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[ Me das sentimientos que no puedo explicarte... Juro por Dios que somos imparables... ]

No podía dormir

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No podía dormir. El Matías se había quedado profundamente dormido y sus manos me rodeaban como si fuese a perderme en cualquier momento. El resorte de la cama se me estaba clavando en el culo y el calor había comenzado a ser insoportable.

Lo mire. Sus parpados se mantenían cerrados, los labios ligeramente separados y la mitad de su rostro se perdía en la almohada. Dormido lucía mucho más joven de lo que en realidad era. Parecía solamente un niño que le toco madurar de una manera demasiado abrupta, y no el hombre que empuñaba una pistola en contra de los que amenazarán con someter a los que amaba.

Paseé mi dedo por su pómulo. Suspiró.

—No tienes idea de lo mucho que me importas... —Susurré, sabiendo que no podía escucharme.

Me levanté. Busqué mis sandalias y la necesidad imperiosa de fumarme un cigarro me asalto. Di con la cajetilla y salí al pasillo. Desde mi posición se podían escuchar perfectamente los gemidos y las camas rechinando. Entorne mis ojos, bajando las escaleras. Llegaba incluso a ser algo cómico. Nunca pensé que realmente en los moteles la huea fuese de esta forma... Así que simplemente prefería salir afuera a fumar.

Localice el auto del Matías y gran fue mi sorpresa al encontrarme a la Catalina inclinada en el suyo. La noche sucumbía en todo su esplendor y la única iluminación era la de unos faros y la proveniente del motel.

—¿Tú tampoco puedes dormir?

Ella alzó su cabeza, alerta. Identifique claramente sus dedos entorno a una pistola en su pantalón corto, sin embargo, cuando verifico quien le hablaba relajo su postura. Me senté a su lado en el auto. Me dio una mirada pausada.

—Los hueones de al lado no han parado de gemir como unas malditas tortugas. Sino son dos asmáticos, son dos tatas.

Me reí de su broma cruel. Ella estiro su mano ofreciéndome su encendedor al ver el cigarro entre mis dedos. Lo recibí.

—¿El Matías está durmiendo? ¿Cómo es que no te escuchó si es un maldito tigre alerta?

Inhale la primera bocanada de humo.

—Está cansado. Estaba muy apaleado.

Recordé haber visto varios moratones y heridas pequeñas cuando se recostó.

La Cata me quito el cigarro de la mano, dando dos inhalaciones profundas. Entrecerró sus ojos observando la carretera.

—Lo de esta noche... fue una locura.

Tragué.

Ahí venía...

—Murieron muchas personas, hueón... fue... mierda.

UN HUEÓN PELIGROSO (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora