Come with me

Veinticuatro

Se aferró a Adam como quien se aferra a la vida misma, en medio de la multitud que aún permanecía ahí, ella no sabía que había pasado, él no quiso decirle pero lo sabía, algo en ella lo sabía.

— ¿se fue? — sollozó contra el torso del pelinegro

— si, se fue ...

Ambos entendían a que se referían cuando mencionaban esas palabras, la gente comenzó a dispersarse pero ellos se mantenían ahí, en el mismo lugar desde que llegaron, cuando por fin quedaron solos Alessia se separó de Adam, camino como un zombie para introducirse a la casa, en ruinas, fría, sin las luces de las velas que Fela acomodaba estratégicamente... todo estaba tal cual lo había dejado a excepción del cuadro, que estaba posicionado en una tabla de madera arriba de la hornilla donde solía calentar el agua para el café que le preparaba cada que ella venía.

Dejo que sus ojos viajaran por toda la casita, aun tenía el olor peculiar de las velas cuando se apagan, se sentó en la silla que Fela solía ocupar para volver a dejar salir las lágrimas.

— Alessia — susurró Adam — lo siento mucho

— era ella — dejó salir en un sollozo

Los brazos de Adam la rodearon, estaba a lado de ella en cuclillas, ella apoyó su cabeza en la de él.

— jamás me sentí parte de mi familia y ella me lo dio todo en tan pocos días

— yo ya sabía — Adam cerró los ojos, quizás así la mentira le dolería menos

— ¿Qué?

— Fela era tu mamá, pero no tenía ni idea de que era lo que era, solo me dijo que no era el momento y que tú sabrías cuándo volver, nunca se imagino que fuera tan pronto

— ¿tú sabías que era mi mamá? ¿Por que no me lo dijiste? — intentó separarse del pelinegro

— cuando vinimos la otra vez, cuando te hice creer que era un sueño ... te desvaneciste, caíste al instante y ella me explicó un poco, no todo al parecer, me pidió que no te dijera nada y yo le pedí que no te buscara si cada que la vieras esto te iba a suceder — suspiro resignado cuando tuvo que soltarla — no quería que te pasara nada, Alessia perdón

— vete... vete, quiero estar sola — llevo sus manos hacia su cara para volver a sollozar — no quiero que estés aquí, no aquí... esta era su casa y no tienes derecho a estar aquí

— Alessia yo ... no, no te puedo dejar aquí y menos en ese estado

— ¡vete! — le gritó — no te quiero ver

Unos pasos hicieron que ambos voltearan a la puerta, Sia tenía la esperanza de que fuera Fela, que todo esto fuera un mito y que ella estuviera bien, si tan solo lo hubiera sabido, la habría abrazado más fuerte la última vez.

Un hombre tan alto que apenas cabía en la casita sin tener que encorvarse, vestía totalmente de negro, un abrigo hasta las rodillas y un sombrero que tapaba la mayoría de su cara le daba ese aire de misterio.

— atrás de mi — le dijo Adam y ella obedeció — ¿quien eres tú?

— ella es Alessia — la voz tan grave salió de debajo de ese sombrero — necesito hablar con ella

— ¿quien eres? — repitió — no hablaras con ella si no me dices quién eres tú

— soy amigo de Fela... ella me dio algo para su hija, ella es su hija ¿no?

— ¿que es? — Sia salió de detrás de Adam por la curiosidad — ¿cómo te llamas?

— soy Kaspar — levanto la cabeza y los ojos negros se encontraron con las de ella — te pareces a ella cuando era joven