32

2.3K 103 133
                                    

Pov Kyouko Kirigiri.

Lunes.

Una semana, había pasado una semana desde que encontramos a Ryota Mitarai, y una semana desde que había roto con Makoto. Así es, Makoto no había puesto un pie en la clase desde hace una semana. Yo no me había enterado hasta hoy, ya que yo me había ausentado la semana anterior también, ya que tuve trabajo que hacer.

—¿Naegi se ha enfermado o algo? —preguntó la chica a mi lado, Celes.

—¿Qué?

—Es que como no vino contigo, dije "Ah, debe de estar enfermo o algo".

—No, no lo creo, no sé.

—Oh... ¿Y qué han hecho en esa semana? Ya sabes, ustedes dos solos...

El tono pícaro de Celes era bastante notorio, incluso mis amigas se sumaron diciendo "Uh", seguramente esperando alguna anécdota sobre mí y Makoto. Antes de que siquiera pudiera responder, una chica con una lengua exageradamente larga abrió la boca.

—¡Obviamente sexo duro y contra el muro! ¡No preguntemos idioteces!

Mis amigas lentamente giraron a ver a Genocider, una cosa era insinuar, pero otra cosa muy diferente era decir las cosas así de bruscas como lo hacía Genocider. Mis amigas compartían su expresión, todas la miraban como si la estuvieran regañando, Genocider por su parte me miraba esperando seguramente que lo confirmara.

Suspiré.

—Wow... —musitó Hagakure.

El aula estaba en un silencio tan masivo, que logré escuchar a Hagakure, y no fui la única. Mis amigas y yo dirigimos nuestras miradas al grupo de chicos al otro lado del aula, ellos, quienes antes hablaban y carcajeaban, ahora nos miraban con sorpresa.

—¡¿Y ustedes qué miran?! —les gritó Celestia.

Al instante todos voltearon, volviendo a hablar de Dios sabe qué. Celes miró molesta a Genocider, yo por mi parte seguí sin reaccionar en lo absoluto.

—Genocider, ese tipo de cosas no hay que...

—¡Espera! —pidió la asesina levantando su dedo índice frente a Celes.

Con extraños movimientos, la loca metió su mano dentro del bolsillo de su falda y sacó su celular. Ladeó la cabeza hacia un lado y lo miró por unos segundos, el teléfono estaba vibrando.

—Ja...

De un momento a otro, su pequeña risa se convirtió en una desquiciada carcajada, pero eso no duró mucho. Sus risas cesaron y miró de una manera cansina el celular, para por fin atender.

—Sigue llamándome e iré a tu casa a cortarte la garganta... ¿Eh?... ¿Cine?... ¿Cuándo?

Genocider asentía. Usó su hombro y parte de su mejilla para sostener el móvil, sus manos fueron una vez mas hacia sus bolsillos, desde donde sacó un pequeño anotador y un bolígrafo. Ella escribía con rapidez, y al pasar unos segundos volvió a guardarlos. Su expresión no cambiaba, no se le veía ni molesta ni feliz, simplemente seria.

—¡Bla, bla, bla! ¡Sí, nos vemos allá! —se quejó exasperada— ¡Sí, lo anoté! ¡¿Una foto?! ¡Estás de...! ¡Ok, luego la mando, sólo deja de molestar!... ¿Eh...? ¡No voy a decir esa mariconada!... ¿Estás llorando...? ¿Dekomaru...? —Genocider gruñó molesta y apretó los dientes— Te quiero, ¿ok?... ¡Cuando te vea te cortaré la jodida lengua!

Tras gritar eso, Genocider cortó la llamada y volvió a guardar el teléfono en su bolsillo. Nuestra atención se centraba en la homicida que maldecía entre dientes, todas nosotras la mirábamos esperando una explicación.

Necesito de ti (Naegiri) (Hinanami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora