y estamos a un Epilogo de terminar
¡Gracias por acompañarme en esta odisea tan hermosa como es volver a subir TENIAS QUE SER TÚ!
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Abbi
Entramos en la comodidad de casa. Por más cansada que estuviera, no podía dejar de sonreír ante la imagen de ese bebe al momento de salir. No vi la sangre, ni la cosa pastosa que se adhería al cuerpo del bebe. Veía una cosa hermosa llorando y haciendo estragos en el lugar. Mary estaba sudada y mi mano dolía como nunca antes lo había hecho. Dejé que mi mejor amiga me gritara, me pegara y me quebrara la mano con su agarre. Valió la pena cada segundo que estuvimos juntas viendo a ese bebe venir al mundo.
Nada había sido mejor que ver la cara de Will al momento de ver al bebe. Louis dormía en mis brazos y William estaba muerto en pánico. Podía verlo en sus ojos. Sabía que lo sentía. Pero todo cambió repentinamente. Los ojos se le iluminaron al ver esa cosita hermosa. Sus ojitos cerrados y la insistencia de Will de querer que los abriera para ver si lograba ver un pedazo de Lui dentro de ellos.
Me quité la blusa y el pantalón viendo cómo Will prendía la ducha. Ya no sentía vergüenza o pena al tiempo que estaba cerca de él. Era bastante cómodo estar desnuda a su alrededor. Acercándome a él, lo ayudé a quitarse la camisa, el pantalón y el bóxer negro pegadito. Realmente se veía muy bien con esos, resaltaban todo su...
—Si sigues viéndome de ese modo, no vamos a llegar dentro de la ducha, pequeña —William me veía con una gran sonrisa en la cara.
—Entonces deja de mostrar tu gran...
—¡Nena! —gritó sorprendido.
—¿Qué? Si es verdad. No es mi culpa que me la estés restregando en la cara, Will.
—Ammm, Abbi. No te estoy restregando nada en la cara —dijo acercándose de ese modo posesivo que solía tener cuando estaba determinado en algo—. Al menos no aún.
Sin previo aviso me tomó por la cintura abrazándome con fuerzas. Capturó mi labio inferior apresándolo con sus dientes. Solté un gemido desde lo más profundo de mi garganta retorciéndome de deseo en sus brazos. Acomodándome, salté a sus caderas envolviendo mis piernas. Una de sus manos me sostenía de manera que la otra me acercaba más a él. Estábamos llenos de lujuria, por alguna razón. A pesar de que estábamos acostumbrados a estar juntos, el deseo seguía fuerte.
El agua golpeó mi espalda. Hubiera gritado de no haberla sentido deliciosa, caliente y refrescante al mismo tiempo. Las gotas comenzaron a rodear nuestros cuerpos mientras nos movíamos al ritmo de los latidos del corazón.
—William —susurré contra sus labios. Grité cuando sus movimientos se hicieron constantes.
Su mano me apretaba con fuerza, dejándome sin aliento y sin sentidos. William estaba siendo bastante duro, como si algo en él lo necesitara. Esto eran los momentos en los que olvidábamos lo que pasaba a nuestro alrededor. Era el momento en el que dejábamos de creer en lo imposible. Esto era todo para nosotros. Éramos uno solo.
William me entendía de una manera que nadie más lograba. Él sabía exactamente cómo tratarme y sabía perfectamente que no era una dama de la realeza. Solo era yo viviendo en un mundo que no elegí, uno en el que no encajaba hasta que encontré a William. Ahora esto era mi vida, mi futuro que tanto me gustaba.
Jalando mi cabello negro, William alcanzó mi cuello besándolo, chupándolo, sintiéndolo todo. Esto era todo. Mis piernas empezaron a perder el agarre que tenían a su cadera, mi mundo se estaba perdiendo en cada arremetida que daba. Estaba en el límite, perdida en los sentimientos que sentía por este hombre.
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TENÍAS QUE SER TÚ
RomancePRIMERA PARTE DE LA SERIE "LOS HAMILTON" El destino estaba escrito desde que eran niños, trazaron una historia que jamás imaginaron. Condenados a vivir un matrimonio por conveniencia para mantener el linaje real. William Hamilton tiene el mundo a su...