Lucy; The Ice Queen

❅ › Mαgiα de hielo y nieve.

◜ ʟᴜᴄʏ: ɴᴜᴇᴠᴇ ᴀñᴏs ◞

— Cuenta la leyenda que en Noruega, no se sabe el lugar concreto, se encuentra El Valle de la Roca Viviente habitada por trolls místicos, protectores de los cristales y de la noche. Cada uno de ellos posee un collar de cristal, que obtienen un par de años después de su nacimiento, cuando se descubre el género de cada uno. Los masculinos son poseedores de los cristales azules y verdes, mientras que los femeninos, de los rosas y rojos. Por encima de todos ellos se encuentra el llamado "Gran Pabbie", el único troll anciano, sabio y poseedor de magia de todo el Valle, además de ser conocedor de todo tipo de magia existente en el mundo, tanto la magia blanca como la magia oscura. Él es el único que porta en su cuello cristales color amarillo, que tienen una magia muy especial y que nadie ha descubierto nunca. — Lucy hizo una pausa a la lectura y miró a su alrededor, ya que había escuchado a alguien entrar a la biblioteca. A los minutos, como ya no escuchó más movimiento, decidió seguir leyendo. Pero entonces, alguien la cogió por detrás en brazos, haciendo que el gran libro de leyendas del mundo que tenía sobre sus rodillas se cayese al suelo y, sin que nadie se diese cuenta, de él cayó un pergamino viejo y doblado, que terminó bajo la estantería.

Su madre la dejó en el suelo para coger el libro, lo giró y frunció el ceño al leer el título.

— Lucy, ¿ya estás otra vez leyendo estos cuentos? — le preguntó su madre mientras colocaba el libro en la estantería más alta, donde Lucy no pudiera cogerlo. Mientras tanto, Lucy se encontraba sentada en el suelo, con el ceño fruncido y pucheros en sus labios. — Sabes que esas historias son solamente cuentos, nada de lo que allí pone es real.

— Sí, lo sé, mamá. — Bufó cuando la contraria la cogió en brazos sin dificultad y apoyaba su barbilla en el hombro de la contraria. Pero no, Lucy estaba completamente segura de que todas y cada una de esas leyendas eran ciertas. ¿Cómo lo sabía? Pues había leído aquel libro a escondidas un par de veces y había una leyenda sobre vampiros, sus orígenes y todo lo que había que saber sobre ellos. Si su madre decía que aquello eran solo cuentos, ¿por qué ella era un vampiro? Igualmente Lucy le dio la razón a su madre para así cerrar el tema. Después volvería.

La leyenda favorita de Lucy era la de los trolls y sus cristales mágicos. Aquellos cristales eran capaces de otorgarle habilidades especiales a una persona. Pero no a una cualquiera, esa persona tenía que tener ese poder en su interior, el cristal solamente ayuda a activarlo. Una vez el cristal le da el poder que hay en su interior a la persona correcta, su luz se apaga. Si el cristal cae en manos equivocadas, la magia que hay en su interior lo matará; por ello, se dice que esos cristales albergan una magia muy poderosa.

La parte que más le gustaba a Lucy era que un día uno de los trolls traicionó a su familia y se llevó seis cristales junto con sus poderes. Un mago oscuro lo descubrió, ya que una vez el troll saliera del Valle de la Roca Viviente, era fácil de localizar. Aquel mago oscuro descubrió que aquellos trolls no tenían el mismo aspecto que los trolls conocidos en el mundo mágico. Estos trolls místicos tenían que pasar desapercibidos incluso para los magos, así que están hechos de piedra y una habilidad especial que tienen es poder transformarse en roca cuando a ellos les apetezca. Entonces, antes de ser el troll destruido por el mago oscuro, esparció esos cristales por todo el mundo, enterrando el secreto de su ubicación con él. Pero lo que no ponía en el libro, ni Lucy sabía era que aquel pergamino doblado que se cayó del libro y está bajo la estantería, es un mapa del mundo que marca la ubicación exacta de cada uno de los cristales que se llevó. Pero aquel mapa nunca saldría de bajo de la estantería; sin embargo, el destino o la fortuna estaría de parte de Lucy aquella vez.

◜ ... ◞

La pequeña rubia de ojos azules corría por los largos pasillos del Palacio de Invierno hasta que llegó a la habitación de su madre, que todavía seguía durmiendo. La duquesa llevaba puesto su camisón para dormir. Y su pelo seguía alborotado, pues acababa de despertarse.