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Pov Makoto Naegi.

Pov Makoto Naegi

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Oscuro. Las luces de mi cuarto estaban apagadas, mi cuerpo estaba sobre el colchón, no me sentía con ánimos de salir. Mi celular sonó, me fijé la hora, recién me daba cuenta que apenas era medio día. Siendo sincero, creí que era de noche, mi rutina ya había cambiado hace un tiempo, sólo consistiendo en comer y dormir.

Miré la notificación en el móvil, a pesar de no haber atendido a ninguna de las llamadas que me hacían, lo último que quería hacer ahora era hablar con alguien. Me quedé cegado unos segundos, debido a la brillante ventana de chat, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, logré leer ese corto mensaje, "Abre la puerta". Eso me confundió, pero al instante el timbre de la entrada sonó.

Suspiré, me levanté como pude de la cama y salí del dormitorio, yendo directo a la entrada.

—¿Quién es?

—Makoto, abre la puerta —ordenó una voz masculina.

Reconocí esa voz petulante al instante, obedecí y abrí la puerta. Detrás estaba Byakuya con el resto de los chicos.

—¿Chicos? ¿Qué pasa? —pregunté confundido.

—¿Cómo que "Qué pasa"? —cuestionó Oowada— Viejo, llevas sin ir a clases dos semanas enteras.

—¿En serio?

A decir verdad, como ya dije, mi rutina consistía en comer y dormir, por lo cual no estaba al tanto del tiempo que pasaba. Miré a cada uno de los chicos, ellos me devolvían la mirada, estaban preocupados.

Byakuya me miró por un segundo, hizo una mueca e inhaló dos veces con su nariz, al instante se la tapó y me miró.

—¡Dios, ¿hace cuánto que no tomas un baño?!

Sin esperar mi respuesta, me empujó a un lado, adentrándose en mi departamento y encendió las luces. No me sentía orgulloso de esto, la sala estaba intacta, pero la cocina... Todos miraron asqueados el fregadero; platos sucios, restos de comida e inclusive algunos gusanos, hasta yo sentía el pútrido olor que desprendía.

—¡Por Dios, Makoto! ¡¿Qué demonios?!

—No he... Yo... Lo siento.

No sé qué decir.

—¡Vete a tomar una maldita ducha! —ordenó el noble— ¡Hagakure, ve a su habitación y búscale ropa limpia! ¡Yamada, tú limpia eso, es asqueroso!

—¡Sí, señor! —aceptó Hagakure.

—¡¿Q-Q-Qué? ¿Yo? —preguntó Yamada apuntándose asustado.

—¡No, el otro Yamada, obviamente te hablo a ti!

No entendí, pero Byakuya no era el único molesto, Ishimaru y Oowada me miraban con desaprobación y al ver que yo no me movía, prácticamente me obligaron a entrar al baño. Una vez dentro, me miré en el espejo. Mi piel estaba más pálida de lo normal, mis ojos carecían de cualquier tipo de brillo y mi cabello estaba más desarreglado que de costumbre, además de que tenía unas pronunciadas ojeras. Al no tener que salir, no me preocupaba lo más mínimo en nada, lo único que vestía era aquella sudadera verde y mi chaqueta, parece que llevaba dos semanas usando la misma ropa.

Necesito de ti (Naegiri) (Hinanami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora