Capítulo 21

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No puedo decir que no me haya gustado la sorpresa que me han preparado mis amigos, pues ha sido genial verlos a todos juntos, a pesar de lo apretados que estábamos en mi piso, pero definitivamente, estar recostado en la cama, viendo una película, con Fawn pegada a mi costado, mientras comemos palomitas de maíz, es el cierre perfecto para el día. Y aunque me gustaría hablar con ella de muchas cosas, en este momento, me conformo con disfrutar del silencio entre nosotros. 

-El muy imbécil va de cabeza a su perdición -dice de repente. Me cuesta asimilar de qué está hablando, hasta que señala la pantalla. Estaba tan centrado en ella, que no estaba prestando atención a la película- ¿Por qué siempre suben cuando están escapando? ¿No ven que después no tendrán hacia dónde ir?

-Nunca me lo había planteado -cosa que es cierta. Sin embargo, he vivido suficientes situaciones peligrosas como para saber que mantenerse a ras del suelo es siempre la mejor opción-. Supongo que lo hacen para que la película sea más emocionante.

-Si continuasen abajo, podrían alargarla y sería doblemente emocionante -su comentario me hace reír y siento cómo me golpea en el estómago con el puño, fingiéndose ofendida. No ha sido fuerte, pero consigue cortar mi carcajada por la sorpresa-. No te rías. Hablo en serio.

-Tal vez no les convenga alargar la película -sonrío, sugiriéndole la alternativa. No sé por qué estamos teniendo una conversación tan tonta, pero me encanta. Siento como si ya nos conociéramos de toda la vida y esto fuese una simple muestra más de nuestra complicidad.

-Deberían informarse mejor antes de hacer películas de acción -dice, antes de meter el último puñado de palomitas en la boca y dejar en la mesita de noche el cuenco-. Algunas escenas son tan ilógicas, que le quitan la gracia. Al menos, a las que se supone que están basadas en hechos reales.

-La gente no quiere ver lo que pasa en realidad -le explico, aunque seguro que ya lo sabe-. No quieren saber que, en ocasiones, los malos ganan. O que las secuelas que les quedan a quienes se han visto envueltos en conflictos armados pueden llevarlos incluso al suicidio. La vida ya es jodida de por sí, como para complicarla más en la ficción. La gente busca evadirse y disfrutar. Creo que cuanto menos realista es, más gusta, precisamente porque saben que eso no podría suceder jamás.

-En eso llevas razón -me mira-, pero a veces, es mejor recibir una dosis de realidad a tiempo porque hay muchos que se creen que nuestro trabajo es una mierda y que no importa si morimos, porque nos lo merecemos. Que es un justo pago por el mal que hacemos. Como si fuésemos a la guerra por gusto y no para defender su libertad. No saben todo lo que hay detrás de nuestro trabajo.  

-Cierto -asiento-. Nadie que no haya pasado por lo que nosotros vivimos cada día, entenderá nunca lo duro y necesario que es nuestro trabajo. Nos jugamos la vida para que ellos puedan disfrutar de la suya libremente. Pero la gente que no lo vive de cerca, no lo entenderá jamás, ni aunque se lo enseñes en una película. Menos todavía en una de estas. Se lo tomarán en broma.

-¿Cómo hemos acabado poniéndonos tan serios? -dice, después de unos segundos en silencio-. Se supone que esto debería ser entretenido.

-Y lo es -sonrío, mientras le coloco un mechón de cabello detrás de la oreja, aprovechando para acariciar su mejilla. Tiene una piel tan suave, que invita a tocarla todo el tiempo-. Me encanta que estés aquí conmigo. Es genial.

-Tal vez yo podría hacerlo más genial todavía -responde, mordiéndose el labio, lo que hace que mis ojos se fijen en esa parte de su rostro.

Entonces, se levanta de golpe y pasa una de sus piernas sobre mí, para acabar sentada en mi regazo, de un solo movimiento. Sus manos van a mi rostro y sus labios se aprietan contra los míos con un deseo que apenas consigue contener. No estoy en mi mejor momento, porque no puedo forzar la pierna todavía, pero en esta posición, puedo usar libremente mis manos para recorrer sus caderas y su espalda, con el mismo ansia que ella siente, mientras seguimos devorándonos la boca. Pronto, mi camiseta desaparece y detrás va la suya, que por cierto, también es mía, porque Fawn decidió quedarse a dormir en el último momento y no venía preparada. Sus pechos quedan expuestos frente a mi boca, que los busca para jugar con ellos hasta que consigo arrancarle varios gemidos de satisfacción. Sus manos se aprietan en mi cabello, obligándome a continuar, mientras ella deja caer la cabeza hacia atrás en completo abandono. 

Fawn (Saga SEAL 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora