30

2K 101 39
                                    

Pov Hajime Hinata.

No me quitaban la vista de encima, esto ya comenzaba a incomodarme. Masajeé mi cuello un poco, tratando de calmar la tensión acumulada.

—Para mí está igual —dijo Souda.

—No, mira su ojo —le contestó Mioda.

—Pueden ser lentillas.

—No, pero también habla y actúa diferente, sólo espera.

Las miradas de mis compañeros seguían en mí. Mi cara se tornaba roja, esto era muy incómodo, creo que algunos ni siquiera parpadeaban para mirarme, incluso la profesora mantenía su mirada fija en mí. Exhalé un poco de aire, queriendo liberarme de aquellos nervios que me carcomían.

—Chicos, sigo siendo yo.

—Suena menos robótico que antes...

—Di algo —pidió Mioda.

—¿Qué? ¿Qué quieres que diga?

—Revela tus sentimientos por Sonia.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué sentimientos?! —pregunté histérico, probablemente estaba tan rojo como un tomate.

Souda me miraba con el ceño fruncido, claramente desconfiando de mí. Tanaka tenía una expresión de completa seriedad, sus cejas estaban algo fruncidas, pero nada más. Sonia por su parte me miraba con una sonrisa tranquila, creo que se dio cuenta de que era una de las bromas de Mioda.

No se me ocurría nada para decir, hasta que de pronto, como un ángel salvador vi al impostor.

—Mitarai.

El impostor abrió sus ojos y se apuntó a sí mismo con su dedo, a lo cual yo asentí.

—Deberías ir a hablar con el director más tarde.

—¿Q-Q-Qué? ¿Hice algo?

—No, pero él podrá decirte donde está... ya sabes quién.

Sus ojos se abrieron y su expresión se tornó completamente seria. Llevó su mano a su mentón y bajó la mirada, parecía estar pensando. Tras pensárselo unos segundos, él se quitó la peluca, revelando así su verdadera cara. Tarde o temprano revelaría su fachada, pero no creí que lo haría ahora.

No hace falta decir que todos miraron aquello con desconcierto, abriendo totalmente los ojos y las bocas.

—¿Cómo está? —preguntó él, ignorando las miradas de todos.

—Débil, pero lo están tratando.

—Tsumiki, necesito tu ayuda una vez más.

—¿Eh? —chilló la enfermera.

—Te lo explicaré en el camino. Vamos.

Sin siquiera pedir permiso, el impostor trató de salir por la puerta, pero un cuchillo pasó justo al lado de su cabeza, clavándose en la puerta. Todos miramos con sorpresa a la que había lanzado ese cuchillo, nuestra profesora sonreía tranquilamente, pero un aura completamente aterradora desprendía de ella.

—Mitarai, la clase aún no ha terminado.

El impostor no tembló, seguía con la misma seriedad de antes.

—Yo no soy Mitarai, pero no se preocupe, lo traeré aquí una vez que todo...

—No me importa si no eres Mitarai, sigues siendo mi estudiante —expresó la profesora.

—Tengo que verlo, necesito saber que está bien... —se quejó.

Tras ver la evidente molestia y preocupación que sentía el impostor, nuestra profesora terminó por suspirar resignándose.

Necesito de ti (Naegiri) (Hinanami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora