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- Siempre crees saberlo todo- le recriminé, haciéndolo sonreír de forma leve- Seijuro, estoy hablando enserio. ¿Por qué?

- Porque eres mi melliza Seijun, por eso creo saberlo todo de ti- esa fue su respuesta y yo solo bufé-. ¿Arreglaste tus cosas para mañana?

- Sabes bien que si- mentí y jaló mi cabello- ¿Qué?

- Si nuestro padre se entera te regañará- me recordó.

- Papá esto, papá esto otro. Lo peor es que si tiene que regañar a alguien, lo hace conmigo. Siempre he actuado de la misma forma y ahora se queja.

- Sabes como se han vuelto las cosas. Y el que hayas insistido en que te sacará de ese internado de damas para estudiar conmigo creo que influye en eso- añadió.

- ¿Sabes lo horrible que eran allá? ¡Las damas no pueden ocupar la falda por sobre la rodilla, que deben cuidar como comen, no pueden ser groseras, que deben aprender a guardar silencio! No nos dejaban ni leer hasta tarde porque debíamos tener nuestro "sueño de belleza".

- Si, desde que volviste te quejas de eso, suerte que mañana entramos a segundo año de secundaria. Ya quiero presentarte a los chicos de Basket, creo que te agradarán.

- Si son tan agresivos como yo, si. Sino, lo dudo- le recordé y antes de que pudiera responderme, una de las mucamas nos habló mientras caminaba en nuestra dirección a paso apresurado- ¿Qué sucede?

- Su padre ha llamado. Dice que llegará a las seis de la tarde acompañado de ciertas personas. Quiere que estén con vestimenta semiformal cuando él llegue para cenar- rodé los ojos y mi hermano me pellizco.

- ¿Y qué hora es? - preguntó.

- Las cinco y media, joven Seijuro. Ah, señorita Seijun, casi lo olvidaba, su padre dijo que debía usar vestido o falda, no pantalones.

- ¡Mierda!- me quejé y Seijuro solo frunció el ceño- ¿Qué?

- Nada, venga, vamos a arreglarnos rápido. Tenemos solo media hora.

Dicho eso, me arrastró dentro de la casa hasta mi habitación y me envió a ducharme rápido mientras él se encargaba de dejarme algo decente para no hacer enojar a papá.

Salí cuando faltaban 15 minutos y me coloqué aquel vestido que mi hermano me había dejado, pero obvio, me coloqué calzas cortas también. Nunca se sabe. Tenía 10 minutos para peinarme de forma decente y maquillarme un poco.

- ¿Aún no estás lista?- preguntó Seijuro entrando a mi habitación y ubicándose frente a mi espejo para arreglarse la corbata-. ¿Me veo bien?

- Siempre, y me falta solo peinarme, baboso- le señale mientras cepillaba mi cabello.

Pero, como siempre, él acabó ayudándome y haciéndome un medio moño justo a tiempo. Nos dirigimos juntos a la sala de espera y cuando nos sentamos para relajarnos, papá entro en casa junto con otras personas.

- Déjame decir unas cuantas groserías antes de que llegue hasta acá- pedí rápido y mi hermano asintió, por lo que procedí a susurrar un montón de insultos de forma disimulada.

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