La rubia de ojos azules, ya de diecisiete, casi dieciocho, años, se encontraba en la la Sala Helada, frente a un maniquí. Su posición era la de ataque, con el pie derecho hacia atrás y el izquierdo hacia delante con la rodilla flexionada. Sus brazos, el derecho echado un poco hacia atrás y el izquierdo delante, con las manos abiertas.
Estaba pensando en sus poderes y todo lo que había descubierto que podía hacer en esos ocho años desde que adquirió el control sobre las bajas temperaturas y el elemento del hielo y la nieve, también llamado Crioquinesis. Al principio, sus poderes eran controlados por sus sentimientos. Si ella está animada y en paz, sus poderes están bajo control; pero si está nerviosa o tiene miedo, pierde el control y puede causar un gran daño a los que la rodean. Además, si siente dolor o tristeza, puede hacer que los copos de nieve queden suspendidos en el aire, como ya le había pasado en varias ocasiones. Y si siente ira puede provocar grandes catástrofes.
No lo había probado todavía, pero leyendo sobre sus poderes descubrió que puede dar vida a seres inanimados creados de hielo y/o nieve tales como muñecos o monstruos de nieve. También puede hacer estructuras de hielo, ventiscas y cualquier cosa que cree hielo o nieve como, por ejemplo, nubes, pero de ellas solamente caerá nieve.
Como descubrió en la búsqueda de los cristales perdidos, los poderes de Lucy actúan por su cuenta cuando ella está muy asustada para defenderla. En ese caso pasó que creó sin quererlo un tobogán de hielo para que se deslizase hasta el agua y no cayese de golpe.
Cuando era pequeña, su madre le dio unos guantes para así retener sus poderes, pero no lo hizo con ese objetivo, ya que los guantes podrían haberse congelado nada más colocarlos, pero ella confiaba en que los guantes protegerían a la gente de su alrededor y eso es lo que hizo que, mientras llevaba los guantes, los poderes se mantuvieran desactivados. Todo era psicológico.
Todo eso era lo que ella descubrió que podía hacer con sus poderes y no sabía si podía hacer algo más, pero ya lo averiguaría con el tiempo.
Ahora estaba entrenando, como hacía todos los días de aquel eterno verano en el Palacio de Invierno.
Respiró hondo mientras sus ojos se fijaban en cualquier movimiento que pudiera hacer el maniquí.
Entonces, este lanzó una flecha de madera hacia Lucy y antes de que esta llegase hasta ella, movió el pie derecho hacia delante, alineándolo con el otro, y con las manos con la palma hacia arriba, hizo fuerza hacia el techo, haciendo que del suelo saliese una pared de hielo en la que se clavó la flecha. Después salió de detrás de la pared de hielo y se concentró en que de sus manos saliesen pequeños carámbanos de hielo. El vapor frío salía de sus manos sin cesar y Lucy movía sus manos como si pulsase un botón en el aire y cuando lo presionaba del todo salía el carámbano hacia el maniquí. De algunos se defendía, mientras que otros le daban de pleno. Su objetivo era congelar al maniquí, solamente tenía que tocarlo.
Con la mano derecha seguía tirando carámbanos hacia el maniquí, mientras que con la izquierda creó otra pared de hielo para protegerse mientras recuperaba fuerzas.
Una vez ya estaba lista, ella y su respiración agitada del esfuerzo salieron del escondite. Esta vez Lucy creaba grandes copos de nieve, como frisbees y los lanzaba como a ellos hacia el maniquí.
La rubia pudo acercarse hasta él y toarlo. Nada más entrar su mano en contacto con la madera, una capa de hielo empezó a crearse sobre el material del que estaba hecho, quedando ahora un maniquí de hielo, en vez de madera.
Sacó la mano del maniquí y sonrió satisfecha. En ese momento, su madre tocó la puerta de la Sala.
— ¿Lucy? — su hija le contestó que podía entrar en la habitación, ya que no corría ningún peligro.
Irina entró en la habitación y vio todo, sonrió muy orgullosa. No hacía falta que se lo dijera en voz alta, Lucy ya lo sabía con tal solo ver aquella sonrisa.
— Ya he terminado. — dijo Lucy y se abrazaron muy fuerte.
Todavía abrazadas, Irina cerró la puerta con su magia y las dos se alejaron caminando por el pasillo del gran Palacio de Invierno. Al día siguiente entrenaría más.
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Lucy; The Ice Queen
FanfictionNacida del odio y el rencor, Lucy fue abandonada en San Mungo y llevada a un orfanato mágico llamado Saint Christopher, en el que presenció horribles castigos. De todo lo malo hay algo bueno, y eso fue el descubrimiento en Lucy de su pasión por el a...