Capítulo 18

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Me cuesta abrir los ojos y todavía más mantenerlos así. Ni siquiera soy capaz de enfocar bien y no me atrevo a parpadear para solucionarlo porque temo no poder abrirlos de nuevo. También siento que mi cuerpo pesa toneladas y reconozco los efectos inmediatamente: me han sedado. Mi cabeza todavía está embotada por ello, así que no consigo recordar lo que ha pasado antes de llegar a esto, pero ha debido ser grave. 

Inspiro profundamente, o todo lo que mi adormecido cuerpo me permite, y dejo escapar luego el aire lentamente. Mi vista empieza a aclararse y consigo levantar la cabeza para ver el resto de mí. Me encuentro con una pierna vendada y elevada para que el muslo no se apoye contra la cama, lo que me trae imágenes a la mente sobre una explosión y yo volando por los aires. También tengo rozaduras y pequeñas heridas en mis brazos.

-¡Eh, ya estás despierto! -una voz a mi lado me obliga a mirar hacia el interlocutor. DK me sonríe e intento imitarlo, pero no debe salir como planeaba, porque sus labios se estiran todavía más-. Bienvenido al mundo de los vivos, Doc.

-¿Qué ha...? ¿Cuánto...? -ni siquiera soy capaz de hablar. Me pica la garganta, como si hubiese estado intubado, lo que me preocupa todavía más.

-Hubo una explosión -me explica- y algunos restos se incrustaron en tu muslo. Estuviste realmente jodido, Doc. Y casi te desangras. Al final tuvieron que hacerte una transfusión directa para poder trabajar con la herida y cerrarla.

-¿Quién?

-Archer es donante universal y se ofreció -entiende mi pregunta-. No, no lo busques, no está aquí. Después de estabilizarte, enviaron un halo a buscarte. A buscarnos a todos. Nos metieron en un avión y ya estamos en casa desde hace unos cuantos días.

-¿Cuánto hace que estoy aquí? -después de beber un poco de agua, aunque se supone que no debo hacerlo hasta que el sedante desaparezca de todo de mi organismo, ya puedo hablar con más fluidez.

-Diez días -me sorprende que haya sido tanto tiempo-. La herida se infectó en el traslado y tuvieron que sedarte porque no dejabas de moverte por los desvaríos de la fiebre. Temían que reventases los puntos. Cuando consiguieron controlar la fiebre, decidieron ir bajando la dosis de la sedación poco a poco para ver cómo evolucionabas. Me alegro de verte despierto, amigo. Estábamos muy preocupados por ti.

-Joder -intento incorporarme, pero DK me lo impide-. Necesito hablar con el médico.

-Con calma -me dice-. Brian no quiere que te muevas hasta que él te vea. Iré a buscarlo si me prometes que te comportarás. 

-Ve -no puedo evitar que su sonrisa me moleste. Soy buen médico, pero muy mal paciente.

Cuando me deja solo, intento incorporarme de nuevo, pero mi cuerpo no responde como debería por el momento, así que me quedo recostado en la cama, mirando al techo. No puedo creer que hayan pasado diez días desde la explosión y que no recuerde nada después de llegar a la base en Afganistán. Bueno, he estado sedado, lo que lo explica, pero aun así, me frustra que esos días se hayan perdido en mi subconsciente para siempre.

-Fawn -susurro, al comprender que lleva diez días esperando mi llamada, pues le dije qué día llegaríamos a casa y le prometí que la llamaría para vernos. Si me ha llamado ella, quizá crea que no me interesa volver a verla, porque no he podido responderle-. Joder. Necesito mi teléfono.

-Buenas tardes, Owen -Brian entra en la habitación con un historial en la mano y DK lo sigue, aunque se queda junto a la puerta para no molestar. Mi intención de buscar el teléfono se ha ido al garete- ¿Cómo te encuentras?

-Como si pesase toneladas -soy sincero.

-Te quitaré el sedante -dice, mientras manipula la vía-. Necesito que me digas si te duele cuando tu cuerpo empiece a despertarse. No te hagas el valiente, Owen, puedo darte calmantes para llevarlo mejor.

Fawn (Saga SEAL 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora