Veitidos

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Alessia no dejaba de pensar ni un segundo en la señora, esa casa parecía tener un iman para ella, ¿la hija sabría que ella la estaba esperando?

Se dio la vuelta en la cama, vio a Adam hecho un ovillo, la piel blanca en la totalidad de su cuerpo y algunos mechones de cabello cayendo sobre su cara, esos pómulos tan marcados que le encantaban.

Beso cuidadosamente los labios del vampiro, se colocó lo primero que encontró para poder salir a las calles, quedaban unas cuantas horas de luz y estaba decidida a regresar "casualmente" a la casa.

Dejó una nota para avisarle a Adam que había salido en caso de que despertara, su única excusa que encontró fue ir por cosas para pintar, hace tiempo que no lo hacía y que mejor que las vistas nocturnas que le regalaba ese lugar.

No tardó tanto como la vez pasada en encontrar la casita, de nuevo no había nadie en ella, se sentó en una roca cercana a esperar que alguien llegara, la bolsa de tela que le habían dado en la tienda de pintura se balanceaba entre sus piernas cuando la voz de la mujer la hizo sobresaltar.

— Alessia, qué gusto volver a verte — dijo Fela entrando por donde tendría que ir la puerta — ¿qué haces cariño?

— quería venir a ver cómo estaba —Sia siguió sus pasos — si ya sabía algo de su hija

— se muchas cosas de mi hija — sonrió y se sentó con dificultad — esta cerca si te lo preguntas

— ¿por qué la dejó? — notó que estaba quizás siendo algo imprudente — digo si puedo preguntar la razón

— la gente no entiende cuando los demás tienen habilidades especiales ... quería que ella tuviera una vida normal, algo que yo no podía darle — aclaró su garganta — es complicado pero básicamente esa es la razón

— ¿habilidades especiales? — se sentó sin ni siquiera preguntar — mi novio tiene de esas

La mujer sonrió y Sia entendió que eso no había sonado como quería.

— me refiero a que no es como los demás — se sonrojó

— ¿no? Pero tú lo ves como los demás ¿no es así?

— no, no... prefiero verlo tal cual es, es un hombre increíble y no hubiera llegado a donde estoy sin su ayuda

— suena a que es o puede ser el amor de tu vida — dijo Fela caminando con dificultad hasta un pequeña hornilla para poder calentar un poco de agua — dices que viniste con él alguna vez ¿no? Recordaría bien a un hombre así

— si, bueno creo que esa vez me equivoque y solo lo soñé — sonrió avergonzada — pero si en definitiva es el amor de mi vida

— ¿podría yo hacerte una pregunta a ti?

— si, si claro, yo la he invadido de preguntas

— ¿qué haces aquí? — Fela se sentó de nuevo a esperar escuchar el hervor del agua — no vives en Polonia, no vives en el pueblo

— Vine a buscar algo... aunque no se muy bien que porque ni siquiera se por donde empezar

— viniste a buscar algo del cual no tienes idea

— suena raro, bastante, pero en mi cabeza tiene sentido, hace poco comencé a sentirme extraña y tuve sueños recurrentes que me decían que tenía que ir a donde había nacido y bueno aquí estoy

El semblante de Fela cambió, le comenzaron a temblar las manos, el momento había llegado lo que tanto esperaba estaba frente a ella pero las cosas no eran tan fáciles como lo había imaginado.

Come with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora