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Me tientas, me consumes... tú piel y tus emociones me llaman, cielo. Soy un demonio con ganas de corromper un alma pura

 Soy un demonio con ganas de corromper un alma pura 》

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Nunca me había sentido de esta manera. Todo mi organismo estaba expectante, los vellos en mi cuerpo estaban erizados, mi corazón latiendo desbocado y el calor no hacía más que propagarse.

Santa mierda.

Me encontraba sobre el Matías. Sus manos estaban sujetas en mis caderas y su boca rozándose con mis labios separados... Nuestras miradas se encontraron y sentí como cada vena en mi cuerpo se prendía ante su proximidad. La sujeción que mantenía en mi anatomía se apretó, haciéndome gemir bajito. Estábamos tan cerca. Tan cerca de besarnos, hueón. Yo quería que ese "cerca", fuera un ahora.

Separe los pocos centímetros que impedían el contacto tan deseado. Presione mi boca contra sus labios una vez. Lo hice suspirar. Jadear. Sonreí. Hundí mis dedos en su pelo y apreté mi boca con fuerza sobre la suya, mientras que sus manos encerraban mis caderas. Podría jurar que emití un sonido entre gemido-jadeo, que en otra circunstancia me habría avergonzado. Pero ahora no me importaba ninguna huea. Lo estaba probando... y su sabor, me encantaba.

El Matías me respondió. Me beso suave. Lento. Permitiendo que nuestras pieles se tocaran. Estaba lista para darle acceso completo a mi boca, a punto de convertirlo en un beso real y consumidor, cuando me tomo el cuello y me separo suavemente de él. Me miro a los ojos. Fijo. Tomando todo de mí. Beso mi barbilla y solo pude suspirar embobada.

—Llevo menos de dos semanas conociéndote y mira como me tienes —susurró, contra mi pera —Eres tan suave, hueón...

Su nariz se paseo por mi cuello, oliéndome. Mi corazón amenazaba con salirse de mi cuerpo. Quería besarlo... de verdad, quería. El simple contacto me enloqueció. Quería más. Quería comérmelo hasta que los labios me dolieran, por la cresta...

—Siento como si me estuviese quemando... —confesé, pasándome la lengua por los labios. Los ojos grises de él, no abandonaban la marea azulada-gris de los míos.

—Entonces... ardamos juntos, cielo.

Lo siguiente, me llevo a otro nivel. Sus palmas se presionaron en mi culo, levantándome un poco más para tener completo acceso a su cara. Entonces, me beso. Duro, fuerte, consumidor, arrebatador... un beso todo deseo acumulado y pasión desenfrenada.

Mis labios le concedieron entrada a su lengua. Saqueó todo de mí. Su contacto era fuego... su piel me llamaba. Esto me gustaba como nunca antes me había gustado.

Gemí, sintiéndome la dueña de la situación. Mis dedos empujaron su nuca cuando nuestras lenguas jugaron en medio de caricias lentas y seguras. Todo mi cuerpo palpitaba de excitación, hueón. Su piercing daba una nueva sensación, jugueteando en mi piel.

UN HUEÓN PELIGROSO (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora