«Mi alma esta doliente en este cuerpo inerte profesando el milagro de volver a ti, mi sangre brota como esperando fundirse con la tuya, por favor, hazme entenderte una vez más...»
-Anabantha
Manejé por unos minutos sin rumbo hasta que, sin querer, terminé en las calles que llevaban a la casa de Christopher. Sabía que él no estaba en casa, sabía que estaba trabajando a kilómetros de aquí pero necesitaba estar realmente sola para poder asimilar las palabras de Fatima. Sabía que había cometido errores y me estaba lastimando el hecho de haberle gritado sus errores, era la única de todas mis amigas que sabía y ahora, por un enojo, les había confesado su más grande secreto. Jamás me lo perdonará, lo sé, estoy completamente segura.
Mientras seguía pensando en la nada, mi celular sonó en tono de mensaje. Era de Ingrid.
Puñetera manera de hacer que colapses.
Estaba muy preocupada por lo que fuera que Ingrid quisiera decir con ese mensaje. Así que respondí para indagar un poco en lo que estaba sucediendo.
¿Qué ha pasado ahí?
Esperé pacientemente la llegada de la respuesta.
Arturo vino a buscarte.
Cerré los ojos, no podía ser verdad. Arturo no estaba en mi puerta, Arturo no me estaba buscando. Él rompió el acuerdo, él NO tiene nada que hacer frente a mi puerta, nunca le dí mi dirección a no ser que me siguiera desde que me trajeron aquí hace unos meses, si, me siguió como lo había prometido, si yo no le avisaba cuando saldría de la clínica. Prendí la radio para relajarme un poco cuando un golpe en el cristal de mi auto me sobresaltó.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó Christopher mientras quitaba el seguro de la puerta para que pudiera abrirla.
-Necesitaba huir de nuevo- Respondí.
-¿Quieres pasar?
-Sí
Tomé mi bolso, apagué la radio y tomé la mano que me ofreció para salir del auto. Una vez fuera, entrelazó nuestra manos y caminamos hacia su casa; cuando entramos fuimos directo a la cocina, preparó dos tazas de café y nos sentamos en el balcón de su habitación, empezaba a oscurecer lo que hacia la vista hermosa que me distrajo de mis pensamientos.
-Hey- Dijo para llamar mi atención. -¿Qué paso ahi?-
-Una pelea con Fatima- Respondí regresando al mundo real
-¿Fue grave?
-Podría decirse que sí
-¿Quieres contarme?
Comencé a contarle lo acontecido en mi casa omitiendo mi inseguridad sobre lo que sentía por él, sabía muy bien que lo que sentía por Christopher eran real y que sólo tenía miedo de perderlo, pero él no me dejará, yo lo sé, lo amo y me ama. Temía que me dejará al saber más de mi de lo que yo le hubiera querido contar. Empecé a relatarle la historia tal cual como sucedió, con todas las personas con las que me había involucrado, sin embargo seguía ocultando algo, la parte en que Arturo llegaba a rescatarme de la torre del Dragón. Cuando estuve encerrada en la clínica había un chico llamado Arturo que iba a visitar a Lux, mi compañera de habitación, eran hermanos; ella tenía un trastorno límite de la personalidad, era su sexta ocasión encerrada y al parecer eso le traía ciertos privilegios, uno de ellos era recibir a las visitas en el jardín, fue ahí cuando conocí a su familia. Ser amiga de Lux me daba los mismos privilegios, así que cuando ni mi padre ni mi madre me visitaba, Lux y su familia me invitaban a comer con ellos; la relación con Arturo era muy limitada, siempre tenía el celular en las manos, escribía mensajes tan rápido como nadie más que pudiera recordar, no fue hasta que me preguntaron por qué estaba ahí que levantó la vista y prestó atención, era muy curioso y ese mismo día al terminar de comer, caminamos juntos hasta la habitación que compartía con su hermana. Así transcurrían las semanas, rogando que mi madre no fuera a verme para contemplar (algunas veces) desde mi ventana como Arturo abandonaba la clínica. Cuando Lux salió al finalizar su tratamiento, todos sus privilegios se me fueron otorgados y él me dijo que vendría a verme cuantas veces le permitieran estar allí. Mi último fin de semana, Arturo me pidió que fuera su novia y me hubiera encantado decirle que si, pero nuestras ciudades eran separadas por más de 250 kilómetros, lo ví como un gran impedimento y le dije que aunque moría de ganas de ser su novia, la distancia no nos dejaría vivir tranquilos: "Te seguiré a donde quiera que vayas, hasta el fin del mundo de ser necesario, sólo por volver a verte" me dijo antes de tomarme la cara por ambos lados y besarme. Desde entonces no supe nada de él, hasta ahora, estaba en mi puerta y yo no estaba ahi para hablarle, o simplemente para verlo.
Christopher no dijo nada cuando terminé de hablar, su mirada estaba perdida y yo, que lo conocía desde hace años, supe que no diría nada; a veces creía que era buena idea dejarlo sin palabras pero, por otro lado, sabía que no había nada bueno en su cabeza que pudiera decirme y por eso quedaba callado.
-Tengo la habilidad de dejarte sin palabras- Comencé a decir. -No sé sí eso sea bueno o malo-.
-Yo tampoco sé si sea bueno o malo- Respondió Christopher.
Sin saber que era lo que estaba haciendo, me puse de pie y tomé mi bolso.
-Tengo que irme.
Bajé las escaleras de dos en dos y llegué a mi carro, lo abrí y sin mirar atrás, manejé hasta 3 calles más lejos de la casa de Christopher, tomé mi celular y marqué el teléfono de Ingrid.
-Dime que Arturo te dejó una nota para mi- Dije apenas contestó. -Un lugar donde puedo encontrarlo-.
-¿Éstas bien?- Preguntó Ingrid. -¿Dónde estás?-.
-Esto es una señal Ingrid, una jodida señal
-¿Señal? Haz perdido la cabeza y completamente
-Nada sucede por qué si, Arturo vino a buscarme desde lejos, ¿Quién hace eso?
-Responderé tus preguntas por medio de un mensaje. Te espero aquí en tu casa, tarda lo que gustes, tienes una buena selección de películas y una dotación de palomitas de maíz.
-Eres la mejor de todas
-Lo sé.
Ingrid colgó el teléfono y me quedé sonriendo como idiota al celular. En menos de un minuto tenía un número y una dirección, respiraba tranquilamente y verifiqué mi GPS, estaba a veinte minutos del lugar que Arturo llamaba hogar.
Reconocí el rumbo por el que estaba, las casas se me hacían demasiado conocidas, en cierto punto creí que estaba equivocada y que había regresado a mi propia casa, pero me detuve unas calles antes, la casa era azul, con detalles blancos y sin pensarlo demasiado baje del auto y caminé hacía la puerta. Rectifiqué que estuviera en el lugar correcto, suspiré y toque el timbre que estaba junto a la puerta. Me giré para poner la alarma de mi auto cuando la puerta comenzó a abrirse.
-Sadie... Viniste.
Las llaves se resbalaron de mis manos, me agache para recogerlas y una mano rozó la mía. Alcé la mirada y me encontré con sus ojos claros. Nos pusimos de pie juntos y entonces lo abracé.
-Arturo- Dije mientras él me abrazaba con fuerza.
-Sadie, vine por ti.
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730 días [Terminada].
Romansa¿Cuanto tiempo son 730 días para ti? Para Sadie y Christopher, 730 días fueron más de 24 meses, 104 semanas, 17, 520 horas, 1 millón de minutos y 63 millones de segundos. Para un corazón roto, 730 días es una eternidad. Eternas gracias a la @Editor...