32. DE REGRESO A CASA

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            Estamos a muy poco de terminar
Que lo disfruten!!!

32.      DE REGRESO A CASA

Abbi

El vuelo fue bastante incómodo. Eso de ir acostada, con unas mierdas en la nariz, suero y una enfermera preguntando si no sentía dolor todo el rato era molesto. William y Mary estaban sentados muy cerca de mí. No quería ni preguntar en cuánto salió este pequeño vuelo privado en un avión ambulancia solo por dignidad. No quería saber cuánto tendrían que gastar mis padres en un quiste.

William me lanzó una sonrisa de medio lado antes de comprobar que todo estaba bien conmigo. Luego regresó a su lectura. Nunca lo había visto leer antes y verlo de ese modo fue demasiado sexi para ser verdad, a pesar de que era uno de esos libros de economía política. Mary, por su parte, estaba leyendo por décima vez la carta que Lui le mandó. No solo le mandó una carta agradeciendo que ofreciera su vida y viviera la vida que le había tocado vivir a él, le mandó los papeles de paternidad —como si supiera del bebe—, le mandó una herencia que tenía que reclamar tarde o temprano y le dejó la vía libre a su hijo mortal para vivir una vida increíble en Londres. Que Lui le diera todo eso, no significaba que la élite fuera a aceptar.

Ella estaba dispuesta a dejar su vida por un chico que apenas si conocía. Mary siempre soñó con hacer algo heroico en su vida, creo que se pasó un poco con su momento heroico, pero estaba feliz por ella. Solo con verle la cara llena de ilusión, el deseo que tenía de ser mamá, me hizo pensar que este era su destino. Ella aceptó a ser algo que podía soportar. Era impresionante ver el cambio que mi amiga había tenido.

Lui aún no sabía absolutamente nada del bebe. Queríamos llegar para decírselo. Al regresar de Grecia, Lui tuvo que someterse a una operación por agua en los pulmones. Veía la cara de Will, la manera en que se desesperaba por salvar a su amigo. Era cuestión de tiempo para que Lui nos abandonara, William se negaba a aceptarlo. Sabía a la perfección que esto sería una piedra bastante fuerte que superar.

Al llegar a Londres. Mis padres estaban esperándonos junto a una ambulancia. Todo este traslado no hubiera sido necesario si Lui tuviera más tiempo. Will y Mary parecían desesperados por venir, una parte de mí también lo estaba. Lui fue mi apoyo cuando más necesitaba de alguien. Saludé a mis padres con una gran sonrisa falsa. No sabía cómo iba a remediar esta situación de Will y mía, tampoco estaba segura de cómo tomarían esta travesura de irme con un quiste en el ovario.

—Abigail —dijo mi padre muy serio.

—No uses ese tono conmigo —me quejé.

—¿Qué tono?

—El que usas cuando vas a regañarme. No fue mi culpa que un quiste decidiera formarse en mi ovario.

Mi papá soltó una risa escandalosa llamando la atención de mamá y la madre de William que hablaban con una de las enfermeras. William estaba hablando con su padre de una manera muy tranquila y seria. Siempre frente a su padre adquiría esa postura tan ejecutiva.

—No es tu culpa, eso lo sé. Lo que no entiendo aún es, ¿cómo paraste una vez más con William? Pensé que habías terminado con él.

—Sí, bueno. Simplemente pensé que podía vivir sin él.

—Supongo te diste cuenta de que no era de ese modo —mi padre tenía una sonrisa en el rostro que no reconocía muy bien, estaba siendo más tierno de lo normal.

—Así es. No puedo papá, lo amo.

Decirlo en voz alta costaba tres veces más que solo pensarlo. Hablamos durante horas con William acerca de cómo lo tomaría la élite mayor. Will estaba dispuesto a mandar a todos a freír papas si no dejaban que estuviéramos juntos, de mi parte estaba dispuesta a lo mismo, la diferencia es que yo quería dialogar todo este asunto antes de tener que recurrir a la parte extrema.

TENÍAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora