Capítulo 2

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Miro a mi alrededor, antes de salir de la tienda, para comprobar que todo esté despejado, y después, prácticamente corro hasta el hospital de campaña. Si me viese ahora mismo Fisher, se reiría a mi costa durante meses, pero a estas alturas, estoy tan cansado de soportar los eternos monólogos de la cabo Dickinson, que me da igual si se burla de mí porque me escondo de ella. Lo que sea, con tal de no oír una sola queja más por su parte. Si lo llego a saber, no le habría permitido venir con nosotros a tomar algo después del entrenamiento, hace una semana. Ahí empezó toda esta locura, porque se pensó que le había dado permiso para ser su paño de lágrimas. 

-Buenos días, Harris.

-Buenos días, Fox -saludo al otro médico de la base. No coincidimos demasiado porque debemos cubrir todos los turnos diurnos, pero me cae bien. Es un hombre muy práctico y hace que el trabajo en el hospital sea más llevadero- ¿Alguna novedad?

-Nada reseñable. Le he dado el alta a dos y ya solo queda uno. Creo que esta tarde podrás dejarlo ir también, en cuanto le quites los puntos.

En realidad, se podría haber ido mucho antes y volver solo para quitarse los puntos, pero siempre está retando a sus compañeros, así que ya se ha reventado los puntos en un par de ocasiones. Esta vez se ha quedado ingresado por precaución.

-El aburrimiento es muy malo -digo, sonriendo-. Esperemos que nadie más decida accidentarse hoy. 

-Estaría bien descansar por unos días -asiente.

Vaya si lo estaría. Aunque fuese aburrido no tener nada que hacer, estaría dispuesto a soportarlo sin protestar, por tener un poco de paz mental. Dickinson sabe que en el hospital me encontrará y no podré huir de ella, así que este es el peor lugar para estar estos días.

-Oye -lo detengo, cuando ya se va-, ¿no le habrás dicho a Dickinson que venga hoy?

-Con un único enfermo en el hospital, no merece la pena -niega. Después, duda por unos segundos, antes de añadir- ¿Habéis tenido algún problema? He notado que las cosas no van como siempre entre vosotros.

-Ha roto con su novio -decido ser sincero con él- y no deja de acosarme para que la anime.

-¿Quiere algo contigo?

-Que la escuche despotricar sobre su ex -bufo.

-Joder -mueve la cabeza-, es una putada cuando hacen eso.

-¿Te ha pasado? -aunque es una putada, como dice, es bueno saber que no soy el único.

-Estuve algunos meses con una chica que no había superado a su ex y siempre me estaba hablando de él. Era de manera despectiva, claro, pero se veía a las leguas que todavía lo sentía algo fuerte por él, así que al final tuve que romper con ella. Aquello no nos llevaría a ninguna parte y además, no podía estar seguro de que no volviese a verse con él cuando yo estuviese fuera. A veces es mejor cortar de raíz -no es la misma situación, ni por asomo, pero supongo que menos es nada. 

-Yo me conformaré con esconderme de ella tanto como pueda -le digo.

-Suerte con eso -desde luego, para animar a la gente no sirve-, porque me parece de esas que no se rinden fácilmente.

-Puede ser.

Después de revisar todos los historiales, aun cuando ya han sido dados de alta, me acerco al único soldado que queda aquí y hablamos durante un par de horas. Creo que se aburre tanto como yo. O quizá más, porque es de esos hombres adictos a la adrenalina, que necesitan su dosis diaria para sentirse vivos. De esos hay muchos en el ejército.

-¿Harris? -la voz de Dickinson me tensa. 

Ya casi ha terminado mi turno y estoy desinfectando las tijeras Littauer para cortar los puntos del brazo del soldado y poder darle el alta por fin. Por un momento, creí que me libraría de ella hoy, pero parece que me he emocionado antes de tiempo. A pesar de todo, decido no responder. Quizá se vaya, sin comprobar si estoy aquí.

Fawn (Saga SEAL 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora