Fawn (Saga SEAL 6)

Capítulo 17

Después del, casi desastroso, rescate del grupo emboscado, nuestros jefes se han tomado más en serio la amenaza de los insurgentes y nos han estado enviando a diario fuera de la base, como apoyo a las patrullas de vigilancia habituales, por lo que no hemos tenido tiempo para aburrirnos este último mes. Yo menos que nadie, pues he tenido que sumarle las guardias en el hospital de la base. Al final del día, lo único que podía hacer era caer rendido en el catre y dormir las pocas horas que me quedaban libres, antes de empezar de nuevo. Aun así, Fawn ha invadido mi pensamiento muchas veces. Ahora que faltan unas horas para volver a casa, me siento impaciente. No solo porque estoy deseando descansar más de tres horas seguidas, sino porque me apetece mucho ver a Fawn. 

-Ojo a las tres -Fisher me golpea con el codo y dejo de soñar despierto. Es nuestra última salida antes de volver a casa y debería prestar más atención; no sea que cometa un error y lo complique todo-. Dale marcha al cuerpo, hombre, que ya nos vamos.

-No pidas eso -respondo, sonriendo, no obstante-. Ya hemos tenido suficiente marcha este último mes.

Desde que derribaron el HALO de Fawn, parece que se han envalentonado y han decidido complicarnos las cosas por esta zona. Diría incluso, que han venido más talibanes de los que ya había. A veces, tengo la sensación de que cuantos más matamos, más aparecen. Y no es que disfrute matando gente, pues lo mío es más salvar vidas, pero en ocasiones, no queda otra opción. Es tu equipo o el suyo.

-Tenía que haber sido así todo el despliegue -sonríe-. Al menos, no nos aburriríamos.

-Ni tanto ni tan poco -no estoy de acuerdo con él. Me gusta sentirme útil, pero también quiero tener mis horas de descanso.

-Eso lo dices porque te has comido todo el trabajo del hospital -ríe-. Sino, estarías tan encantado como yo.

-Es posible -señalo con la cabeza delante de nosotros porque veo a un par de hombres con aspecto sospechoso, que no nos quitan ojo de encima-. Mira eso.

-No me gusta -echa un vistazo detrás de nosotros, para ver por dónde van nuestros compañeros y luego usa el comunicador-. Posible amenaza a las 12. Dos sujetos semi-encapuchados, con ropa holgada. Uno de ellos parece embarazado. Igual hay que darles la enhorabuena, en lugar de detenerlos, pero ya se verá.

-Tenías que soltar la gracia -río por lo bajo. Por eso me gusta tenerlo como pareja en las salidas. Con Fisher nunca te aburres.

-Ya me conoces -se encoje de hombros.

En seguida responde Simmons, ordenándonos continuar la marcha. Ellos darán un rodeo para acercarse por detrás sin que los vean y comprobar que no hay nada raro bajo sus ropas. Por el momento, lo han intentado con minas y explosivos en bolsas y paquetes fácilmente localizables, pero no descartaría que apareciese algún suicida cargado de C-4 ahora, al ver que los demás métodos no están funcionando. Por el momento, nos situamos cerca de la patrulla y los vamos alejando de los sospechosos disimuladamente, para no alertarlos, si nos estuviesen esperando. 

-Atentos todos -aviso al grupo que estamos apoyando, para que estén preparados si hay que intervenir-. Posible amenaza a las 12. No hagáis movimientos extraños, pero manteneos alerta.

Uno de los soldados a los que acompañamos, no debe tener más de 20 años y parece que este es su primer despliegue, porque se ve muy nervioso en todas las salidas en las que hemos coincidido, como si quisiese entrar en acción, pero le aterrase igualmente hacerlo. Fisher se sitúa a su lado, al ver que empieza a mirar hacia los dos hombres demasiado a menudo, y comienza a hablar con él. Le hace preguntas sobre el campamento, el tiempo que lleva aquí y cosas del estilo, más para mantenerlo ocupado y que no nos delate, que por verdadero interés. Mientras tanto, yo me sitúo a la cabeza del grupo, esperando ver a los nuestros en cualquier momento.