52

3.6K 110 677
                                    

Pov Makoto Naegi.

Mis ojos poco a poco se abrieron, lo que me encontré fue a Kyouko tirada al lado mío completamente dormida. La miré por unos segundos, ella aún llevaba ese traje de conejita playboy. Las sabanas ni siquiera nos cubrían, simplemente estaban debajo de nosotros manchadas de semen y de fluidos de Kyouko.

Toqué mi frente para luego mirar el resto de la habitación. Varios condones llenos de esperma estaban tirados por el piso y la caja de los mismos estaba vacía. Sí que nos habíamos alocado anoche.

—Makoto...

Miré a Kyouko, ella aún tenía los ojos cerrados y su mano apretaba levemente la mía. Sonreí y le di un beso en la mejilla, para luego levantarme con cuidado para no despertarla.

Toqué mi cabeza una vez más, dolía, tenía jaqueca. Sin hacer mucho ruido, fui hasta mi mesita de noche y abrí uno de los cajones, agarrando una tableta de pastillas que afortunadamente estaba allí y sacando una, metiéndola en mi boca y tragándola, seguramente tardaría unos minutos en hacer efecto.

Acto seguido me dirigí al armario, tal y como pensé, aún había algunas ropas mías dentro. Yo aún llevaba parte del disfraz de lobo, así que tomé algunas de mis prendas normales. Admito que me sorprendía un poco que ella tuviera ropa mía aquí, aunque si lo pienso yo nunca vine a buscar mis cosas cuando rompimos, así que...

No hice mucho, simplemente recogí cada uno de los preservativos usados y fui al baño con ellos, tirándolos en el pequeño bote de la basura del baño, y dejando mi ropa sobre la tapa del inodoro. Luego tomé un balde de agua y un trapeador y limpié el piso de la sala, para minutos después secarlo. Listo, aquí no había ocurrido nada.

Para finalizar, volví al baño y tomé una ducha, dejando que el agua se llevara todo el sudor que se había quedado en mi cuerpo. No pude evitar sonreír, recordaba todo, mis manos agarrando a Kyouko, las embestidas, nosotros dos cubiertos de sudor, pero sin querer detenernos. Una vez que salí estaba mucho más fresco y el dolor de cabeza había disminuido bastante.

Aprovechando que Kyouko estaba dormida, fui hacia la cocina y empecé a cocinar. Como siempre le haría un café y tal vez un poco de tocino para acompañarlo. Con esa idea en mente abrí el refrigerador, pero mi vista se quedó fija en un frasco con liquido dorado.

"Quiero algo dulce, tal vez un Naegi con miel" mi cara se tornó roja al recordar eso, pero en contra de mi buen juicio me puse un poco de miel en los labios y terminé de preparar las dos tazas de café.

Hora de levantar a Kyouko.

Antes de que siquiera pudiera poner un pie fuera de la cocina, el timbre de la puerta sonó y por instinto fui a abrir. Detrás estaba un hombre de camisa blanca y ojos violeta, junto a un hombre rubio con sombrero que sostenía una caja blanca un tanto grande.

—¿Naegi?

—¿Jin?

—¡Koichi! —gritó mi profesor de manera animada.

Los tres nos mirábamos, no los esperaba. Koichi sonreía tranquilo, pero Jin se veía confundido, parece ser que él tampoco esperaba verme hoy.

—¿Tienes miel en los labios? —preguntó el director confundido.

Yo al instante me tapé la boca con la mano.

—¿Q-Qué hacen aquí?

—Vinimos para hablar con Kyouko, ¿y tú? —interrogó Koichi, sin abandonar su sonrisa.

—Y-Yo...

Volteé, únicamente porque al igual que Koichi y Jin, escuché como la puerta de la recamara se abría. Kyouko estaba saliendo del cuarto medio dormida, con el cabello desarreglado, refregándose un ojo y con el candente disfraz puesto todavía, siendo solamente "cubierto" por su chaqueta morada, la cual ni siquiera se había puesto del todo.

Necesito de ti (Naegiri) (Hinanami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora