Dos; incomodidad

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Mis manos sudan y mis piernas tiemblan con cada paso que doy, todavía no he tenido mi primera clase y ya me estoy arrepintiendo de estar aquí, quizás había cometido un error al irme de casa

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Mis manos sudan y mis piernas tiemblan con cada paso que doy, todavía no he tenido mi primera clase y ya me estoy arrepintiendo de estar aquí, quizás había cometido un error al irme de casa.

Con esos pensamientos camino lentamente al salón 67 mientras veo atentamente las personas caminar, eran muchas, cada una camina a su salón, riendo. Las miro con nostalgia, yo solía ser así hasta que todo ocurrió.

Él destruyó toda esperanza de un futuro feliz, estaba rota y no sabía si algún día lograría ser normal.

Mis pensamientos dejan de fluir cuando choco con algo duro, me tambaleo un poco para luego caer. Suelto un pequeño gemido para luego ver todas mis cosas en el suelo, una mano se coloca frente a mi y al ver a quién pertenecía, me asusto al ver a un chico, miro un poco su rostro para luego ver nuevamente su mano. Temblando un poco me levanto por mi misma para luego alejarme unos pasos de él, este me tiende mis cosas, las cuales agarro rápidamente intentando no tocar su mano.

—Lo siento, ¿Estás bien? —pregunta el chico con intenciones de acercarse para luego pasar una mano por su cuello. Miro a mi alrededor y puedo notar que unas cuantas personas a nuestro alrededor nos miran, con ganas de hacerme pequeña y alejar las miradas de mi rasco un poco mi temblorosa mano.

—No me toques. —digo rápidamente haciendo que el chico levante un poco sus manos en señal de que no me tocaría, este me observa, pero antes de que dijera algo más comienzo a caminar rápidamente haciendo que casi tropiece con mis pies.

Cuento hasta diez y controlo mi respiración. Nunca había estado tan cerca de alguien que no fuera mi familia, al pensar en esto me alegro, no me había dado un ataque o algo parecido lo que significa un avance, uno pequeño, pero estoy segura que este es el primero de muchos o eso espero. Contenta conmigo misma entro al salón.

~°~

Las clases y la ida al comedor habían ido bien lo que fue un alivio, por lo cual puedo estar el resto del día en mi habitación en completa tranquilidad, pero todos mis planes se ven arruinados al entrar al dormitorio y ver a Melissa junto a otra chica, esta última es pelirroja, de tez pálida y una sonrisa hermosa. Las dos conversan y ríen hasta que me ven, juntas se ponen de pie y luego Melissa mueve su mano en forma de saludo para después decir:

—Kate, esta es Harper, es la chica de la que te hablé ayer.

—Hola. —saluda la pelirroja mientras se acerca a mi y me da un beso en la mejilla. Todo esto me toma desprevenida por lo que no tengo tiempo de alejarme. Las miro a ambas y estas hacen lo mismo, Harper me observa como si estuviera analizándome por lo que corro la mirada hacia el piso en un intento de alejas sus ojos de mi.

—Hola. —digo incómodamente removiéndome en mi lugar y jugando con mi cabello.

—Con Harper iremos a comer algo, hay un Subway por aquí cerca, ¿Quieres venir con nosotras? —pregunta Melissa rápidamente intentando romper el incómodo silencio.

¿Subway? Seguramente habrá mucha gente ahí por lo que rápidamente lo descarto.

—Gracias, pero estoy muy cansada.

~°~

La vibración de mi teléfono hace que deje mi lectura, mi alarma me informa que es tiempo de tomar mis pastillas. Con paso lento camino hacia el baño, tomo mis píldoras para luego meterme en la ducha.

Lloro en silencio mientras el agua cae sobre mi piel, todo esto es normal, los últimos tres años he llorado casi cada día, ya sea por recuerdos o pesadillas, mis ojeras son muestras de ello.

Al salir de la ducha me visto con mi pijama e intento relajarme, estaba segura que mañana sería un largo día.

En la noche llega Melissa con expresión soñadora y casi dando saltos, esta se sienta en su cama para luego mirarme, su cambio de animo fue notorio ya que su sonrisa se convirtió en un pequeño ceño y sus cejas se juntaron un poco haciendo que su frente se arrugase.

—Kate. —dice Melissa haciendo que la mire—. Creo que no comenzamos bien, estaremos viviendo prácticamente juntas por un muy largo tiempo y siento que no quieres hablar conmigo o incluso estar aquí. Sé que el que convivamos juntas no quiere decir que seamos amigas, pero te noto un poco incómoda a mi alrededor. Si quieres puedo pedir que me transfieran de habitación aunque creo que ya es muy tarde para eso.

Asimilo lentamente lo que mi compañera de cuarto quiere decir y al instante me siento mal por ella y avergonzada de mi misma. Mi intención no era que se sintiera incómoda alredor mío. Se nota que ella está intentando entablar una amistad conmigo y yo todo lo que he hecho es alejarla de mi, como siempre hago con todos.

Quizás ya es tiempo de abrirme a alguien y dejar mis miedos atrás. No puedo dejar que él destruya toda mi vida.

—Lo siento si te hice sentir así. —digo intentando no mirarla —. Es solo que... creo que soy muy tímida. Estudié en casa por lo que no tenía amigos y me cuesta hablar con las personas.

Esa es la verdad aunque he omitido cosas. En realidad me había alejado de mis amigas cuando toda la mierda pasó.

—Entiendo. —Melissa se ve feliz nuevamente—. Quizás podemos comenzar a conocernos de apoco. Yo soy de Mexico, pero me vine aquí a los seis años, ya sabes, mi mamá vino en busca del sueño americano.

—¿Sabes hablar español? —pregunto interesada, hace un tiempo había tratado de aprenderlo, pero luego lo encontré un poco difícil.

—Sí, mi madre intenta hablarnos en español en casa para que así no perdamos nuestras raíces, ¿Que hay de ti? ¿Eres de Alabama?

—No, siempre viví en Arkansas, pero mi sueño siempre había sido venir aquí.

Y seguimos hablando un poco más y se sintió bien, al fin me sentía como alguien normal.

Y seguimos hablando un poco más y se sintió bien, al fin me sentía como alguien normal

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Aleteo de mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora