Lucy acariciaba sus guantes con delicadeza mientras los retiraba despacio de sus manos. Ahora estaban libres, cualquier paso en falso que cualquiera de su alrededor o ella misma hiciera, podría resultar fatal para todos.
Su madre, desde que volvieron del Valle de la Roca Viviente, había abierto una de las tantas habitaciones de Palacio para que Lucy pudiera practicar y mejorar su poder. La sala era solamente para ella, incluso estaba hechizada para que el hielo no pudiese salir de allí.
La rubia de ojos azules se encontraba en el centro de la habitación, sentada sobre el hielo que cubría el suelo y que se extendía hasta las paredes. Llevaba allí toda la mañana y estaba frustrada porque no le salía hacer una figura con sus poderes, siempre le salía mal. En esos seis años lo único que había creado eran carámbanos de hielo, sin contar algunas figuras geométricas, pero nada como animales o cualquier otra cosa.
De su mano derecha salía el típico vapor frío que indicaba que su poder estaba en funcionamiento. A veces, salía con el permiso de Lucy; otras no. Esta vez el vapor se quedó así, en vapor frío, no se transformó en nada y la rubia cerró su puño al ver que no le salía. Con la espalda recta y los ojos cerrados la duquesa respiraba profundo para poder concentrarse mejor, pero de pronto, las puertas de la habitación se abrieron de golpe y los ojos de Lucy también. Se colocó los guantes rápidamente y se levantó para ver quién era la persona que había entrado.
— ¿Millie? ¿Qué haces aquí? — dijo la rubia muy confundida.
— Tenemos que empezar ya con la búsqueda de los cristales. Sé que todavía no controlas tu poder, y tardarás en hacerlo, pero no podemos esperar más. He sabido de un mago, que no sé cómo, se ha enterado de los cristales. Debemos encontrarlos antes que él. — hizo una pausa para coger aire mientras Lucy la miraba asintiendo con la cabeza. — He ido a la biblioteca a buscar el mapa donde está la ubicación exacta de los cristales, pero no lo he encontrado. Así que he cogido un mapa normal del mundo — alzó el mapa que portaba en la mano izquierda. — y con ayuda de mis cristales — se colocó la mano derecha sobre el pecho, concretamente, sobre su collar de cristales. — he podido localizar las ciudades en las que se encuentran, pero no el lugar concreto. Vamos. — Millie le hizo un gesto con la mano para que Lucy la siguiera, y así hizo. Cerró las puertas de la habitación al salir y siguió a la troll hasta la Sala de las Chimeneas.
Antes de entrar a la chimenea, Millie extendió el mapa por el suelo, enseñándole a la rubia de quince años las ciudades en las que se encontraban los cristales. Lucy se agachó para poder observar detenidamente cada lugar. Acarició con su dedo anular el lugar marcado con una "X", que significaba que el cristal ya había sido encontrado.
— ¿Y qué poderes tienen los demás cristales? — preguntó Lucy mientras se levantaba del suelo.
— Es mejor no saberlo, pequeña aprendiz. Mi objetivo es encontrarlos, el tuyo destruirlos. ¿De acuerdo? — Millie volvió a mirar el mapa y empezó a señalar los puntos rojos mientras los nombraba. — Tenemos que ir a Kyoto, Japón; Dubrovnik, Croacia; Praga, República Checa; San Francisco; Estados Unidos y Venecia, Italia. — Tras aquello, cerró el mapa, lo guardó en un bolsito que llevaba y entró a la chimenea. — Haremos una pequeña parada antes. — Lucy entró con ella y las dos juntas viajaron hasta Londres, concretamente, a una tienda que la rubia no había visto nunca antes. Se trataba de una tienda mágica que vendía tanto productos legales como ilegales en el mundo mágico y pocos la conocían. Aquella tienda la llevaba una anciana ciega que conocía a toda criatura mágica existente, incluso a aquellos trolls tan particulares. La bruja estaba en la trastienda, pero Millie no fue a visitarla a ella, sino a un troll también chica que se encontraba en una estantería, convertida en piedra.
— Tiki, soy Millie, necesito tu ayuda. — Mientras Tiki despertaba, Millie le contó a Lucy que ella fue la primera de los trolls que abandonó el Valle, pero, a diferencia del otro, no los traicionó. Se dedicaba a ayudar a cualquiera en el mundo mágico que necesitaba una ayuda especial.
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Lucy; The Ice Queen
FanficNacida del odio y el rencor, Lucy fue abandonada en San Mungo y llevada a un orfanato mágico llamado Saint Christopher, en el que presenció horribles castigos. De todo lo malo hay algo bueno, y eso fue el descubrimiento en Lucy de su pasión por el a...