Capítulo 4

6.4K 1K 193
                                    

-Te ayudaré -me acerco a ella para cargar con parte del peso, pues el hombre parece inconsciente. Cuando lo sostengo por el otro lado, no puedo evitar sentirme torpe por estar tan cerca de ella y por un segundo, casi parece que lo dejaré caer. Me maldigo en bajo y lo sujeto mejor.

-Gracias -me dice, cuando le he quitado parte del peso. Se ve agotada, pero me regala una sonrisa que casi me hace babear. Dios, ¿qué me está pasando? He visto a cientos de mujeres guapas, pero nunca había reaccionado así ante ninguna.

-¿Qué... ? ¿Qué ha pasado? -intento desviar mi atención hacia los pacientes y me falla la voz. Aunque trato de disimularlo, no puedo dejar de mirar hacia ella una y otra vez.

-Los acorralaron en uno de los cruces del pueblo -me explica-. No tenían ninguna posibilidad. Quien lo ha hecho, conoce bien la zona.

-Joder -frunzo el ceño. Ahí fuera deberíamos estar nosotros, impidiendo que estas cosas pasen. Se supone que hemos venido para eso, precisamente, pero los jefes se escudan en la falta de personal en la base para no dejarnos patrullar con el resto. Aquí no hacemos nada, salvo perder el tiempo.

-No te tortures tanto -me dice ella, sorprendiéndome de que pueda saber lo que estoy pensando-. Los jefes suelen ser unos capullos que se creen que lo saben todo de la guerra, sentados en sus blandos sillones de despacho. Si por mí fuera, se harían las cosas de manera muy diferente, pero me toca callar y obedecer.

-Eso pienso yo -asiento, conforme con lo que ha dicho. Estoy harto de que unos señores que, seguramente no han pisado en su vida una tierra en conflicto, nos digan cómo hacer las cosas. La guerra en Pakistán ya dura demasiados años, deberíamos hacer algo más que mostrarnos en la base para terminar con todas estas muertes. Si nos envían a aquí, que sea para algo más que esperar a que nuestros compañeros sean atacados a traición. Una vez hecho el mal, poco podemos reparar.

Dejamos al hombre en una de las camillas y compruebo sus constantes vitales. La mujer, lejos de irse, me observa mientras trabajo. Y no es que me moleste tenerla cerca, pero me pone un poco nervioso su presencia, así que cuando tropiezo por segunda vez, le sugiero, indirectamente, que se vaya.

-Estarás agotada -le digo-. Y tendrás hambre. En la tienda grande del centro del campamento tienes el comedor. Estarán preparando ya la comida, así que no creo que tengan problema en darte algo para...

-Estoy bien -se niega a irse-. Prefiero quedarme aquí por ahora.

-Como quieras.

Por suerte, se dirige a las otras camas ocupadas por los hombres que ha traído, para comprobar cómo están todos y puedo relajarme y hacer mi trabajo sin que la vida de este pobre soldado peligre. No está tan grave como parecía cuando lo arrastramos hasta aquí, pero con la torpeza que gasto cuando ella está cerca, bien podría matarlo sin pretenderlo.

-Algunos de nuestros compañeros se han quedado atrás -me dice el soldado, de repente.

-¿Había más? ¿Estás seguro de eso? -de ser así, debemos hacer algo.

-Sí -asiente con dificultad-. Nos dividieron durante la refriega para debilitarnos.

-Tendremos que salir a por ellos -murmuro.

-Puede que yo sepa dónde están los demás -es ella de nuevo y mi corazón da un salto en mi pecho. Esto no puede seguir así. Parezco un colegial que ha conocido a su primer amor platónico-. Iré a por ellos en cuanto me asegure de que todos estarán bien por aquí.

-Aquí estarán perfectamente bien -por un momento me ofende que insinúe que no sabremos cuidar de ellos-. El personal es escaso pero eficiente.

-No lo decía por eso -ríe, haciéndome sentir ridículo-. Me refería a saber que están fuera de peligro. Si alguno empeorase, tendría que trasladarlo a otra base con mejor equipamiento médico. Esta ha sido mi primera opción porque estabais más cerca, pero entiendo que no podréis hacer gran cosa con los casos más delicados porque os falta el instrumental adecuado. Es una mierda, la verdad, pero ya sabemos cómo funciona todo en sitios como este. 

Fawn (Saga SEAL 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora