Era la primera vez desde que tenía memoria que pisaba el Magicongreso Ruso. A pesar de que la familia real rusa tenía una gran relación con este para el buen equilibrio entre el mundo mágico y el muggle, Lucy no estaba muy enterada de nada. Ella nunca había sido instruida para reinar, pues estaba lejos en la línea de sucesión. Aunque debería haberlo estado, pues el asesinato de su hermana tuvo como consecuencia que el trono recayese en ella hasta la mayoría de edad de su sobrino. Aquello fue como si la hubiesen lanzado al mar sin saber nadar, ella siempre intentaba salir a la superficie pataleando, mas esa no era la mejor forma de hacerlo. El tiempo en el que ella fue la Zarina, le resultó bastante dificultoso, pues al no tener los conocimientos necesarios para poder llevarlo a cabo bien, lo único que su madre o las personas que se encargaban de realizarlo todo era su firma. Podría decirse que nunca llegó a reinar de forma verdadera, solo era una joven a la que le tenían que decir qué hacer y decir y cómo.
Por ello, en cuanto su sobrino cumplió la mayoría de edad, se alejó completamente de la parte real de su familia. Su madre empezó a centrarse demasiado en el nuevo Zar de Rusia y ella comenzó a sentirse sola. Añadiéndole a aquello alguna que otra razón más que no tenía nada que ver con el país, aunque según su madre sí, hizo que la rusa de orbes azulados como el mismísimo hielo se alejase por completo de su familia, yéndose a vivir con su pareja. El hecho de ver que ni siquiera se inmutaron, destrozó a Lucy, mas ella era una mujer fuerte, capaz de mantener tanto a ella misma como a su hija con lo que ganaba en la tienda, aunque también tenía guardados en la cámara todos los galeones que había estado ahorrando desde que fue nombrada Duquesa de Rusia.
Dejando de lado aquellos malos pensamientos que ya no quería que estuviesen más en su mente, pasó a escuchar solamente a sus tacones, que resonaban sobre el mármol del lugar y le llevaban hasta la sala en la que Vanya Rosier, la Presidenta del Magicongreso Ruso, comenzaría una conferencia sobre la institución. Había leído aquella noticia en el periódico Gazeta Prorok y no pudo resistirse. Verdad era que la apellidada Romanova nunca se había interesado por ninguno de los Ministerios del mundo, ni siquiera por el de su país. Sin embargo, había escuchado rumores de que en el ruso solamente trabajan mujeres y era algo que le interesaba en demasía, pues le parecía una completa maravilla, de ahí su decisión a pisar por primera vez el lugar.
Cuando entró a la gran sala, buscó el asiento que tenía reservado sin mucha dificultad, tomó asiento en él, cruzó sus piernas y tras dejar descansar sus manos sobre estas, posó sus zafiro sobre la apellidada Rosier, que ya daba inicio a la conferencia.
La charla transcurrió con un gran interés. Miss Rosier se explicó de una forma elegante y culta, utilizando un vocabulario refinado y técnico, aunque entendible por todos y cada uno de los asistentes. Su diálogo fue hipnotizante, tanto que Lucy no pudo dejar de mirarla en ningún momento, como si sus palabras hubiesen sido enredaderas que la atraparon por completo.
Al finalizar, no pudo evitar acercarse a ella para darle la enhorabuena por el éxito de la conferencia y por el buen trabajo que realizaba en el Magicongreso. Tuvo que esperar unos cuantos minutos, pues muchas otras personas también se acercaban con la misma intención que ella. Fue entonces, tras dedicarle sus más sinceras palabras, cuando pidió verla a solas en su despacho, cosa que a Lucy le extrañó, pero que no tardó nada en aceptar.
En cuanto todos los asistentes se marcharon y la Presidenta quedó libre, ambas caminaron sobre sus elegantes tacones hasta la segunda planta, en la que se encontraba el despacho de la mayor. Una vez dentro, ambas tomaron asiento sobre los sillones, empezando a hablar la que daba las órdenes en el interior de aquellas paredes.
— Esto que voy a proponerle es algo realmente importante. —Añadió Vanya.— Y necesitaba a alguien que de verdad fuese a cumplir con lo que requiere. Creo que es la persona adecuada.—
— Me encuentro bastante nerviosa. —Respondió Lucy, tragando saliva.— Cuénteme de qué se trata, espero ser la persona adecuada que desea.—
— Vicepresidenta del Magicongreso ruso; mi mano derecha. —Sus palabras salieron de entre sus labios directas y sin rodeos, tal y como a la menor de las rusas presentes le gustaba. El interior de Lucy empezó a alterarse debido a la emoción que sentía en aquellos momentos, aunque se le unió el miedo de no poder hacerlo bien al no saber nada de aquello, al igual que cuando fue Zarina. Su rostro se mantuvo serio, puede que un poco preocupado.
— Por todos los Zares de Rusia. —Fue lo único que pudo decir. Tras una pausa, continuó.— Ese cargo requiere mucha responsabilidad y yo... no sé si estaría a la altura. —Su rostro se agachó levemente, mordiendo de la misma forma su labio inferior, aunque de inmediato volvió a alzarse, en cuanto escuchó sus nuevas palabras.
— Lo está. Por eso he pensado en usted. —Aquella esperanza que Vanya tenía en ella le quitó todo el miedo que se encontraba en el interior de su cuerpo, quedando solo la emoción y sumándose a ella ganas de hacerlo. Quizá lo único que necesitaba era a alguien que confiase en ella de verdad, cosa que no tenía durante su reinado.
— Me... me ha dejado sin palabras. —Titubeó levemente.— Yo no conozco cómo funciona el Magicongreso, nunca me he interesado por él. —Hizo una pequeña pausa, convirtiendo la confianza que la Presidenta le transmitía en seguridad propia.— Sin embargo, estoy dispuesta a aprender todo lo que sea necesario para poder ser la Vicepresidenta y estar a la altura, porque sí, acepto el cargo. —Junto a sus palabras, alzó levemente la barbilla, orgullosa de la decisión que acababa de tomar.
— No sabe hasta qué punto me alegra oírlo. —Añadió la que a partir de ahora sería su compañera de trabajo.— Una de las peculiaridades es que solo mujeres trabajamos en él, y no encontré el modo de decidirme por ninguna para dicho cargo. —Hizo una pequeña pausa.— Es la persona idónea. Le enseñaré cuanto necesite. —Lucy le dedicó una amplia sonrisa.
—Ese detalle sí lo conocía y, he de decirle, que me parece fabuloso. —Volvió a sonreís, esta vez más ampliamente.— Muchas gracias por confiarme el puesto y por ofrecerse como guía. Ahora, ¿por dónde empezamos?
Primero debe saber cómo llegar. —Vanya Rosier estuvo dándole a Lucy Romanova la información básica y necesaria que debía conocer para trabajar allí, la cual la memoria de la menor de las rusas retenía completamente. Tras aquello, la rusa de platinos cabellos volvió a su casa con la sensación de que aquel era uno de los días más felices de su vida.
Se acababa de convertir en la nueva Vicepresidenta de Magia del Magicongreso Ruso, cosa que le llenaba de emoción y de felicidad. No sabía cómo iba aquello, lo descubriría con el tiempo, pero de lo que estaba completamente segura era de que trabajaría como nunca antes lo había hecho para conseguir estar a la altura y demostrar todo lo que ella era capaz de hacer. Solo necesitaba tiempo, organización y confianza y lo poseía todo.
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Lucy; The Ice Queen
FanfictionNacida del odio y el rencor, Lucy fue abandonada en San Mungo y llevada a un orfanato mágico llamado Saint Christopher, en el que presenció horribles castigos. De todo lo malo hay algo bueno, y eso fue el descubrimiento en Lucy de su pasión por el a...