7. ¿PROTOCOLO?
Abbi
Respira. Respira... ¡Dios! Tengo que calmar mi maldito corazón. ¿Qué diablos con William? Por un minuto pensé que todo iba a estar bien, la manera en que corrió a mi encuentro rompiendo las reglas protocolarias fue tan romántico. Nunca pensé que fuera parte de la obra que estábamos montando para el mundo.
Nunca iba a ser suficiente para él, jamás sería lo que él quería.
Lo seguía a él en todas las redes sociales, veía sus fotografías en Instagram y en Facebook, agradecía a los cielos que fueran muy de vez en cuando que ponían cosas juntos. Lo conocía, pero no a la perfección y prefería que fuera así. También agradecí que su cuenta fuera cerrada para no ver nada de ella.
Quería creer que las acusaciones contra Lui eran celos, pero las palabras que sonaban en mi cabeza eran las que me repetían que ellos jamás escogerían a alguien como yo. Cerré los ojos escuchando las pisadas que se acercaban a mí. Estaba en la puerta con vista al jardín de la mansión. La fuente antigua decoraba el jardín, las gotas chocando contra la poza de agua era relajante y por unos instantes más deseaba seguir escuchando eso.
—Abbi —escuché la voz de William—. Abbi, para. Déjame explicarte. No escuchaste bien, no me refería a que no le gustes por ti, es por su actitud. ¡Mierda, Abigail! ¿Vas a parar?
Me quedé estática. ¿Había maldecido en voz alta? Eso casi no pasaba, no frente a su prometida, o frente a las chicas. Sabía que los chicos soltaban tacos a cada rato, pero jamás frente a las chicas. Negué con la cabeza recordando a mis compañeros de los Estados Unidos. Ellos sí que soltaban unas palabras dignas de sentir lástima, unas que romperían con todo lo que conocía.
Recuerdo que al principio era demasiado raro. Lugo me acostumbré tanto que mamá y papá debían llamarme la atención en cada momento. Me di media vuelta para ver a William con la respiración agitada.
—Lo siento, no quería decir esa palabra. Es solo que... Abbi, me pones nervioso, ¿está bien? Sé del trato que hicimos, pero, aun así quiero cuidar tu reputación. ¿Acaso es malo eso?
Me quedé viéndolo de arriba abajo. No quería que pensara que esto era por hacerme una mala reputación o dañar a nuestra futura familia. Esto lo hacía por él, porque me prestara atención. Lo único que había conseguido era sentirme fea y no deseable. ¿Cómo creía él que no podía gustarle a alguien? Negando con la cabeza, me di media vuelta para alejarme de él. No quería verlo ni en pintura.
—¿Algún problema? —la voz de Lui me llegó como campanas. Gracias al cielo, siguió con su promesa. Al menos eso esperaba.
—Lui, déjala. Ella y yo tenemos que hablar. Es mi prometida y...
—Sí, es tu prometida, pero aún no van a casarse. Además, tienen un acuerdo, ¿no es así?
Vi a William abrir la boca para decir algo, en lugar de eso, simplemente cerró la boca alejándose de nosotros. Quería caerme al suelo y llorar como una niña. En realidad, no quería que William se fuera. Quería que habláramos de esto. Pero no podía, esto era una gran inmadurez de mi parte.
¿Por qué no podía ser como mi hermana? Una gran sumisa, que se hincaba ante su novio y rogaba por su amor. Al contrario de eso, yo estaba dispuesta a llevar esto a los extremos. No quería rogar por amor, quería que me amaran de verdad, por ser como era, no lo que todo mundo deseaba que fuera.
—Abbi —susurró Lui—. ¿Estás bien?
—No lo sé —respondí con toda sinceridad.
—Creo que sería bueno contenerse un poco y en la fiesta informal darle celos, pero... ahí adentro está su majestad, Isabel. No creo que le agradara mucho su forma de romper el protocolo. Aun así, fue toda una odisea verte correr y a William detrás de ti —soltó una carcajada—. ¿Sabías que lo tienes dominado? Nunca lo vi de ese modo. Es triste que él no se dé cuenta.
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TENÍAS QUE SER TÚ
RomancePRIMERA PARTE DE LA SERIE "LOS HAMILTON" El destino estaba escrito desde que eran niños, trazaron una historia que jamás imaginaron. Condenados a vivir un matrimonio por conveniencia para mantener el linaje real. William Hamilton tiene el mundo a su...