Capítulo 4.

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En el pasado, cuando salía con Christopher, respiraba lentamente para evitar desmayarme cuando me miraba a los ojos; ahora no podía respirar, sólo podía mover los ojos y parpadear, me sentí mareada y por un momento creí que me desmayaría; todo parecía irreal pero no lo era, él estaba ahí por mi y por nadie más...

-Luces muy bien- Dijo Christopher mirándome de arriba a abajo.

Formulé un 'gracias' que apenas y yo misma pude escuchar y miré a Ingrid quien me devolvió la mirada antes de desaparecer en la cocina y dejarme sola en mi cita con el destino.

-Podemos irnos en cuanto estés lista

-Estoy muy lista- Dije en voz alta. -Sólo iré por mi abrigo. Siéntate, no tardó nada.

Salí de la habitación y corrí en busca del abrigo de Ingrid, me miré una última vez en el espejo y le sonreí a mi reflejo antes de salir de ahí.

Al salir de la casa de Ingrid, Christopher me ofreció su brazo, lo entrelacé con el mío y caminamos hasta su auto, me abrió la puerta y en cuanto puse un pie dentro supe que estaba viviendo uno de mis sueños donde realmente soy feliz a su lado. Al entrar él y cerrar la puerta comencé a caer en la cuenta de que este momento realmente estaba pasando y nada ni nadie iba a impedirlo y para asegurarme de ello apagué mi celular. Ahora mi atención estaba completamente fijada en Christopher y la noche que me esperaba a su lado.

-Estoy nervioso- Dijo Christopher en cuanto metió la llave y la giro para encender el auto. -No sé qué sea lo que esta pasando por tu cabeza pero espero superar las expectativas por mucho...

-Me conoces tanto como yo a ti- Dije, y al voltear para mirarlo él también me estaba mirando. -Así que sabrás que no tengo expectativas que superar porque ya las haz superado desde el primer momento que me hiciste sentir especial, desde el momento en que tú llegaste a mi vida...

Christopher se puso pálido y apagó el auto; me miro como hace tanto tiempo no lo había hecho, con la mirada cargada de ilusiones, de palabras que no podían ser expresadas de manera coherente; eso provocó que mis manos buscaran las suyas y que nuestros dedos se entrelazaran, una energía lleno mis ojos de lágrimas y entonces dudé de mis ideas, de mi cordura, de mi lógica, no tenía que hacerlo, no debía hacerlo pero ya estaba decidida, muy decidida, me incliné y después de dos años de angustia, de llanto, de torturarme por mis errores, lo besé.

Consciente de que aún nos quedaba una larga noche juntos, me separé de él y sonreí, él correspondió mi sonrisa y encenció el auto nuevamente para comenzar con nuestra verdadera cita.

Christopher manejo por media hora, alejándonos del centro de la ciudad, a lo que parecía el punto más alto de ella. Cuando estacionamos en el subterráneo de un edificio realmente no sabía que pensar, apago el auto y salió para dar vuelta y abrirme la puerta para bajar.

-Es mejor que te pongas el abrigo- Me dijo tomando el abrigo de mis manos y me ayudo a ponérmelo. -Está comenzando a hacer frío-.

-Gracias- Dije abrochando los botones. -¿Qué hacemos aquí?-

-Es una sorpresa, por lo que necesito vendarte los ojos ¿Puedo?

Me emocionaba pero me aterrorizaba al mismo tiempo la idea de no ver nada y estar en un edificio en medio de la noche con Christopher, quería preguntar más pero el lado desafiante de mi estaba trabajando a mil por hora esta noche y sólo asentí; él comenzó a avanzar hacía el auto y saco un antifaz negro con encaje en las orillas.

-Algo me dice que esperabas que aceptará el que me taparas los ojos- Dije sonriendo mientras Christopher me colocaba el antifaz y se aseguraba de que no veía completamente nada. <<Confía en mi>> Fue lo único que dijo antes de tomarme de la mano y empezar a caminar.

Tal vez no veía nada, pero estaba segura de que el edificio al que estábamos entrando tenía alfombra en ciertas partes, fueron unos 50 pasos los que recorrimos antes de llegar a unas puertas que parecían ser un ascensor.

-Aquí empieza la sorpresa- Susurró Christopher en mi oído una vez que estuvimos dentro del ascensor.

Por los sonidos que hace el ascensor al marcar piso con piso, deduje que estamos por llegar al vigésimo piso. Sería una locura admitir que temía tanto a las alturas que el simple hecho de imaginarme en un punto tan alto hacía que mis piernas temblaran pero la euforia de saber qué estaba pasando disipaba mi miedo convirtiéndolo en adrenalina pura.

-¿Qué esta pasando?- Pregunté por quinta vez esperando una respuesta que pudiera hacer que acertará en una de mis suposiciones.

-Llegamos- Dijo Christopher a modo de respuesta.

Una ráfaga de viento alboroto mi cabello y me hicieron tiritar de frío.

Caminamos otro poco para salir del ascensor y entramos en lo que sentí que era una sala donde corría muy poco el aire frío de la intemperie.

-Levanta tu mano derecha y camina en línea recta hasta que sientas un cristal frente a ti, no hay nada que te haga caer, sólo camina- Dijo Christopher a modo de instrucción. -Cuando estés frente a el cristal, podrás quitarte el antifaz de los ojos-.

Ansiosa por saber que era lo que me esperaba, caminé despacio, pisando firmemente y extendiendo mi brazo para alcanzar más rápido el cristal. Cuando tuve el contacto frío, abrí los ojos bajo el antifaz y me preparé para algo de lo que no estaba totalmente segura, respiré profundamente y contuve la respiración, lentamente me lleve las manos a la cabeza y comencé a quitarme el antifaz.

Mis ojos tardarón un poco en adaptarse a la luz que emanaba una lampara de luz blanca que yacía cerca de mí. Parpadeé, no podía creerlo, Christopher quería superar expectativas y lo había conseguido, había prometido una sorpresa y esto era totalmente una sorpresa: frente a mi, tras el cristal, podía ver toda la ciudad, más iluminada de una parte que de otra, pero lo relevante de todo esto eran los letreros enormes de publicidad que ahora eran suplantados por fotografías, fotografías de Christopher y mías, fotografías que yo había encargado a Ingrid que desapareciera de mi vista, fotografías que formaban la palabra: perdón.

730 días [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora