Veinticinco; romance

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Tenía razón cuando dije que Melissa y Jonas se llevarían de maravilla, al fin y al cabo ambos son igual de parlanchines y bromistas, por lo que no es sorprendente.

Miro a ambos chicos hablar y sonrío, feliz de que podamos pasar tiempo juntos y que una salida cómo está se pueda repetir en un futuro. La risa de Melissa me trae de vuelta a la realidad por lo que pestañeo un poco para luego sonreírle a la chica frente a mi, siento la mano de Jonas apretar la mía suavemente y al mirarlo puedo ver una dulce sonrisa en su rostro.

Me gustaría capturar este momento por siempre.

—Ella no quería ser mi amiga al principio. —dice Melissa para luego morder su pizza—. Pero con mi encanto pude hacer que cambie de opinión.

—¿Hablas en serio? —pregunta Jonas para luego soltar una risa y yo hago lo mismo ya sabiendo lo que él está pensando—. Ella hizo lo mismo conmigo e incluso la invité a salir y me rechazó.

—¿Se han juntado para reírse de mi y mi nula habilidad social? —pregunto bromeando, no me molesta reírme con ellos ya que sé que soy pésima hablando con gente desconocida.

Luego, de de repente la risa de la castaña para y mira a un lugar detrás de mi, su labio comienza a temblar y suelta el trozo de pizza que se encontraba en su mano.
Intento entender lo que está sucediendo, pero tengo que voltear para poder entenderlo y es cuando me doy cuenta que Harper se encuentra a unas mesas de nosotros junto a un chico, sus manos se encuentran entrelazadas sobre la mesa mientras ríen.

—Creo que es tiempo de que me vaya. —anuncia Melissa parándose de su asiento e intentando sonreír, pero puedo ver como sus ojos están llorosos y su labio inferior tiembla un poco.

—Te acompañaré. —digo copiando su acción para luego hacerle una señal a Jonas para que haga lo mismo, este la entiende y nos sigue, aunque puedo notar que el chico se encuentra un poco confundido. Luego le explicaré.

—No es necesario. —responde la castaña colocándose su boina y su abrigo. Los tres salimos de la pizzeria y caminamos apenas una cuadra cuando Melissa se detiene para tomar mis manos y mirarme con una pequeña sonrisa temblorosa—. Hablo en serio, ve y diviértete con Jonas. De todas maneras tengo que llamar a mi madre  para avisarle que podré ir para navidad.

Lo pienso un momento y decido dejarla sola, quizás necesita un tiempo para ella misma y pensar las cosas, sólo espero que no llame a Harper o algo parecido, esa chica lo único que ha hecho es hacerle daño.

—Adiós. —nos despedimos con un pequeño abrazo para luego observarla alejarse. Froto mis manos para luego mirar a Jonas con una pequeña sonrisa—. Estaba su ex.

—¿La chica pelirroja? —pregunta haciendo que asienta para luego agarrar su mano y entrelazarla con la mía.

El día, como ya es común, esta horrible, todo nublado y frío, también habían pronostícalo lluvia para la noche, simplemente perfecto para un día triste.

~º~

Recuerdo ir con mi hermano siempre al parque luego del instituto, él era unos años mayor que yo pero de todas maneras siempre me acompañaba a jugar, yo siempre quería pasar toda la tarde allí, pero era hasta que mi madre nos sobornaba con un helado es que nos íbamos. Esos eran buenos recuerdos, unos que apreciaré por siempre.

Escondo mis manos en los bolsillos de mi abrigo para luego mirar las hojas en el suelo. Todo está muy tranquilo y calmado, perfecto a mi parecer.

Palpo la madera del banco sobre el que estamos sentados mientras observo a Jonás soplar su café para luego dar un pequeño sorbo, sonrío un poco cuando veo un poco de espuma sobre su labio.

—¿Por qué me miras tanto? —pregunta Jonas pasando una mano por su cabello y despeinandolo un poco—. Sé que soy guapo. Pero solo porque eres tú puedes mirarme todo lo que quieras.

Suelto una pequeña risa por sus palabras ya acostumbrada a cada cosa que el castaño dice.

—Es solo que tienes un poco de... —comienzo a decir señalando su bigote de espuma con mi dedo.

—¿Qué?

Me acerco aún más a él para pasar mi dedo por sobre su labio superior, el chico abre sus ojos puedo apreciar unos holluelos formándose en sus mejillas, también sus ojos se achinan y pequeñas arrugas aparecen a los lados de estos. Sonrío sintiéndome afortunada de haberlo conocido.

En estos meses he sonreído más que en los últimos años.

—Listo.

Jonas me queda viendo y creo que me va a decir algo hasta que su celular suena, me acomodo en el banco viendo a Jonas contestar. Intento peinar mi cabello con mi mano.

Nunca habría pensado que estaría tan cómoda alrededor de alguien, hombre o mujer, pero ahora, en este momento, sintiendo el frío viento volar mis cabellos, puedo decir que soy feliz como hace mucho tiempo no lo era. Y no es porque por fin podía besarme con un chico o incluso estar cerca de él de una manera más íntima o el tener una amiga en quién confiar, es más que eso, es el poder sonreír sin importar las personas alrededor y lo que estas estén pensando, es el poder hablar con alguien cómodamente y disfrutar el rato, es el poder finalmente ser feliz y disfrutar.

—Estaba pensando... —la voz de Jonas me saca de mis pensamientos, ni siquiera me había dado cuanta que ya había colgado.

—¿Qué? —pregunto sonriendo, nunca sé lo qué pasa por la mente de Jonas.

—Nunca hemos tenido una cita. —responde dejándome un poco sorprendida, Jonas siempre me toma totalmente desprevenida —. Una real.

—Hemos salido muchas veces. —replico un poco confundida, creí que cuando estudiábamos, fuimos al autocine o incluso hoy, lo era.

—Me refiero a una con flores, en un restaurante elegante, ya sabes, algo romántico.

—No sabía que eras un romántico. —apartó un mechón de mi rostro sonrojándome—. Pero me parece bien. Solo que no me gustan las flores, bueno, me gusta plantarlas y no cortarlas, ya sabes.

En realidad me parece muy bien.

¿Te parece bien mañana? —pregunto Jonas pasado su brazo por mis hombros
acercándome a él.

Sabía que Jonas se pasa casi todos los días entrenando, por lo que me sorprende que quiera salir o incluso que esté sonriendo ya que, por lo que me ha contado su entrenador es muy exigente y sus entrenamientos duran horas.

Supongo que por eso son los mejores.

—Eso sí después me toca a mí invitarte y hacer algo más "romántico".

—Me parece perfecto.

Lo beso y lo siento sonreír sobre mis labios.

Aleteo de mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora