en árboles cercanos. El típico silencio anterior al estallido de la guerra. Sin embargo, ese silencio duraba mucho, quizá demasiado. Qué estaba ocurriendo.

Gran Pabbie dejó de percibir la magia oscura, seguramente porque aquellas personas no habían conseguido encontrar el Valle y habían optado por darse por vencidas y retirarse del lugar. El rostro del patriarca se relajó y todos los trolls le observaban expectantes a la espera de nuevas órdenes.

— Volvamos a nuestros puestos, se han ido. —Fueron las únicas palabras que dieron por concluidas todas las posiciones de defensa, volviendo segundos más tarde todos los trolls a sus tareas. Solo había sido una falsa alarma.

Aunque en realidad no, pues de repente, numerosas nubes densas de humo negro cubrieron el lugar, dejando a los trolls sin capacidad de visión.

— ¡Nos atacan! —Exclamó Gran Pabbie.— ¡Llevad los elementales a Vedensko y utilizad los demás contra ellos! —Se volvió a escuchar entre aquella oscuridad.

Y así, cumpliendo las órdenes del que más poder tenía allí, el grupo de trolls que anteriormente había creado aquella cúpula con sus propios cuerpos, trasladaron los cristales que poseían los poderes de control del fuego, la tierra, el agua y el aire a Vedensko, un gran río congelado, también conocido como iceberg, que se encontraba en Rusia. Mientras tanto, los trolls que habían formado las filas se vieron obligados a utilizar la magia de los cristales que ellos mismos manipulaban para poder acabar con los neomortífagos que habían sabido del poder que el Valle poseía y querían hacerse con toda la magia.

Entre aquella polvareda negra se podían observar rayos de luces procedentes de los hechizos que conjuraban los de magia oscura y también de los poderes de los cristales que estaban utilizando los trolls para defenderse. Pero nada estaba claro debido a la oscuridad del ambiente.

La lucha perduró durante no más de una hora, hasta que los neomortífagos que quedaban con vida decidieron retirarse proclamando una victoria más para los trolls. Una vez estos ya estaban lejos, la niebla negra se fue con ellos, pudiéndose observar la masacre. Tanto cuerpos de neomortífagos sin vida como trozos de piedra esparcidos por el suelo, los cuales nunca más iban a poderse transformar en un troll.

Gran Pabbie proclamó aquella como la peor lucha en la que habían participado, el factor sorpresa no funcionó, aunque en su mente rondaba el por qué había dejado de percibir su magia si en realidad no se habían ido de allí en ningún momento. Aquello le preocupaba en demasía, pues pensaba que quizá estaba perdiendo sus capacidades debido a los años que llevaba con vida. Sabía que aquel pensamiento le atormentaría hasta que buscase una respuesta. Pero no era su prioridad. Ahora mismo tendrían que limpiar todo aquello, deshacerse de los cuerpos humanos y realizar un entierro para los trolls perdidos en la batalla. Para estos últimos llevaron a cabo una gran ceremonia en la que no hubieron lágrimas porque aquellas pequeñas y rocosas criaturas no son capaces de llorar.

Una vez todo estuvo ordenado, Gran Pabbie decidió duplicar la protección del Valle, por lo que cogieron algunos cristales que contenían poderes protectores y utilizaron toda la magia que contenían en reforzar la barrera. Así estarían más a salvo a partir de aquel fatídico encuentro.

Más tarde, los trolls que habían sido enviados a llevar los cristales elementales a Vedensko regresaron a su hogar.

— Gran Pabbie, ¿crees que allí estarán a salvo? —Preguntó uno de los trolls más jóvenes de forma curiosa.

— Por supuesto. —Respondió el patriarca con seguridad.— Es el lugar más seguro en el que pueden estar, pues solamente una persona en todo el mundo es capaz de llegar allí sin morir y no tardará mucho en sentirlos y darse cuenta de que están allí.

Lucy; The Ice QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora