Decidido. Esa misma tarde iría a por Nancy, después de haberlo estado pensando durante varias semanas llegó a una conclusión.
Nancy era la elfina doméstica que servía a Madame Mikela en el orfanato en el que Lucy se crió hasta los seis años, al principio ella le era fiel a su ama, pero unos meses después de que Maddie se fuera a su nuevo hogar, la cosa dio un giro inesperado. Madame Mikela seguía igual, todavía no había llegado Evelyn Abigail, la sangre sucia, y la elfina empezó a desconfiar de la directora. Aquella pobre criatura ya hacía las cosas que ella le mandaba con desgana, incluso se llevó varios golpes por parte de la mayor. La rubia de ojos azules como el hielo recuerda lo mal que lo pasaba cuando veía sufrir así a Nancy, a partir de ahí la elfina la cuidaba mucho mejor, al igual que al contrario, la ayudaba con algunas cosas y ella a la niña, le cogió muchísimo cariño y le dio mucha pena cuando se separó de ella cuando la adoptaron.
Seguro que actualmente seguía trabajando para ella obligadamente, pero Lucy cambiaría aquello.
Después de comer, fue a su habitación para vestirse. Se colocó unos pantalones vaqueros negros, una camiseta corta a rayas de color granate, negro y gris, una chaqueta de cuero roja y unos botines negros de tacón alto. Como siempre, la varita escondida en el interior de la manga izquierda de la chaqueta por si la necesitaba. Diez minutos después, salió del Palacio a través de la chimenea hasta la Mansión Kolosva, de allí iría andando hasta un callejón cercano y se aparecería en la puerta del orfanato, el cuál se encontraba en un lugar en el que nunca pasaba gente.
El viejo edificio estaba igual que hace años pero ahora cubierto de nieve. Mil imágenes empezaron a pasar por su cabeza nada más verlo e hicieron que se le llenaran los ojos de lágrimas.
Negó rápidamente con la cabeza y con paso decidido caminó hacia la puerta para dar varios golpes sobre esta y esperar a que le abriesen.
A los dos minutos, la puerta se abrió dejando ver a Nancy. Una amplia sonrisa se formó en su rostro, al igual que en el suyo, la había reconocido al instante.
—Nancy, llévame hasta Madame Mikela, por favor.
Sin perder ni un segundo, la elfina la condujo hasta el despacho.
La puerta se abrió despacio y entró, todo estaba absolutamente igual que cuando ella vivía allí.
La mujer levantó la mirada del pergamino en el que escribía y sus ojos se abrieron de par en par al verla, no la esperaba allí.
—Vaya, vaya, pero mira a quién tenemos aquí. ¿A qué has venido, niña?
Pasó completamente de contestarle, simplemente avanzó hasta una de las butacas y tomó asiento.
— ¿Deseas algo?
— Deseo que mueras.
Una sonora carcajada salió de los labios de la contraria y en los de la rubia se formó una falsa sonrisa.
— Pues ya puedes ir deseando otra cosa.
Rodó los ojos y se giró para observar a la elfina. Después volvió a girar su rostro hacia Madame Mikela.
Abrió su bolso y le tendió un par de cajas que ni se molestó en abrir.
— No quiero nada que venga de ti. Nancy, coge las cajas y quédatelas, a mí no me harán falta.
La elfina le hizo caso y al abrir la caja se encontró con una prenda de vestir, lo que significaba que supuestamente ya era libre. La mujer se levantó de golpe al ver aquello, se le veía tan enfadada que pensaba que iba a explotar.
Acabó por echarlas a las dos de allí, tal y como Lucy quería que pasara desde un principio.
Una vez ya había conseguido su objetivo: liberar a Nancy a traición y sacarla del orfanato, la llevó a su apartamento de Nueva York. Allí le dio de comer y de beber y ella me se lo agradeció mucho.
La elfina no sabía a dónde ir, no tenía hogar, quería quedarse con la rusa. Así que a partir de aquel instante, en vez de servir a Madame Mikela, la serviría a ella, aunque era una elfina libre que trabajaba por voluntad propia.
—Bienvenida a tu nuevo hogar, Nancy.
Le dijo a la criatura con una gran sonrisa en su rostro.
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Lucy; The Ice Queen
FanfictionNacida del odio y el rencor, Lucy fue abandonada en San Mungo y llevada a un orfanato mágico llamado Saint Christopher, en el que presenció horribles castigos. De todo lo malo hay algo bueno, y eso fue el descubrimiento en Lucy de su pasión por el a...