La de cabellos platino y orbes color zafiro como el hielo estaba bastante preocupada debido a que su marido, Edward, no había vuelto a casa después de entrenar. Estas últimas semanas estuvo entrenando durante todo el día para un partido importante que tenían un par de días después de volver de la babymoon, la cual la rubia decidió realizar sola después de estar esperando a Edward durante bastante tiempo. Él no apareció para el viaje, cosa que enfureció a la rubia de una forma inimaginable, así que decidió irse ella sola, no iba a perderse el viaje por su culpa. Estas últimas semanas Edward estaba muy ausente, Lucy se sentía sola, necesitaba el cariño de su marido y no recibía nada. Solo esperaba que aquella noche volviese como antes a casa para hablar con él, su relación no iba bien desde hacía unas semanas y quería aclarar las cosas y si no ocurría, terminar con su matrimonio.
A pesar de su enfado, seguía preocupada por su marido, pues ya habían pasado dos días desde aquel partido y se suponía que Edward no tenía que llegar tan tarde a casa, ya que normalmente entrenaba por la mañana y para la hora de comer ya estaban juntos. Debido a ello, Lucy se encontraba bastante nerviosa y con el presentimiento de que le había pasado algo. Sin embargo, intentó tranquilizarse mientras respiraba profundo y pensó que primero tendría que contactar con él y si no lo conseguía ya podía empezar a preocuparse.
El primer paso era enviarle una carta a su tita Rhaea, ella era la entrenadora del equipo de Quidditch y le diría si habían o no terminado de entrenar. Por lo que Lucy caminó rápidamente hacia la mesa que tenía cerca de la cocina, la cual estaba al lado de una ventana y la utilizaba como una pequeña lechucería. Se sentó en ella, cogió un pergamino, una pluma que mojó en tinta negra y comenzó a escribir. En la carta preguntaba si habían terminado ya de entrenar porque el partido ya hacía un par de días que había sido realizado y Edward no había informado a Lucy de ningún cambio de horario. Cuando terminó de redactar, enrolló el pergamino sujetando el cierre con una cinta negra con copos de nieve color plateado bordados en ella y se la colocó a su lechuza de las nieves en el pico.
—Ya sabes hacia donde ir. —le dijo Lucy a Copito mientras acariciaba su cabeza antes de que esta alzara el vuelo y desapareciera entre las nubes que se estaban formando. Se avecinaba tormenta.
Al cabo de unos treinta minutos de intensa desesperación por parte de la rubia, esta escuchó que golpeaban la ventana con el pico. Era Copito, ya había regresado y portaba otro trozo de pergamino enganchado en la pata. Lucy corrió hasta la ventana, la cual había cerrado porque hacía unos minutos que había empezado a caer la lluvia con fuerza. Nancy, conocedora de la preocupación que Lucy sentía, se ofreció a lavar, secar y dar de comer a la lechuza de las nieves. La rusa aceptó, así ella leería la carta. En esta, las grafías de la reina del fuego enunciaban claramente que el entrenamiento había terminado al mediodía, como era habitual. Entonces, ¿dónde estaba Edward?
Los nervios de Lucy aumentaron intensamente provocando una sensación poco frecuente en su barriga. Inmediatamente intentó relajarse, pues no quería que su hija sufriese por ello. Pero no lo consiguió y lágrimas de impotencia comenzaron a salir de su lagrimal provocando un sonido continuo que hacía el hielo al golpear contra la mesa.
Tres veces fue Nancy a recoger todas las gotas congeladas que Lucy iba soltando sin querer hasta que escuchó un fuerte aleteo en la ventana de la cocina. Era una lechuza, pero de un tamaño tan grande que de ella se podrían hacer tres más como la de Lucy. Su pelaje era tan oscuro como el carbón y sus ojos tan amarillos y brillantes como el sol. Nunca había visto una especie como aquella.
La rubia se acercó a la ventana con la mano derecha acariciando su barriga, para así tranquilizar a su hija, que había empezado a dar patadas por el susto que se había llevado su madre al ver a aquella criatura. Con la mano izquierda abrió el cristal que separaba el interior del exterior y cogió la carta que la lechuza había depositado con delicadeza sobre la repisa de la ventana. Lucy actuaba lenta, pues no quería que el animal la atacara, aunque no lo haría. Cuando ella cerró la ventana, la lechuza alzó el vuelo con rapidez.
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Lucy; The Ice Queen
FanfictionNacida del odio y el rencor, Lucy fue abandonada en San Mungo y llevada a un orfanato mágico llamado Saint Christopher, en el que presenció horribles castigos. De todo lo malo hay algo bueno, y eso fue el descubrimiento en Lucy de su pasión por el a...