25. MÚNICH

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25. MÚNICH

Abbi

Me desperté con el corazón en la mano. ¿Qué diablos había pasado ayer? ¿Cómo me dejé guiar por sus sentimientos? Observé a Will, tapado por las mantas negras. Esto no estaba bien, teníamos casi tres semanas, si no es que más de no hablarnos. No podíamos simplemente venir y acostarnos. Eso no era correcto. No estaba bien. ¿Pero qué me pasa?

Ayer no le dije que no acepté a Harry como agapi, tampoco le dije que tenía más de una semana de no hablarle. ¿De qué serviría decirle de inmediato cuando estábamos besándonos de esa manera?

La negociación que pidieron los Woodgate sonaba tentadora, era una familia menos poderosa que los Hamilton, aun así, manejaban bastantes influencias mundiales para rechazar la oferta. Después de William, Harry era el mejor partido disponible. Will era todo lo que quería a pesar de todo el maldito drama que estábamos manejando, es como si tuviéramos diecisiete años y no veintiún en mi caso, casi veintitrés.

Will me abrazó la cintura regresándome a la cama. Sus brazos se sentían tan bien, pero mi moral me estaba dando un reclamo de campeonato.

—Pequeña, ¿te había dicho que puedo despertar cada mañana de este modo?

—Sí, cuando estábamos juntos —le recordé con una sonrisa en el rostro.

—Abbi, tenemos que hablar —dijo apretándome contra su cuerpo.

Correcto, teníamos que hablar tantas cosas que no sabía por dónde empezar. ¿Cómo le digo las cosas? Hey, William, estoy teniendo náuseas y creo que puedo estar embarazada porque no recuerdo cuando fue mi última menstruación. Estaba segura de que me vino, pero mi cabeza me estaba haciendo dudar horrores.

Me mordí los padrastros del dedo esperando una buena forma de empezar a hablar. Dicen que la base de una relación es la comunicación y en estos momentos debíamos comunicar todo lo que sentíamos si esta relación extraña iba a funcionar.

—Perdóname por cómo reaccioné con todo el asunto de Ames. Creí que ella importaba algo, pero a los segundos que te solté me di cuenta de que jamás quería soltarte.

Lo observé unos segundos no sabiendo qué decir. Ames había sido su mundo, su universo. Es imposible que no sea nada ahora. Me tomé las manos como era mi costumbre para ocultar el movimiento involuntario que salía de ellas. Esto no estaba bien.

—No quiero hablar de eso. ¿Puedes darme un poco de tiempo para asimilar todo? Sé que tenemos que hablar, pero... no puedo. William, me dolió horrores en el momento en que me soltaste para abrazarla. Sentí que mi mundo... —la voz se me fue por completo mientras las lágrimas se formaban detrás de mis ojos. Qué mierda de debilidad hormonal.

—Lo siento, lo siento, lo siento. Abbi te amo y quiero que entiendas que tú estás primero.

—Me gustaría decir que te creo, Will, pero... rompiste mi corazón y me hiciste creer que era menos de lo que era y eso no lo hace una persona que te ama.

William suspiró con desesperación viéndome como si suplicara internamente por algún perdón divino. Perdonar es fácil, olvidar es una cosa muy distinta. Negué con la cabeza esperando a que él dijera algo.

—¿Qué tengo que hacer? ¿Tiempo? Porque si es tiempo lo que necesitas estoy dispuesto a darte lo que necesites. Puedo explicarte a detalles todo lo que está pasando en mi mente y prometo ir ganándome tu confianza poco a poco.

TENÍAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora