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Te invito a pasar por mi corazón, entra despacito y ponte en acción. Tú entiendes eso de la seducción y por lo que veo a la perfección.

—Pensé que veníamos a hacer zumba, no a que te hicieran zumbar

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—Pensé que veníamos a hacer zumba, no a que te hicieran zumbar.

Mi cuello se gira a la velocidad del exorcista al ver a la Tali de pie en la puerta de la sala. La rubia esta con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa maliciosa extendiéndose por sus labios rellenos.

El Matías quién se mantiene encima de mí, suelta una risa sonora. Su aliento me da en el rostro y un escalofrío me recorre entera.

Suspiro, cerrando mis ojos.

Toda mi piel sigue ardiendo debido a su contacto y pareciera quemar a niveles catastróficos, mucho más ahora que nos vio la hueona de la Talía. Me va a huebiar un año. Lo veo venir.

—¡Yo conozco ese culo! —una voz desconocida se suma a la habitación.

El Pipe aparece detrás de mi amiga observándole descaradamente el poto. Por mi parte, me quedo re sorprendida aun en el suelo mirando la escena que se desata delante de mis ojos. Hace menos de dos minutos estaba casi culiando con ropa con el Matías y ahora aparecen estos hueones... ¿Qué chucha el mundo? Ah.

—¿Nos encontramos en el mismo gimnasio, abuela? Que bella sorpresa —prosigue el rubio, pasándole un brazo por los hombros a mi amiga y dándole un buen beso en la mejilla. Ella se separa bruscamente de él y le da un manotazo nada amigable. El Pipe rompe en risas y luego nos observa. Primero, sus cejas se alzan en incredulidad. Luego, una sonrisa más grande que la cresta se pinta en su boca y aplaude como foca retrasada al ver a su amigo encima de mí —¡Mi perrin es un crack! Si hasta haciendo ejercicio le encuentra pary al sin hueso.

Me levanto más que rápido de la colchoneta empujando al Matías y sacudo mis manos de un polvo imaginario. Él me está observando divertido, ya de pie.

—Solo... estábamos entrenando defensa personal —miento, dándole miraditas al Mati para que nos saque del bochorno.

La Tali con el Pipe comparten una mirada cómplice alzando las cejas, pero al darse cuenta que estaban congeniando, mi amiga le da una mirada enojada. Él se ríe.

—El entrenamiento de defensa personal más divertido que he tenido en la vida —murmura el Matías, muy cerca de mi oído. Yo me tenso.

¿Por qué chucha es así?

—¿Viven por aquí cerca, chiquillas?
—habla el Pipe, entrando completamente a la sala y viéndonos de reojo.

Uf. Menos mal no siguió con su huebeo.

—Vivo a unas cuadras. La Tali vive más lejos —respondo.

—¿Qué tan lejos? —se gira hacia ella
—¿Te llevo?

UN HUEÓN PELIGROSO (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora