Veintitres; helado de chocolate

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Si hace un tiempo me hubieran dicho que estaría felizmente en la universidad, con una amiga que de verdad me entendía y un chico sacado de una película, jamás lo hubiese creído, incluso me habría reído en su cara

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Si hace un tiempo me hubieran dicho que estaría felizmente en la universidad, con una amiga que de verdad me entendía y un chico sacado de una película, jamás lo hubiese creído, incluso me habría reído en su cara. Pero ahora puedo ver las cosas de una manera diferente y puedo decir que finalmente estoy disfrutando mi vida y espero que siga así.

—¿Entonces me estás diciendo que no has visto Mulán? —pregunto un poco escandalizada a Jonas— ¿o incluso Valiente?

Finalmente si me había puesto el nuevo vestido y habíamos decidido con el chico simplemente caminar por las calles y disfrutar de la presencia del otro.

Para ser sincera al ver a Jonas en la entrada de la residencia pude darme cuenta de cuánto lo había extrañado y aunque no se lo dije, se lo intenté transmitir en el abrazo que no dimos al saludarnos. Aún no me he acostumbrado a su tacto, pero tengo que admitir que me gusta al fin poder abrazarlo, aún cuando esto es un simple roce.

—Nunca me han llamado la atención. —responde el chico con sus manos dentro del bolsillo de sus jeans. Lo miro negando con la cabeza.

—Un día tenemos que verla. Entonces te darás cuenta de tu error.

—¿Error? —ríe un poco.

—Sí, esas películas me enseñaron que no necesito un príncipe para ser salvada e incluso para ser feliz, por eso me gustan, además, me encantan las canciones de Mulán.

—Eres muy profunda cuando te lo propones. Por eso, aceptaré verla contigo. Y así también luego podemos cantar aquellas canciones juntos.

Sonrío un poco ante sus palabras soltando un "No cantaré contigo."

—¿Escuchas eso?— dice derrepente Jonas haciendo que lo mire un poco confundida para luego seguir su mirada, un hombre se encuentra en la calle cantando, un bolso de una guitarra abierta se encuentra a sus pies haciendo que unas cuantas personas dejen un par de monedas en el.

—¿Qué hay con eso? —pregunto confundida.

—Está cantando la canción de dirty dancing. —responde como si fuera obvio.

—Bueno...

—Es mi oportunidad de mostrar mi talento. —lo miro un poco asustada al recordar nuestra salida al autocine y el como él había dicho que le gustaba bailar. —Vamos.

—¿Qué? No, no. —repito mientras Jonas me arrastra hacia el señor, este nos mira y sonríe. Quizás anticipando lo que haríamos.

Cuando Jonas comienza a moverse sé que no tengo escapatoria y puedo asegurar que mis mejillas se encuentran sonrojadas.

Tapo mi boca con mi mano cuando el castaño hace un giro y luego un movimiento de cabeza como si me estuviese invitando a bailar, comienzo a negar lentamente y pienso en que cualquier momento me dará un ataque por la atención que estamos recibiendo.

Aleteo de mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora