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Pov Hajime Hinata.

Esto era raro, se supone que Hajime... digo, yo. ¿Yo? Esto es raro. Mantuve mi vista en el espejo, el reflejo me mostraba a mí. Cabello castaño, traje negro y dos ojos de distinto color, uno completamente rojo y el otro verde. ¿Quién era yo? Tengo mis recuerdos, sé quién es Nanami, pero también tengo los de... el otro yo. ¿Soy ambos entonces?

Abrí el grifo y me mojé un poco la cara. Seguí con la vista fija en el espejo por unos segundos, pero finalmente opté por secarme la cara con una toalla blanca que había al lado del lavamanos y salí del baño. Este apartamento era prácticamente igual al mío, salvo por la consola conectada al televisor y las bolsas de frituras desperdigadas en la mesita frente al sofá.

Miré mis manos, yo golpeé a Enoshima. Al instante hice una mueca. A pesar de que mis manos estuvieran intactas, el recuerdo seguía manchando mi conciencia. Sé que es Enoshima, pero por Dios, le rompí tres costillas a una persona. Aunque si no lo hubiera hecho...

La puerta de la recamara de Nanami se abrió y ella salió. Vestía con lo que parecía ser una camiseta vieja y unos shorts. ¿Cómo sé que es una camiseta vieja? En realidad es bastante simple, el elástico del cuello está algo gastado, además su color no es blanco puro, sin duda la ha lavado más de una vez. De la cintura para abajo, únicamente usaba unos cortos shorts que se pegaban a sus muslos.

Ya fuera por vergüenza, o porque la camiseta que usaba le quedaba algo floja, aparté la mirada. Sin duda dormía cómoda.

—¿Hinata...?

—Hey, Nanami, ¿t-te sientes mejor?

Ella no respondió. Escuché sus pasos, pero no me atreví a mirarla. Me daba mucha vergüenza. Sin ninguna clase de aviso, ella me abrazó. No está usando brasier...

—Que gusto... Temí que hubiera sido un sueño, de verdad eres tú.

—S-S-Sí, soy yo... ¿Puedes... soltarme?

Ella separó su cara de mi pecho y torció un poco la cabeza, yo simplemente sonreí nervioso, ¿acaso esta chica no se daba cuenta?

—¿Por qué?

—P-Porque estás en pijama...

—¿Y?

—Y soy un chico...

Nanami me miró un segundo, para luego fijarse en lo que tenía puesto. Sus mejillas poco a poco se coloraron, parece que se dio cuenta de lo que yo le hablaba. Al contrario de lo que yo pensé, ella volvió a abrazarme, provocando que mis nervios crecieran.

—Hinata es Hinata.

—¿Qué significa eso?

—Que eres tú, y si eres tú, no me importa que me veas así.

¿Cómo es que Izuru aguantaba este tipo de cosas? Mi cara comenzó a arder, el cuerpo de Nanami era tan cálido, que incluso dudé si debía corresponder al abrazo. Con toda mi fuerza de voluntad, separé a Nanami de mí y miré para otro lado.

—¿Qué quieres comer? P-Prepararé algo.

—¿El desayuno?

—S-Sí, lo que s-sea.

—Hm —ella pareció pensarlo un segundo—. Leche con chocolate.

—¿Qué?

—Sólo quiero una taza de chocolatada caliente.

—¿Nada de comida?

Negó con la cabeza. Hice lo que me pidió, y le preparé una dulce taza de chocolate caliente. Ella pareció contentarse, creí que me pediría un café o tal vez un té, no me imaginé una chocolatada. Yo por mi parte me hice un té.

Necesito de ti (Naegiri) (Hinanami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora