La rubia de ojos azules como el hielo se encontraba completamente sola en su habitación de Koldovstoretz. Llevaba horas caminando de un lado a otro de la sala, sentándose de todas las formas posibles sobre la cama y completamente aburrida de estar allí. Como ese día no habían puesto nada de deberes y ella ya llevaba todos los estudios al día, no tenía nada que hacer.
Se incorporó de la cama, dejando de estar acostada en esta para estar sentada, con los brazos en jarra y un puchero en el rostro, observando todo a su alrededor a ver si veía algo que pudiera hacer. Cuando su mirada se paró en el baúl que había a los pies de su cama, se le ocurrió algo y una sensación de nervios recorrió su estómago, provocando un leve escalofrío. Sabía perfectamente qué objeto se encontraba en el fondo de aquel baúl: su escoba. La cual había utilizado apenas un par de veces desde que se la compró, una la primera vez en clase de vuelos, donde lo pasó horrible, y otra cuando su tita Rhaea le ayudó a superar su miedo a las alturas hacia unos años. Desde entonces, Lucy no se había atrevido a subirse a la escoba y no sabía por qué, ya que ahora no le tenía ningún miedo a las alturas.
Suspiró y tras levantarse de la cama, se dirigió al baúl, se colocó de rodillas enfrente de él y lo abrió. Después de unos segundos buscándola, al fin la encontró. Su hermosa escoba, de madera color carbón decorada con plumas del mismo color y una piedra de hielo colgada con una cadena plateada, estaba nueva, a pesar de no ser como las de los demás, a ella le encantaba.
Cerró el baúl y con la escoba entre su mano derecha, salió a paso rápido hacia la Sala Común, donde, por suerte, no había nadie. Siguió caminando por los pasillos del colegio hasta llegar a fuera, concretamente, al campo de entrenamiento. Gracias a los antiguos Zares, no había nadie practicando y podría hacer lo que quería hacer sola.
Fue hacia donde guardaban las protecciones y se las colocó todas. Después, caminó hasta un lado del campo, donde había dejado la escoba antes de ir a por las protecciones, se colocó al lado de esta y extendió la mano derecha al mismo tiempo que se concentraba en que la escoba subiera hacia su mano, siempre le había gustado aquello, ya que era lo único que se atrevía a hacer.
— ¡Arriba! — Fue entonces cuando la escoba comenzó a levitar hasta terminar en la mano derecha de Lucy, que la cogió con fuerza cuando la tenía en su poder y se sentó sobre ella. Colocó sus manos en el mango, sujetándolo con fuerza, como si se fuera a caer.
Antes de nada, cerró los ojos, respiró hondo y se relajó, pensando en todas aquellas cosas que le había enseñado su tita Rhaea. En su mente se repetía una y otra vez la frase: "Inténtalo, estarás bien", que Rha le dijo la primera vez que Lucy consiguió alzarse con la escoba.
Dio un último suspiro y tras dar una patada en el suelo, Lucy empezó a elevarse en el aire conforme iba alzando el mango de la escoba hacia arriba. Cuando llegó a una altura considerable, se inclinó hacia delante para poder desplazarse por el aire. También se inclinaba hacia los lados, dependiendo de la dirección a la que quería ir. Estuvo así unos minutos hasta que cogió más confianza sobre la escoba, entonces, las vueltas eran más rápidas y la distancia con el suelo más alta.
Volar en escoba le producía una sensación nueva, ya que pocas veces antes lo había hecho. Era una sensación de libertad y le encantaba, sobretodo que el aire fresco le diera en la cara haciendo su pelo hacia atrás.
Tras un rato sobrevolando el campo de entrenamiento, aterrizó con mucho cuidado, sacando la escoba de entre sus piernas al terminar.
Una sonrisa de satisfacción se formó en su rostro y Lucy se preguntaba por qué no había probado aquello antes. Estaba segura de que lo volvería a repetir, pues ahora sí que ya no tenía ningún miedo, aunque todavía le daba respeto elevarse en el aire.
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Lucy; The Ice Queen
FanficNacida del odio y el rencor, Lucy fue abandonada en San Mungo y llevada a un orfanato mágico llamado Saint Christopher, en el que presenció horribles castigos. De todo lo malo hay algo bueno, y eso fue el descubrimiento en Lucy de su pasión por el a...