22. EL CHICO MALO
Abbi
Eran las tres de la madrugada y tengo que admitir que cuando Harry dice salir a cenar, nunca es realmente salir a cenar. Siempre está con sus amigos, tomando en algún bar donde toquen rock. No me quejo de que él y yo nunca estemos solos, al contrario, me da igual que sea de ese modo. Lo preocupante de todo es que por intentar encajar con ellos tomo igual que ellos y siempre paro más borracha de lo que quiero.
Entré a casa rogándole a todos los santos que William no estuviera con Ames aún despiertos, hablando o besándose en el sillón. Al entrar encontré todo apagado y eso me hizo sentir mejor. Al prender las luces me sorprendió ver todo como lo dejé cuando me fui. La comida seguía sin tocar. Pollo a la naranja, fideos de arroz, y arroz chino. Se me hizo agua la boca porque era todo lo que me gustaba. Qué gran desperdicio de comida.
Caminé a la cocina con los platos de comida. ¿Qué más da? Si ellos no se lo comen me lo como yo, no hay que desperdiciar, además, estoy con mucha hambre. Preparé un plato de comida y lo puse a calentar, caminé a la sala para prender la televisión y poner la serie estadounidense más famosa, Friends. Era de mis favoritas para ver en la noche antes de dormir.
Al llegar encontré a Will dormido en una muy mala posición. Dejé el plato ayudándolo a levantarse de ahí, no podía simplemente quedarse ahí. Lo moví un par de veces logrando que se despertara. Me fijé en las cervezas y la botella de vino. ¿Lo dejó plantado Ames? Pero qué perra. ¿Cuál es su problema?
Sentí un nudo en el estómago por esta imagen, se veía desgastado y apestaba a cerveza. Intenté levantarlo del sillón para llevarlo a la cama, pero era peso muerto. No podía siquiera moverlo.
—¡Vamos, William! —dije poniendo mis fuerzas—. Arriba.
Estaba a segundos de lograr levantarlo cuando William despertó de golpe. Toda la fuerza que estaba poniendo en su cuerpo me mandó directo a la mierda. Quizá, si no hubiera estado borracha me hubiese quedado parada. Pero como no estaba bien, caí de bruces al suelo.
—¿Qué te pasa? —me gritó William.
—Solo quiero llevarte a tu habitación.
—¿Para qué? No viene tu noviecito ese —las palabras sonaban cargadas y llenas de furia.
—No, pero mi prometido está borracho y tengo que...
—¿Tienes que? —soltó una carcajada—. No tienes que hacer nada, Abigaiiiil. Créeme, ya has hecho suficiente. Estoy... quebrado.
Se llevó las manos al pecho con una mueca de dolor. Esta escena era demasiado para mi corazón, me senté a su lado.
—¿Quieres comida china? Espero no te moleste, agarré un poco.
—¿Me sirves un plato? —se sentó a mi lado dándome una sonrisa un poco inestable. No hay nada que comida a las tres de la mañana no solucione.
—Claro —me dirigí a la cocina viendo cómo William me observaba desde donde estaba.
Preparé el plato de comida y regresé sentándome en nuestro sillón habitual, puse la televisión buscando en Netflix Friends para sentarme y verla junto a William. Este asintió con la cabeza antes de mencionar que era una de las mejores series del mundo mundial.
La comida estaba deliciosa a pesar de ser recalentada. No hablamos durante un buen tiempo, veíamos la serie tomando Coca-Cola los dos como si fuera una cena a las ocho de la noche y no a las tres de la madrugada.
—Lamento que te dejara plantado. Se ve que es una perra —dije intentando captar su atención y desviar el tema.
—Sí, la vida es una perra.
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TENÍAS QUE SER TÚ
RomancePRIMERA PARTE DE LA SERIE "LOS HAMILTON" El destino estaba escrito desde que eran niños, trazaron una historia que jamás imaginaron. Condenados a vivir un matrimonio por conveniencia para mantener el linaje real. William Hamilton tiene el mundo a su...