Capítulo 9.

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Después de soportar los gritos de mis amigas durante unos cuantos minutos, decidieron que teníamos que vernos para ponerse al tanto de las nuevas noticias. Acordamos vernos en mi casa por lo que Ingrid guardo ropa en una maleta y partimos a mi casa en mi auto; una vez ahí preparamos bocadillos y pusimos un película para hacer más corta la espera de la llegada de mis demás amigas. Cuando estábamos sentadas, mi celular sonó en tono de mensaje. Era Christopher.

Hola hermosa, ¿Donde éstas?

Le sonreí a la pantalla como una idiota y respondí:

En casa, al parecer es noche de chicas y estamos esperando que lleguen las demás.

Fui a la cocina para preparar más palomitas cuando Ingrid comenzó a cantar una cursi canción de amor.

-A varios cientos de kilómetros- empezó a cantar Ingrid. -Puede tu voz darme calor igual que un sol y siento como un cambio armónico va componiendo una canción en mi interior-.

-Ingrid- empecé a decir. -¿Puedes dejar de cantar esa canción por favor?

-Estas enamorada, deberías agradecer que canto para ti...

-Gracias pero ahora no quiero cantar...

Ingrid pausó la película, se puso de pie y caminó hasta la cocina donde yo ya estaba llorando.

-¿Qué pasó?

-Estoy en un error, no debí decirle que lo amaba, no debí hacerlo

-¿Por qué no? ¿Qué pasa contigo? Hasta hace unas horas eras la persona más feliz del planeta y en menos de diez minutos pasaste a ser María Magdalena

-Es sólo que ahora soy vulnerable y eso estaba evitando... Aceptar tus sentimientos te hace potencialmente vulnerable a ese dolor que nadie quiere sentir...

-Sadie, ven sientate aquí. Todos tenemos ese factor de vulnerabilidad, no es exclusivo de las personas que están enamoradas, todos corremos peligro de ser lastimados incluso de manera indirecta y creo que eres muy consciente de ello, así que deja de torturarte por amar como una loca porque es ese tipo de amor el que necesita este jodido mundo para salir de la miseria emocional en la que vivimos.

El discurso de Ingrid me dejó sin palabras por lo que solo me puse de pie y la abracé tan fuerte que creí que se partiría en dos.

-No sé que haría sin ti...

-Estarías muerta. Así que, de nada.

Al cabo de una hora, mis amigas comenzaron a desfilar por la entrada de mi casa hasta la sala, la última en llegar fue Nahomi. Al estar sentadas en los sillones con las miradas puestas en mi me puso muy nerviosa. Siempre creí que mis amigas deseaban verme sola para escarmentar la poca importancia que le daba a los sentimientos de las personas hacía mi, hasta que vieron los efectos colaterales del amor en mi, pero ¿Qué podía hacer yo sí no sé amar de otra manera? Me entrego completamente o no lo hago, amar a medias no es amar y el amor se rige por esa estabilidad existente; así que cuando el amor tocó mi puerta, mi primera reacción fue el escepticismo hacia los cuentos de hadas y absurdas historias de amor eterno, hasta que mi vida comenzaba a parecer una de esas historias, claro que sin la madrastra que hace mi vida miserable, para eso, yo tenía experiencia. Cuando llego el momento de hablar de la (aún) inexistente relación con Christopher, sentí que mi cuerpo flotaba. Acababa de decile a 6 personas el mayor secreto de mi vida y ahora me sentía más expuesta que un corazón en plena cirugía. No tenía nada de malo que mis amigas supieran mis sentimientos hacia Christopher, lo malo era delatar mis nuevas inseguridades ante ellas, ¿Quién en su sano juicio le teme al amor? Ah claro, olvidaba que soy un fenómeno o un experimento de las flechas mal colocadas de Cúpido; la mayoría de las veces me alegraba jugar con los sentimientos de los demás, la satisfacción que me provocaba saber que se morían por estar conmigo era inigualable, hasta que el papel cambio y la ruleta no giró en mi favor, hasta que me vi ardiendo en el infierno, hasta que vivi en carne propia lo que es morir de amor.

730 días [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora