34. EL ÚLTIMO ADIÓS

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34. EL ÚLTIMO ADIÓS

Abbi

Las tardes en la mansión se volvían eternas, más porque Mary estaba en la casa de los Montgomery. Lui se encargó de hacer pública su relación con Mary en redes sociales y del embarazo de la chica no de élite. Sus padres no tuvieron más opción que tenerla en casa y apoyarlos en todo momento. Poco a poco la madre de Lui iba cambiando de idea.

William venía casi todos los días por mí, pasábamos horas en la casa de Lui, platicando y jugando algún juego. Día con día veíamos cómo su luz se iba apagando sin que nosotros pudiéramos hacer nada. Will ya no volvió a tocar el tema de la solicitud de compromiso, tampoco me mencionó si estaba haciendo algo para solucionar nuestra situación. Imaginaba que estaba esperando a que las aguas se calmaran.

Había pasado una semana y media, tampoco teníamos noticias de Harry. Cora seguía siendo tan linda como siempre, atenta y una chica que demostraba su amistad en todo momento y Blake seguía demostrándole lo importante que era para él.

Entré a la oficina de mi padre. Él estaba observando unas cartas en su escritorio. Me indicó que me sentara frente a él. El puro que estaba fumando sacaba humo de recién inalado, el café recién hecho y la mezcla de los dos aromas me recordaba a mi abuelo años atrás haciendo exactamente lo mismo que mi padre.

—Abbi, cariño ¿Quieres tomar algo?

—No papá, gracias. ¿Pasa algo? —era raro que él me llamara a su oficina.

—El chico llegó hoy temprano a entregar su solicitud. No sus padres, fue él, personalmente. Tiró un discurso enorme acerca de no querer ser como todos nosotros que nos obligábamos a amar a nuestras agapis y no simplemente estar con la que amábamos. Demostró de todas las maneras posibles que te ama y que, si fuera por él, te secuestraba llevándote a Las Vegas para casarse contigo. Lo cual no me gustó como ya te lo imaginas.

—William —susurré sabiendo que era él.

—Sí, estamos hablando de William como ya sabes.

—¿Cuándo dan la resolución? —pregunté sintiendo mi mundo cobrar color. Will estaba luchando. En estos momentos incluso yo me iba a Las Vegas y me casaba con él.

Mi padre me dio un pergamino bastante largo. Levanté la vista esperando una respuesta. Mi padre, con su traje azul marino sonrió ampliamente.

—Lee hasta abajo del pergamino —dijo papá señalando la hoja en mi mano.

Volví a extender el papel enrollado y comencé a leer hasta llegar a la parte que decía en letra grande «APROBADO». Levanté la vista para ver a mi padre con esos ojos de orgullo. Lo habían aprobado, no podía creerlo, podía estar con William, podíamos, finalmente, vencer a todos esos subidos y estar juntos. Me abalancé a los brazos de mi padre como nunca lo había hecho, abrazándolo y gritando de felicidad. Sin esperar nada, corrí a la entrada de la casa para buscar al chofer y pedirle que me llevara a la casa de William.

¡Solo no puedo creerlo! Finalmente, podemos estar juntos.

Antes de encontrar al chofer en la entrada, encontré un deportivo negro. No tenía ni que preguntar de quién era, lo sabía a la perfección.

—¡William! —grité al tiempo que lo veía salir de ese increíble carro con sus lentes oscuros y su chaqueta larga color negro. Su cabello largo rubio despeinado tal y como a mí me gustaba. Sonreí sin preocupación alguna al verlo. Finalmente, juntos, malditamente juntos.

—Pequeña —sin decir nada más me abrazó, respirando acelerado. Algo estaba pasando en su mente, lo sentía temblar. No sé si de felicidad o de derrota. Pero sabía que estaba feliz y al mismo tiempo destrozado.

—Lo hiciste —dije sonriendo a sus ojos llenos de lágrimas.

—Te lo dije, solo tenías que confiar en mí. Solo eso —me dio un beso en los labios, esos labios húmedos y llenos de deseo.

—Lo siento — dije observando que algo definitivamente estaba mal. Acababan de aprobar nuestro compromiso, debería de estar feliz, ¿o no?—. Algo no está bien. ¿Qué pasa?

William me abrazó con fuerza besándome con furia, como si intentara desahogar una pena que lo estaba matando por dentro. Lo tomé del cuello atrayéndolo más cerca de mis labios. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero sabía que me necesitaba tanto como yo lo necesitaba a él.

—Estamos juntos y aprobaron nuestro compromiso —dije pegada a sus labios—. ¿Qué está mal?

—Nada, pequeña, estamos juntos para la eternidad —sus manos temblaban sin control y por más que intentaba saber qué estaba pasando sabía que necesitaba solamente calmarlo y distraerlo. Me negaba a pensar que podía ser... Quizá...

—Sí, pequeño, para la eternidad —susurré sintiendo cómo William me atraía a su depresión total.

Sin decir una palabra, William se recostó en su deportivo atrayéndome a él. Volvimos a besarnos desesperadamente. Él lo necesitaba más que yo. Sintiendo algo salado en mis labios, entendí que eran lágrimas. Me aparté al tiempo que William se desplomaba en mi hombro. Lo sentí llorar al tiempo que le sobaba la espalda de arriba abajo. Tranquilizando la tensión que se formaba con más fuerza. No tenía que preguntar qué estaba pasando, ya lo sabía, mi corazón lo sabía.

Cerré los ojos sintiendo mis lágrimas acompañar las de William.

Lui.

TENÍAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora