Doce; pesadillas

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Quiero correr, gritar y alejarme de él

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Quiero correr, gritar y alejarme de él. Pero mi cuerpo no reacciona, no puedo moverme por más que lo intento.

Él se acerca a mi, lentamente, acechándome y riendo cuando tiemblo asustada.

—Serás mía, pequeña zorra. —dice el hombre frente a mí mostrándome una sonrisa mientras comienza a pasar su mano por mi rostro.

Grito.

Sudor frío cae por mi frente mientras lágrimas caen por mis mejillas, al mirar a mi alrededor mi respiración se comienza a regular a medida que me doy cuenta de que estoy en mi habitación. Las luces se encuentran apagadas y solo se pueden ver las estrellas por la ventana. Todo es oscuridad, nuevamente.

Intento controlar mis sollozos para no despertar a Melissa, pero todo intento es en vano por lo que camino rápidamente al baño tapando mi boca con mi mano, la cual siento humedecerse con mi saliva y lágrimas.

Cierro la puerta detrás de mi y lentamente me desplomo en el piso. Hace un tiempo que no tenía pesadillas y ya me estaba olvidando lo reales que se sienten.

Paso mi mano por mi cabello, este se encontraba un poco mojado por el sudor y también se me pegaban unos mechones en la cara a causa de las lágrimas.

Lentamente me pongo de pie para luego mojar mi cara.

—Tienes que superarlo. —me digo a mi misma mirándome en el espejo, respiro y cuento hasta diez para calmarme —.No debes dejar que arruine tu vida.

Suelto un suspiro tembloroso para luego caminar silenciosamente a mi cama, enciendo mi celular y veo la hora, eran las cinco de la mañana.

Sabiendo que ya no podría volver dormir, tomo mi ropa para luego dirigirme nuevamente al baño y tomar un ducha.

Solo fue una pesadilla. Intento repetirme una y otra vez.

Ojalá hubiera sido solo eso.

~°~

Mi cabeza palpita con cada paso que doy, mi mala noche y mi falta de sueño me están jugando una mala pasada. Además, mis clases me mantenían estresada la mayoría del tiempo.

La combinación perfecta.

Cuando llego a la biblioteca esta se encontraba ya con grupos de estudio, una vez más no entendí por qué Jonas me pidió ayuda a mi si existían estos.

A lo lejos veo a Jonas, este se encuentra sentado en una de las mesas más apartadas. El chico al verme sonríe levantándose de su silla.

—Hola. —me saluda e intenta acercarse a mi, pero yo me alejo —. Verdad. Lo siento, lo olvidé.

Jonas suelta una pequeña risa incómoda para que luego los dos nos sentáramos.

Aleteo de mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora