¿Es un ángel enamorado de un demonio? ¿O un demonio corrompiendo la pureza de un ser divino? ¿Qué mierda importa? Ambos están dispuestos a quemarse para probar el delicioso sabor del paraíso. Incluso si semejante pecado... los condena de por vida.
[Y cuando la miraba... sentía que mi mundo se fragmentaba, que mis paredes caían, y que el pulso descontrolado detrás de mi pecho era lo más satisfactorio que había sentido antes. Porque se trataba de ella. Siempre de ella.
-Harryxla. ]
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Samantha Montecinos:
Dolor. Todo lo que sé es que siento dolor. Dolor insoportable y corrosivo penetrando cada célula en mi organismo. Siendo una pesadilla intensa e ilimitada que quebranta cada umbral de aflicción en mi ser.
Esta en todas partes. En cada pequeño fragmento de mí. En manos, pies, dedos, muslos, cuello, espalda, vientre... en cada extremidad y miembro de mi complexión. Todo mi cuerpo se ha vuelto un escenario cargado de suplicio, y ha sido envuelto en un calor insoportable que parece arraigarse a piel abierta.
Mi cerebro demanda pequeñas ordenes, sin embargo nada en mi quiere acatarlas.
¿Qué ocurre? ¿Es que todo terminó? ¿No pude soportarlo?... ¿Estoy muerta? ¿Por qué entonces aun duele...?
Las preguntas acribillan mi mente, y entonces un nubarrón de imágenes inconexas inundan mis pensamientos.
Mi cuerpo sobre una mesa, el sonido de las cadenas al impactar contra mi piel, gruñidos de satisfacción, risas, exigencias...
Han reducido mi humanidad a cadenas de tortura. Han sometido mi existencia en la sombra de su venganza, y han intentado pisotear todo lo que soy. Sin embargo, aquí estoy... viva.
El choque de realidad me pega como la más intensa descarga de electricidad, y mis ojos se abren. Un jadeo asustado y cargado de rabia se pierde en mi garganta e intento tantear la superficie en la que estoy recostada.
Exhalo, necesitando desesperadamente respirar con normalidad, pero es inútil. Una mascarilla de oxígeno cubre mi nariz y boca, y busco rápidamente indicios de que esto es solo un sueño. Que no tengo paz, que la pesadilla continua, mas no hay nada de eso. No me están torturando, no me están golpeando, y los gritos llenos de insultos no se escuchan. En su lugar, hay ruido, exclamaciones ahogadas, estruendos metálicos que me indican la detonación de disparos, y pasos apresurados.
¿Qué esta pasando?
Una lluvia interminable de tiros llena mi canal auditivo, y mis ojos enfocan al médico cuando intento incorporarme.
—No, no, no —sujeta mi pecho desnudo, haciendo que vuelva a la cama. —Esta demasiado débil.
Mi mirada hace lo posible por determinarle, pero la simple tarea me resulta abismal.
—¿Q-Qué? ¿Qué p-pasa?—intento articular, pero no se oye nada más que pasos furiosos y estruendos a lo lejos.
Las manos temblorosas del anciano tantean mi muñeca, y alza los ojos verificando la máquina a la que estoy conectada. Está asustado y sus ojos se cierran cuando los pasos parecen estar cada vez más cerca. Aquello me altera, y hago el intento de ponerme de pie para buscar una salida, pero se apresura a sujetarme.
