Diecisiete; ¿aprobado?

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Luego de mucho tiempo he tenido una noche sin pesadillas, por lo que pude dormir tranquila y al fin descansar

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Luego de mucho tiempo he tenido una noche sin pesadillas, por lo que pude dormir tranquila y al fin descansar. Asimismo, mis dolores de cabeza habían disminuido lo cual me tiene con mejor ánimo.

Me abrazo a mi misma sintiendo la suave tela de mi suéter amarillo. Voy caminando a mi encuentro con Jonas, habían entregado los resultados del examen y no habíamos alcanzado a hablar después de clases por lo que no me sorprendí cuando un mensaje de él llegó. Ya me estoy acostumbrando a sus invitaciones, no es como si me disgustasen.

—¿Por qué siempre que te veo estas temblando? —pregunta el chico mirando mi suéter, el cual no era tan abrigador como creí que seria.

—Creo que aún no sé elegir la ropa adecuada. —respondo apartando un mechón de cabello de mi cara —. De todas maneras ya dime cómo te fue.

Desearía que lo de la ropa fuese mentira, pero es real. Al no salir tanto de casa, durante mucho tiempo usé lo primero que encontraba, además, en invierno nunca tenía que usar algún abrigo dentro de casa ya que esta estaba calefaccionada todo el tiempo.

Froto mis manos mientras veo como la cara de Jonas cae, su ceño se frunce y mira el piso. Muerdo mis uñas un poco ansiosa de su respuesta, pero el suspenso del chico no ayuda.

—Bueno... —frota su cuello con una mano para luego mirarme haciendo que nerviosa haga un gesto con mi mano para que prosiga, pero este sigue esquivando mi mirada por lo que mi sonrisa prontamente se convierte en un ceño fruncido —Aprobé.

Lo quedo mirando y cuando salgo de la sorpresa suelto un pequeño grito mientras me acerco a él y lo abrazo.

—Me asustaste, tonto. —digo riendo un poco, feliz de que este haya aprobado. Al menos ahora sé que el chico va a estar tranquilo por un tiempo, ya que según me dijo en todas sus otras materias le va de maravilla.

—Me sacaré más dieses si esta es tu forma de felicitarme. —ríe con sus brazos alrededor de mi cintura y entonces me doy cuenta de la situación haciendo que me aleje rápidamente para luego carraspear.   

—Lo siento. —digo avergonzada mordiendo mis uñas y moviendo un poco mi pie.

—Tranquila. —suelta una pequeña risa —. Creo que quiero más abrazos tuyos desde hoy.

—Eso no pasará.  —contesto con una sonrisa ladeada.

—Vale la pena soñar.

~º~

—¿Qué piensas hacer cuando salgas de la universidad? —pregunto a Jonas para luego pasar mi lengua por sobre mis labios al sentir un poco de espuma allí.

Tomo un poco de mi capuchino mientras veo al castaño frente a mi. Este me había invitado un café ya que según él "me debía eso y mucho más por haberlo ayudado."
Lo que encuentro una tontería ya que no esperaba nada a cambio al hacerlo, además, yo podía pagar mi propia comida.

Al menos siempre es bienvenido un café y un pastel gratis.

Siempre he tenido una gran preferencia a las cosas dulces, podría comer cientos de pasteles y jamás me cansaría.

Quiero jugar en las grandes ligas. —responde Jonas y sus ojos brillan al pensarlo. Por lo que este me había contado, él estaba en uno de los mejores equipos universitarios de futbol americano por lo que no me sorprendería si en un tiempo algún equipo se interesa en él, aunque obviamente no sé nada sobre el tema, esos agentes serían unos imbeciles al no hacerlo —Mi sueño siempre ha sido ese, si no lo logro no sé qué haría.

—Por supuesto que lo lograrás. —lo medio regaño por pensar eso— ¿Cuándo es tu próximo partido?

—El viernes, luego de eso me iré a casa—sonríe —¿Irás a verme jugar?

—No puedo, mi boleto de avión es para el Jueves. —digo haciendo que Jonas me de una mirada triste.

Sé que aunque mis boletos no hubieran sido para esa fecha de todas maneras no habría ido, es triste, pero cierto. Mis miedos son más grandes.

—Da igual, ya será en otra ocasión. —exclama Jonas luego de un momento en silencio.

—Sí, por supuesto. —intento sonar feliz ante la idea. Pero esos partidos están llenos de gente, ya sea gritando, riendo o incluso enojada. De solo pensarlo mi cuerpo tiembla. Jamás iría a uno de esos partidos.

—Mañana tengo entrenamiento y estaba pensando en que... —Jonás suena nervioso al hablar —. Quizás puedas venir.

—Me parece bien. —contesto recordando el como este dijo que me enseñaría a jugar, ademas, había dicho que no habrían personas, lo cual era maravilloso.

—Genial.

~º~

No puedo recordar la última vez que me había sentido tan exhausta. Suelto un suspiro tembloroso mientras siento unas gotas de sudor caer por mi frente. Creo que no ha sido una buena idea venir a trotar con este clima, ya me puedo ver resfriada en un par de días. Mamá me va a matar.

Abro la puerta del dormitorio aún respirando agitadamente y siento el cuello de mi sudadera pegado a mi piel a causa del sudor.

—¿Estas haciendo tus maletas? —le pregunto a una ocupada Melissa.

—Sí, pero no sé qué empacar. —responde sentándose en su cama—. Estoy muy nerviosa y eso que sus padres ni siquiera saben que somos pareja. No me quiero ni imaginar cuando lo sepan.

—Es normal que te sientas así. —le intento dar ánimos y sé que esto funcionó cuando esta me da una sonrisa.

—Ya me entenderás cuando conozcas a la madre de Jonás.

—¿De qué estás hablando? Tantos nervios te hicieron mal en la cabeza. —digo sonrojada caminando al baño —. Mejor me iré a duchar.

—Por favor. —la castaña señala mi cuerpo con su dedo —Apestas.

Abro mi boca ofendida para luego dar media vuelta y antes de cerrar la puerta digo:

—Y no apesto.

Cuando estoy sola dentro del baño huelo un poco mi cuerpo.

Melissa tenía razón.

Aleteo de mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora