34 🔥PARTE I🔥

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[ "Nos pasamos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante"

-Oscar Wilde. ]

Narrador Omnisciente:

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Narrador Omnisciente:


Miedo. Terror. Pánico. Locura...

Las emociones ahogan el sistema del doctor mientras no deja de aplicar su ciencia y medicina en la maltratada mujer que yace en la única habitación decente que les han proporcionado.

El ambiente se ha tornado pesado, macabro y siniestro.

El enorme hombre tatuado y de cicatriz se mantiene a su lado apuntándole con un arma, mientras que él y su ayudante trabajan para que la vida de la bella muchacha regrese. Sin embargo, es en vano.

El constante pitido de la máquina solo indica que ha tenido un colapso y su sistema se encuentra demasiado dañado. Las constantes torturas han sido desmedidas. Desde que la vio por primera vez supo que su anatomía rogaba por atención. Mantenía feas heridas abiertas, un grave cuadro de deshidratación y desnutrición acelerada. Por no mencionar el gran maltrato psicológico que habían impartido.

Eran bestias inhumanas y la pena, la lastima y la compasión eran inevitables al recorrer el cuerpo de la mujer.

Toda su anatomía fue ultrajada. Su piel estaba abierta, sangraba y aquellos golpes dejarían cicatrices horribles. Su rostro estaba tan rojo y amoratado que su belleza fue opacada.

Las manos del doctor temblaron, cuando por última vez le pidió a su ayudante que cargara el desfibrilador.

Tomo las medidas de espacio pertinentes, dejando que el impacto de energía colisionara con el pecho desnudo de la muchacha, pero no hubo respuesta.

Se ha ido...

Era demasiado tarde. Su corazón había cedido.

—La perdimos —exclamo, dejando caer sus manos. —Ha muerto.

Su compañero levantó la mirada. Dejo de atender las heridas y después alejó su cuerpo de la máquina que podía darle otra oportunidad.

Tuvo suerte. En esta ocasión morir fue lo mejor -pensó el anciano.

Ambos médicos coincidieron en aquel pensamiento. Excepto por el hombre de la cicatriz, quien se encargo de empujar al mayor y de apuntarle con la pistola.

—¿Cómo que ha muerto, viejo de mierda? —pronunció, cegado por la furia. —¡Inténtalo otra vez! —los empujo
—¡No puede morirse!

El doctor negó. Sabía que el haberla matado le costaría la vida a esa escoria. No iba a intentarlo una vez más. La pobre muchacha merecía paz.

UN HUEÓN PELIGROSO (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora