Capítulo 7

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Mis manos se apoderan de sus caderas y la empujo contra mí para que sienta lo que me ha hecho con tan solo un beso. Su respuesta instantánea, en forma de gemido, me enciende todavía más e incluyo mi lengua en la ecuación, en una batalla con la suya que nos deja jadeantes a los dos. Sin embargo, mi mente racional pugna por salir y termino deteniendo el beso, después de unos minutos intensos. No estamos en el lugar idóneo para dejarnos llevar por la pasión, por más que me apetezca.

-No deberíamos -le digo a desgana y sin animarme a liberarla todavía-. Alguien podría venir y encontrarnos indispuestos.

Varias hebras de cabello castaño se han escapado de su perfecto moño militar y sus ojos color café me miran con intensidad, suplicando por más. Sus labios, ya de por sí voluminosos, están ahora hinchados e invitan a saborearlos de nuevo. Nunca la he visto más hermosa que ahora y sin embargo, sé que todavía podría estarlo más, con su pelo suelto y totalmente desnuda debajo de mí. O incluso encima, cabalgándome. Mi mente racional se pierde poco a poco en todas las posibilidades y vacilo ante mis propias advertencias.    

-Este lugar está bastante escondido, por eso lo he elegido -sus labios juegan con el lóbulo de mi oreja ahora, tentándome a continuar-. Y tenemos una buena visual, así que nadie vendrá sin que lo sepamos de antemano. Además, seremos rápidos. 

-No creo que eso me guste demasiado -protesto cuando su boca deja un beso en mi cuello y las imágenes de ambos desnudos y sudorosos se vuelven más nítidas en mi cabeza. No me lo está poniendo fácil.

-Te lo compensaré cuando todo esto termine -me promete, sin dejar de jugar contra mi cuello con su boca. Es tan persuasiva, que siento la tentación de rendirme a su deseo-. Además, ¿nunca te has sentido tentado de gastar los condones que nos da el ejército en los despliegues? Porque yo sí.

-Yo los gasto -sonrío, porque sé perfectamente a lo que se refiere, pero me hago el tonto-. En mis armas, como debe... oh, joder. No juegas limpio, Holt.

-Llámame Fawn -me dice. 

Cuando su mano se aprieta en mi entrepierna, ya no puedo pensar en nada más que en ser tan rápido como dice que seremos y lamentar no poder tomarnos más tiempo para conocer mejor nuestros cuerpos esta primera vez juntos. Le sujeto el rostro con ambas manos y atrapo su boca en un beso cargado de intenciones. Quiero que sepa que esta vez no nos detendré y parece que lo capta porque sus manos me sacan el chaleco y me arrancan la camiseta con prisas. Luego se retira, para observarme y se muerde el labio. Sus pupilas están tan dilatadas por el deseo, que sus ojos parecen negros en este momento.

-¿Te gusta lo que ves? 

-Tienes un cuerpo increíble, Doc -su tono de voz y su mirada voraz me ponen a cien, al igual que las manos que se pasean por mis pectorales, acariciándolos casi con veneración-. Joder, lo que haría contigo si pudiese. Pero ten por seguro que lo disfrutaré a conciencia cuando no estemos hasta el cuello de mierda.

Me besa de nuevo sin dejarme añadir nada, pero tampoco me importa porque es mi turno para quitar su chaleco y levantar su camiseta. Libero sus pechos del sujetador y me deleito con su visión. También ella tiene un cuerpo bien torneado y eso se nota a simple vista, sin embargo mis ojos no pueden apartarse de sus pechos firmes y pequeños. Son perfectos para mí y los disfruto con mi boca, porque podremos ser todo lo rápidos que ella quiera después, pero ni loco pasaré de largo sobre ellos. Cada gemido que se le escapa mientras chupo, aprieto y muerdo, hace que mi urgencia por enterrarme en ella crezca, así que cuando se levanta para ir a buscar uno de los condones que nos dan para impermeabilizar las armas en caso necesario, yo voy liberando mi erección del pantalón. Hasta el momento no se me había ocurrido usarlos para lo que de verdad fueron creados, aunque tampoco es que conociese a nadie con quien mereciese la pena hacerlo durante el despliegue.

Fawn (Saga SEAL 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora