31. QUISTAKI HAMILTON

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            hellooooo . Aquí tienen para ustedes con amor.

31.      QUISTAKI HAMILTON

William

Mary no dejaba de preguntar todo tipo de cosas, de cómo comenzó el dolor, qué fue lo que pasó y cosas por el estilo que no quería contestar. Negué con la cabeza sintiendo ese maldito nudo en la boca del estómago. Si no me da un ataque del corazón en cualquier momento, va a ser un gran milagro. Estaba muerto de la preocupación. Odiaba los hospitales, me traían un muy mal recuerdo. Pensaba en Lui, en su enfermedad.

Un doctor entró a la sala y sin pensarlo dos veces me puse de pie viéndolo fijamente. El señor frunció el ceño viéndome de arriba abajo.

—¿Familiar de Johana?

—¡Oh, Dios! —gritó una señora detrás de mí—. Yo soy su madre.

—Señora, su hija salió bien de la operación, pronto podrá entrar a verla —antes de que se retirará dejando a la mujer abrazar a su esposo con emoción, lo tomé del brazo. Necesitaba saber de Abbi.

—Abigail Sheperd. Necesito saber qué pasa con ella. Por favor.

El doctor explicó unas mierdas de no estar al tanto del caso, pero que averiguaría dónde estaba y quién veía su caso. Estaba a segundos de gritarle cuando Mary me calmó pasándome el teléfono. Era Lui. Hablamos un momento, derramé un par de lágrimas, no de tristeza, eran de frustración de no podía tener a Abbi en mis brazos para calmarla. Las imágenes de ella gritando de dolor me regresaban a cada momento. Me sentía tan impotente.

Observé a Mary con más atención, no tenía nada que hacer. Pensaba en lo que dijo Lui, de querer un bebe con ella para conservar un linaje distinto de su sangre. Lamentaba que no hubiera salido como él quería. Su cabello estaba recogido, tenía ojeras y su ropa de dormir aún puesta. Se veía algo hinchada, como si estuviera reteniendo líquidos o algo por el estilo.

—¿Te sientes bien? —pregunté, observando que estaba inquieta.

—Solo un poco de migraña, últimamente estos dolores de cabeza se vuelven insoportables. Qué hay de ti, ¿todo bien?

—Sí, bueno... Preocupado como debe de ser. No sabía nada del embarazo de Abbi, tuvo que tratarse con más tiempo. ¿Por qué no vino con tiempo? Solo no entiendo.

—Ella estaba asustada, no lo creía posible. Le ha costado aceptar que va a ser mamá, eso es todo. Dale tiempo.

Darle tiempo era todo lo que podía. Yo tampoco sabía cómo asimilar la noticia. Tuvimos que tener más cuidado. ¿En qué estábamos pensando? No estábamos listos. Mary se tomó la cabeza con desesperación, su dolor de cabeza debe de ser intenso para tenerla de ese modo. Sin decir nada, salí de la sala de espera, caminé a la cafetería, pedí un café, pasé con una enfermera para pedirle una pastilla y regresé con ella para que pudiera tomar lo que le había llevado. Cuando entré, Mary me regaló una amplia sonrisa bastante amigable.

Estuvimos sin decir nada en lo que pareció ser una eternidad. No fue hasta que un doctor canoso y bastante viejo entró a la sala, esta vez no me puse de pie para captar la atención de todos. Esperé y recé porque fuera por Abbi.

—¿Abigail Sheperd? —preguntó el médico. En ese momento, tanto Mary como yo, saltamos de nuestros asientos para estar frente al hombre con canas—. Vamos a tener que someterla a una operación, es sencilla pero necesaria.

—Va a tener que ser más específico, doc —dije viéndolo nervioso—. ¿Qué le pasa a Abbi?

—Tiene un quiste de 5 centímetros, hay que extirpar el quiste para que se mejore. Solo necesitamos datos del seguro y la firma del encargado de ella.

TENÍAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora